El devocional del Obispo – 31 de enero
¡Dios es amor, somos amados! Y eso nos define y nos permite soñar y construir juntos un reino de amor, justicia y paz, regalo y misión, utopía y tarea para sus discípulas y discípulos.
La ESPIRITUALIDAD es una dimensión del ser humano tan necesaria para su supervivencia como los latidos del corazón, sin ella, el ser humano estaría incompleto.
Desde la perspectiva cristiana y evangélica metodista, la espiritualidad es la conciencia de la comunión con Cristo Jesús a través del Espíritu Santo. La espiritualidad se profundiza en tanto vamos recorriendo el camino de la Santificación, buscando llegar a una profunda relación con Jesucristo. Ése es el camino, dejarse inspirar a través de las guías para ser transformados personal y comunitariamente por el Espíritu de Jesús.
¡Dios es amor, somos amados! Y eso nos define y nos permite soñar y construir juntos un reino de amor, justicia y paz, regalo y misión, utopía y tarea para sus discípulas y discípulos.
Tomando unos mates con Dios...
Habla la Vida, en el perdón sincero, en el respeto, en un amor de hermano, de amigo, de amante eterno, en la mesa dispuesta para saciar al hambriento.
“Señor me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre”...
Jesús, en el camino: no quiero cansarme, pero me cansaré, no quiero caerme, pero me caeré, no quiero tardar en llegar, pero tardaré, algunos dirán que estoy loca, porque aun así me echo a andar.
Quiza romper lo establecido por la cultura de la desilusión sea necesario. Superar con esperanza algún duro transe y confiar en alcanzar la utopía del Reino.
Frente a un nuevo año: Seguiremos caminando, más allá de fracasos y golpes. Seguiremos amando, venciendo a soledades y deserciones. Seguirá la historia, la memoria poblada y la espera impaciente de lo que ha de llegar...
Yo tengo un Dios único, nada ni nadie se le compara. Tengo un Dios que se me revela, tengo un Dios que se hace carne, tengo un Dios que se hace pobre. Tengo un Dios que me perdona, y me perdona siempre.
Somos invitados e invitadas a nacer de nuevo, desnudos/as de todo aquello que nos separa de su amor. Somos seducidos/as a abrirnos al Misterio del Dios con nosotros: Emanuel.
¿Qué niño es este que al dormir en brazos de María pastores velan, ángeles le cantan melodías?