Hace tiempo que se expresa una profunda preocupación por el crecimiento de la iglesia. Esta preocupación se hizo evidente en la mayoría de las congregaciones que han venido sufriendo una disminución en la participación en los últimos años. Situación que se agravó durante la pandemia y el período posterior.
Desde sus orígenes, el movimiento metodista ha prestado especial atención a las preocupaciones de los trabajadores. La justicia, la dignidad y la igualdad para los trabajadores son una parte integral de su herencia y enseñanzas sociales.
El metodismo ha mostrado una profunda preocupación social desde sus mismos inicios. En el siglo XVIII Juan Wesley dedicaba sus recursos personales, tiempo, dinero y ganancias, para dar alivio a las necesidades espirituales y materiales de los más empobrecidos y empobrecidas de su tiempo.
En el ámbito eclesial, el término “conexional” se opone a “congregacional” y lleva en sí mismo un presupuesto eclesiológico subyacente. Señala una eclesiología que afirma: La catolicidad (universalidad) de la Iglesia...
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John Wesley ciertamente habría aprobado la variedad de ministerios de hoy que sacan al metodismo de la seguridad de sus edificios y lo llevan al trabajo de campo, a nuevas fronteras de testimonio.
Con este artículo inauguramos una sección que, una vez por mes desarrollará distintas experiencias del metodismo actuando en los márgenes de la sociedad.
Este maravilloso himno procesional de Resurrección, significativamente nacido con el movimiento metodista, fue escrito “mayormente” por Carlos Wesley en 1739, con el nombre “Himno para el día de Pascua” (Hymn for Easter Day), apenas 1 año después de la experiencia de conversión que tuvieron los hermanos Wesley.
La particular mirada de Wesley sobre el amor y la acción de Dios
Mujeres osadas, valientes, siempre con todo coraje, ocuparon lugares no convencionales, que no incluían mujeres, pero ellas convencidas que servían al Señor, los buscaron, los utilizaron, los consiguieron.
Nuestro conocido himno “Oíd un son en alta esfera” es un poema para el tiempo de Navi-dad escrito en principio por Carlos Wesley en 1739. Aparece por primera vez en el libro “Poemas e himnos sacros” recopilado y publicado por Juan Wesley ese mismo año.