Un tiempo de quietud con Jesús
Que seamos, Señor, manos unidas en oración y en el don. Unidas a tus Manos en las del Padre.
La ESPIRITUALIDAD es una dimensión del ser humano tan necesaria para su supervivencia como los latidos del corazón, sin ella, el ser humano estaría incompleto.
Desde la perspectiva cristiana y evangélica metodista, la espiritualidad es la conciencia de la comunión con Cristo Jesús a través del Espíritu Santo. La espiritualidad se profundiza en tanto vamos recorriendo el camino de la Santificación, buscando llegar a una profunda relación con Jesucristo. Ése es el camino, dejarse inspirar a través de las guías para ser transformados personal y comunitariamente por el Espíritu de Jesús.
Que seamos, Señor, manos unidas en oración y en el don. Unidas a tus Manos en las del Padre.
Todo acaba menos el amor. Creo en la resurrección del cuerpo. Un cuerpo que juega merecer vivir eternamente.
Cuántas veces queremos que los demás hagan los cambios de aquello que no nos gusta o no nos conviene; y hasta los amenazamos con que vamos a tener problemas con ellos, sin pensar que tal vez los cambios deben ser nuestros, que debemos cambiar nosotros.
Por más oscura que nos parezca la situación, por más débil que se nos presente la luz para avanzar, para salir del problema, para levantarnos en la vida, elijamos ese pequeño destello, pidámosle a Dios en oración su luz, porque allí el Padre nos va a iluminar todo el camino.
La oración es un don y como tal, es para ser usado. Un don del Creador a su criatura. Usando una imagen más que elocuente en nuestro tiempo, ¡la capacidad de orar es como el “celular” de Dios!
Sea el soplo tibio y tierno del Espíritu del Dios de la vida sobre sus vidas y sus ricos y diversos ministerios en estos fríos días.
La oración es ese momento de verdadera comunión, donde nada es intransitable, donde todo se puede hablar porque hay un Espíritu que traduce y un Padre que nos ama y nos escucha.
DIOS NO TIENE FAVORITOS, El puede usar tu vida si tan solo le dices: “Dios mío, utilízame tal como soy”
En estos tiempos de desencuentro y confusión, resulta clave fortalecer una vinculación auténtica con el rostro misericordioso de Dios en Jesús y su papel transformador de la vida.
Y este Dios de la ternura, con ojos mansos y mirada de justicia nos enseña su camino a todos los que necesitan encontrar el verdadero, el que conduce hacia la vida plena.