Paz y bien amada hermandad. Mi deseo de que el Dios de vida buena acompañe, animando y fructificando sus ministerios amorosos y fieles.
«Yo no soy profeta, ni hijo de profeta. Soy boyero, y recojo higos silvestres. Pero el Señor me quitó de andar tras el ganado, y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo Israel.”
Amós 7: 14-15
En tiempos de Amós, por allá en el año 750 antes de Cristo, las escuelas de profetas estaban muy bien organizadas. Pero Amós nunca pasó por la alta escuela y tampoco proyectaba dedicarse a la tarea de profeta. Él era un campesino humilde, cuidador de bueyes y recolector de higos, como él mismo se define. Es Dios quien lo saca de su ambiente natural, de sus prácticas conocidas y lo envía a decir una palabra al pueblo y a la corte real. Amós obedece y habla con un lenguaje cargado de imágenes agrestes, rudas y claras. El Espíritu del Señor usa su estilo rústico, para hacer llegar un mensaje de justicia social. Le habla a una sociedad dominada por el egoísmo, que aunque rica, estaba siendo minada por la explotación, la corrupción y la injusticia.
Todo lo que se vive con intensidad se proclama sin mayores dificultades. Vivamos intensamente nuestra fe y el llamamiento, de manera que de la abundancia de nuestro corazón, hable nuestra boca.
Que nuestras comunidades se fortalezcan como anunciadoras de la necesaria vuelta al Dios viviente.
Ruah de vida plena y abundante, tu escoges a las personas y las capacitas para el testimonio y el servicio, te ofrecemos nuestra vida para servirte a ti y a nuestro pueblo. Amén.
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo
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