El devocional del Obispo
Siempre Dios nos invita a dar saltos de fe: abrir nuestros corazones, hogares e iglesias hacia una hospitalidad generosa, incluso cuando creemos que los recursos son escasos para hacerlo.

Siempre Dios nos invita a dar saltos de fe: abrir nuestros corazones, hogares e iglesias hacia una hospitalidad generosa, incluso cuando creemos que los recursos son escasos para hacerlo.
Bienaventuradas y bienaventurados somos al haber experimentado la gracia, que en definitiva no es otra cosa que ser conmovidos por la misericordia de Dios.
Nunca tratamos de apagar, sino de iluminar; nunca de amargar, sino de dar gusto y sabor.
"Y no se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles"
El encuentro con un Dios más cercano, más comprensivo, misericordioso y más humano, despierta entre nosotros y nosotras un profundo sentido de la compasión y lo que ésta provoca en la vida.
Oramos para que la persona de Jesús vivifique e ilumine nuestro tiempo e historia.
La naciente iglesia se construye por la fe en comunión y perseverancia. Acoge el anuncio de que Jesús es el Cristo, quién constituye comunidades como lugar de enseñanza, comunión, celebración y oración.
“… cuando tú des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos; y serás feliz.”
El llamado hecho por Dios a su Iglesia a través de la historia es el manifestar el Reino de Dios y su justicia.
Somos desafiados y desafiadas a extender continuamente las mesas a las que nos sentamos, para oír los sueños y los deseos de los demás.