Un tiempo de quietud con Jesús
¿Nos tomamos nosotros, el tiempo para quedarnos con DIOS?
La ESPIRITUALIDAD es una dimensión del ser humano tan necesaria para su supervivencia como los latidos del corazón, sin ella, el ser humano estaría incompleto.
Desde la perspectiva cristiana y evangélica metodista, la espiritualidad es la conciencia de la comunión con Cristo Jesús a través del Espíritu Santo. La espiritualidad se profundiza en tanto vamos recorriendo el camino de la Santificación, buscando llegar a una profunda relación con Jesucristo. Ése es el camino, dejarse inspirar a través de las guías para ser transformados personal y comunitariamente por el Espíritu de Jesús.
¿Nos tomamos nosotros, el tiempo para quedarnos con DIOS?
Debemos ejercer una crítica activa, oponiéndonos constructivamente a todo sistema que esté basado en el egoísmo, la hipocresía, la represión, la injusticia y la violencia institucionalizada.
Allí donde alguien lucha por su dignidad, por la igualdad, por ser libre... mírale a los ojos...
Bendito Jesús que sigues por los caminos, caminas nuestras veredas, llevando contigo tu vara y tu cayado para cuidar nuestros pasos.
“Yo los atraje a mí con cuerdas humanas, ¡con cuerdas de amor! Estaban sometidos al yugo de la esclavitud, pero yo les quité ese yugo y les di de comer.”
La presencia activa del Espíritu, hace que la iglesia no se repliegue o cierre sobre sí misma, sino que se abra y expanda a la misión universal.
Ahora que te encontramos resucitado, con vida para vivirla juntos, danos la fuerza y la alegría de servirte.
El relato nos habla de la evidencia del acontecimiento más importante de la fe cristiana, el pilar y fundamento de todo cuanto somos y creemos: la resurrección de Jesucristo.
En tiempos de desorden, de injusticias, donde vemos desmoronarse aún nuestras propias vidas, nuestros sueños y nuestros propios esfuerzos, el Señor también está cerca; también podrás acercarte a él pidiéndole clemencia, justicia, fuerzas y verdadera alegría.
Que esta Semana Santa sea en cada uno y cada una de ustedes y en las comunidades de fe, el encuentro con lo inmenso de un amor que sobrepasa todo conocimiento, que nos brinda razón para maravillarnos y la audacia para recomenzar una y otra vez.