Venga a nosotros tu reino
Quien se compromete con Jesús se compromete con el reino de Dios. No hay vueltas, no hay medias tintas: la causa de Jesús fue y es la del reino de Dios.

Quien se compromete con Jesús se compromete con el reino de Dios. No hay vueltas, no hay medias tintas: la causa de Jesús fue y es la del reino de Dios.
¡Que el Espíritu derrame su ánimo entre nosotros y nosotras! ¡Que el Espíritu Santo siga animando la iglesia de Cristo!
Afirmamos, como iglesia, que tan solo la justicia es fundamento de una paz verdadera y duradera, que nos abre a la bendición del Dios de la vida buena y plena.
Levantemos y reconstruyamos la esperanza donde se esté fragmentando, buscando la unidad en vez de la atomización, buscando la dignidad de todos en vez de la burla, y el amor en vez del desprecio.
La Palabra nos lleva a Cristo, y Cristo nos envía al mundo en servicio de su reino. Ahí es donde tenemos que demostrar nuestra fidelidad a la Palabra y al Nombre que es sobre todo nombre.
El Adviento nos invita a ser comunidades de esperanza y ternura para quienes andan con el corazón roto resultado de las realidades duramente humanas.
Servir es el rol de quien lidera en la comunidad. El servicio y no el dominio, es la tarea de quienes asumen responsabilidades en la comunidad de fe, justamente porque es la característica de Jesús.
La Iglesia puede definirse como una comunidad liberadora y sanadora, de salvación y solidaridad, viendo todos estos aspectos –redención y sanidad, salvación y servicio– como parte de su misma misión.
¿Estamos vivos como comunidad del Espíritu? Sí, en la medida que defendemos la esperanza, cuando proclamamos que la Esperanza está viva...
El Espíritu de Dios es el soplo de amor que nos mantiene unidas y unidos con calidad relacional, de acogida y de vinculación afectiva.