Vivimos tiempos difíciles en todo el mundo, en medio de guerras, migraciones forzadas y catástrofes “naturales”. Pero esos tiempos difíciles son especialmente críticos cuando se viven en medio de conflictos y enfrentamientos entre sectores sociales, culturales y políticos.
Como cristianos y cristianas no somos espectadores. Con Jesús profeta, profetizamos nuestras indignaciones por las injusticias y agradecemos la profecía de la solidaridad compartida todos los días. Con Jesús víctima de los atropellos denunciamos los vejámenes sufridos por mujeres y ancianos, por los pueblos aborígenes y por todos los trabajadores y trabajadoras. Con Jesús hijo del hombre y declarado Hijo de Dios con poder por su resurrección, nos reconocemos ciudadanos y ciudadanas de este pueblo y del reino de Dios.
Es por ello que queremos pensar juntos y juntas nuestro testimonio, enriquecernos mutuamente a partir de nuestras vivencias, aportar nuestros pensamientos, nuestras reflexiones y propuestas, escuchar las voces de otros y otras que suman su experiencia y saberes.
Es en ese camino que ofrecemos este espacio para iniciar nuestro diálogo. Lo haremos a partir de tres grandes temas evangélicos que pensamos que hoy están marcando la realidad que vivimos: el sentido profundo de la verdad, a la luz de la revelación de Dios; el valor de la justicia como relación fundamental de la vida humana, y las consecuencias de las crecientes desigualdades que se dan en nuestro mundo. Estos temas, además, se proyectan sobre otros igualmente significativos: el cuidado de la creación, el valor de la paz, el sentido de identidad y la libertad de los pueblos.
Afirmar que el mundo es nuestra parroquia significa que toda nuestra teología, nuestra práctica ministerial y de fe deben hacerse desde lo que pasa en el mundo.
Ninguna de las problemáticas que afectan a nuestra gran parroquia son ajenas al evangelio: pobreza, migraciones, cambio climático, medios masivos de comunicación, justicia de género…
Conocerlas y comprenderlas es necesario para aceptar el desafío de hacerlas campo concreto de nuestra misión.