La ESPIRITUALIDAD es una dimensión del ser humano tan necesaria para su supervivencia como los latidos del corazón, sin ella, el ser humano estaría incompleto.
Desde la perspectiva cristiana y evangélica metodista, la espiritualidad es la conciencia de la comunión con Cristo Jesús a través del Espíritu Santo. La espiritualidad se profundiza en tanto vamos recorriendo el camino de la Santificación, buscando llegar a una profunda relación con Jesucristo. Ése es el camino, dejarse inspirar a través de las guías para ser transformados personal y comunitariamente por el Espíritu de Jesús.
En el día de la Patria, por la Patria clamamos y lo hacemos por aquellos que nos gobiernan, que tengan la claridad de servicio al pueblo, no de omnipotencia, que sus palabras sean de ánimo no insultos que encienden angustia y violencia.
La iglesia fuerza del Espíritu cuenta con suficiente sensibilidad para salir de toda referencia a ella misma, haciendo lugar al dolor, al sufrimiento y a las esperanzas de nuestros pueblos.
Este es el tiempo, no hay otro, esta es nuestra hora, y Pablo nos dice en el texto que quien llega a Cristo, nueva Persona es.
Afirmamos, que Él es nuestra esperanza. Cristo nos trae la alegría mesiánica para iluminar nuestra vida.
Decimos en el Padrenuestro: “No nos dejes caer en la tentación” y es el mismo Jesús quien se lo enseñó a sus discípulos (y a nosotros/as) y es el único que puede entender nuestros tiempos de tentación.
Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.
Oramos y trabajamos por la vida integra, amorosa, por una nueva tierra y nuevos cielos.
Seguiremos caminando, más allá de fracasos y golpes. Seguiremos amando, venciendo a soledades y deserciones. Seguirá la historia, la memoria poblada y la espera impaciente de lo que ha de llegar.
¡Señor, sálvanos, que estamos por naufragar!
DIOS te creó para hacerte un miembro de su familia, un modelo de su carácter, un magnificador de su gloria, un ministro de su gracia y un mensajero de sus buenas nuevas a otros.