Recursos para la predicación

08 Nov 2021
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 14 NoviembreNov 2021

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Marcos 13.1-11 – “Habla” el evangelista Marcos

Marcos 13.1-2 – Este Templo ya no tiene sentido; será destruido.

Salió Jesús del Templo, ya para siempre. Jamás volvería a él. (Había sido el lugar deseado, el lugar preferido para la fe de Israel: “¡Cuán hermoso es tu santuario, Señor todopoderoso! ¡Con qué ansia y fervor deseo estar en los atrios de tu templo!”, Salmo 84. Después íbamos a entender que empezaría un tiempo nuevo, donde no iba a ser necesario un Templo, donde “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad” Jn 4.23).

Pero por entonces aún no comprendían los discípulos. Y cuando iban saliendo le dice uno, que aún venía contemplando el impresionante edificio aún en construcción: “Maestro, ¡ve las piedras y qué construcción tan bella para nuestro Dios!” En efecto, eran impresionantes los enormes bloques de piedra que lo componían. Jesús le dijo algo que no se esperaban: “No quedará piedra sobre piedra”. La higuera llena de follaje pero sin frutos era el símbolo de aquel Templo, en otro tiempo con vida; ahora se había secado y ya no daba vida.

Jesús no había buscado purificar el Templo, sino denunciar su esterilidad de inicar el éxodo que nos llevaría a sus seguidores después a abandonarlo también en busca de la verdadera vida, del verdadero culto, del verdadero Dios.

Marcos 13.3-9, 28-29 – Ante el final: advertencias a los discípulos

Ya estaba cerca el final. Jesús había abandonado el Templo. Bajaron el torrente Cedrón, y subieron al montecillo de los Olivos, que estaba enfrente, a escasos veinte minutos, y que tiene casi la misma altura que el Monte Sión, el del Templo. Se sentó, pues, enfrente, de cara al Templo, solo, a un lado de sus discípulos, a contemplarlo. Dentro de su corazón bullían mil sentimientos. ¿Qué es propiamente lo que irá a pasar? ¿Es realmente momento de cruz? ¿O todavía es tiempo de seguir manteniendo precauciones? ¿Hasta cuándo? El Reino va a llegar en poder, pero ¿cómo? Y pensaba en sus discípulos, y en las reacciones que habían tenido al entrar en Jerusalén, y la fascinación que sentían aún ante el Templo: ¿Cómo irán a reaccionar en el momento en que afronte finalmente la muerte?

En eso se le acercan los tres, Pedro, Juan y Santiago, y a solas con él le preguntaron: “Acláranos algo. Tú hablaste de que el Templo va a ser destruido. Eso significa que el final de todo se acerca ya. ¿Cuándo va a ser esta destrucción? ¿Y qué señales van a preceder al fin del mundo?”

Pensaban que, acabándose el Templo se acabaría Israel y con él se acabaría todo el sistema edificado en torno a él. No habían entendido aún que lo que buscaba Jesús era reunificar y congregar al Israel renovado en torno al Padre, al margen del Sistema, y que al llegar su Reino se transformarían las relaciones entre los hombres haciendo una historia humana de amor, de libertad, de justicia, y que ellos jugarían un papel fundamental en esa reconstrucción de la humanidad nueva. Pero eso no se iba a dar sin la persecución, el sufrimiento, la muerte. Y para ayudarles a comprender lo que iba a suceder en la historia, comenzó:

“No se confundan, y pongan cada cosa en su lugar. Una cosa es lo que va a pasar con Israel y con ustedes en relación con los jefes judíos y otra muy distinta es el final de la historia. Ante esto ustedes tendrán que ver la manera de cómo actuar en el presente.

Respecto de Israel y ustedes, abran bien los ojos para que nadie los engañe. Van a venir muchos usurpando mi nombre y diciendo: ‘Yo soy el Mesías esperado’, y muchos van a ser engañados.

Y va a haber mucha muerte y rumores de guerras; ustedes no se asusten ni pierdan la fe. Eso es algo que tiene que pasar, pero aún no es el fin. Van a pelearse una nación contra otra, un reino contra otro; habrá terremotos en muchos sitios, habrá hambres, y eso apenas será el comienzo de los dolores del parto de la nueva humanidad.

En esas situaciones vean por ustedes mismos; porque van a sufrir muchas persecuciones. Los entregarán a los tribunales, los van a azotar en las sinagogas, van a ser citados a juicio ante jefes y reyes y la manera como los traten será tomado al final como testimonio contra ellos; porque ese es el precio del anuncio de la Buena Nueva a todos los pueblos.

Marcos 13.28-29 – Sepan que el Reino de Dios está cerca…

Y siguió Jesús con otra comparación: “Ustedes se dan cuenta de que el verano está llegando cuando ven que las ramas de las higueras se ponen tiernas y empiezan a brotar de ellas las hojas. Aprendan de este ejemplo: cuando vean suceder esto que les digo, sepan que el Reino de Dios está cerca, ya casi tocando a su puerta”…

Carlos Bravo, en Galilea Año 30.Historia de un conflicto (Para leer el evangelio de Marcos), Centro Bíblico Verbo Divino, Quito, 1993.


Introducción a los libros de Samuel

El nombre de estos libros se debe al primero de los tres grandes protagonistas: Samuel, Saúl y David, siguiendo una costumbre antigua. Unos libros que, según dice Gerhard von Rad, presentan historias de personajes muy lejos de ser hombres religiosos, llenas de “amor y odio, intrigas, orgullo, humillaciones, astucia y pruebas de gran lealtad”, y unas figuras que el narrador haxce desfilar frente al lector, sin censuras para lo oscuro ni alabanzas para lo luminoso (Teología del Antiguo Testamento I: 390).

En un principio los libros de Samuel 1 y 2 se tenían como una sola obra. Parece que la división en dos libros la hicieron los traductores griegos de la Septuaginta, en la cual la obra de Samuel forma parte del libro de los Reinos.

Algunos investigadores, siguiendo a Martin Noth, afirman que la obra del autor Deuteronomista es una unidad hecha por un  teólogo después de la caída de Jerusalén, que miraba lo acontecido entre la división del reino y el exilio de tal manera que este era la consecuencia de la ruptura de la alianza de parte del pueblo. Sin embargo, es preciso hacer notar que la comprensión de la Ley en el Deuteronomio se encuentra en la historia de Saúl, quien, por desobedecer los mandamientos del Señor, se destruye a sí mismo, mientras que David, fiel a la alianza, es protegido por Dios.

Otros autores como von Rad y Frank Cross tienen una visión más positiva de la historia del  deuteronomista, fundamentada en la promesa que Dios hace a David y en su realización. Esto le permite a Cross hablar de dos momentos en la redacción de esta historia: una en la época del rey Josías y otra en el exilio.

Los investigadores actuales reconocen que los libros de Samuel representan el empeño teológico del antiguo pueblo de Israel para adaptar su fe al cambio radical de las realidades sociales y a los vínculos de sus costumbres con la providencia de Dios que se prolongan hoy para los creyentes de todos los pueblos.

Aproximaciones hermenéuticas

Martin Noth considera que solo `puede hablarse de historia en Israel desde la época monárquica, y que los libros de Samuel son la mejor fuente para esa historia. Von Rad afirma que las narraciones sobre la sucesión son el ejemplo más antiguo de la historia escrita y la narración más secular de toda la Biblia.

La nueva crítica literaria ha trabajado los libros de Samuel desde la perspectiva de los exiliados que necesitaban basar sus esperanzas  en la promesa de una monarquía estable, que no pudiera ser cuestionada.

En los últimos años una interpretación feminista ha abierto nuevas pistas para la comprensión de Samuel, con el análisis de los diferentes caracteres femeninos que abundan en estos libros y las relaciones que se establecen con los protagonistas: Samuel, Saúl y David, convirtiendo a las mujeres en la clave de la interpretación.

  • 1 Samuel 1.4-5, 9-11, 20

1.1-8. La familia de Elcana

La importancia que el autor da a la historia del nacimiento del profeta hace pensar que Samuel tuvo significación en la historia posterior, ya que fue considerado como el tránsito de la época de los jueces a la de los reyes. Es fácil comprender que, más allá de la historia familiar entre Elcana y Ana, el narrador quiere introducir una nueva experiencia en Israel.

Ana, la madre de Samuel, se llama la primera esposa y la favorita de Elcana, aunque era estéril. La monogamia predominaba en el AT, pero existía la costumbre de tomar una segunda esposa en caso de infertilidad de la primera, y parece que Elcana tomó por esposa a Peniná por esta razón. Los nombres de las esposas significan su función en la historia. Ana, “atractiva, atrayente”, y Peniná, “prolífica, fecunda”. Pero esta situación despertó la rivalidad entre las dos  mujeres, lo que hacía sufrir inmensamente a Ana, a pesar de la comprensión que le mostraba su esposo (cf las historias de Agar y Sara (Gn 16); Lía y Raquel (Gn 29.30-31).

Con ocasión de la peregrinación que la familia de Elcana hacía cada año al santuario de Silo, en donde se guardaba el Arca hasta que fue trasladada a Jerusalén, por primera vez se emplea el término Yavé Sebaôt (el que cera los ejércitos celestiales), término heredado posiblemente de la cultura cananea, que aquí es un nombre propio del Dios de Israel, que guía al pueblo en las luchas cruciales que se dan durante la formación del nuevo Estado.

El autor quiere destacar la religiosidad de la familia y la bondad de Elcana: él guardaba una porción del sacrificio para su esposa amada, que no quería comer y se pasaba el día llorando por su esterilidad.

1.9-20. El nacimiento de Samuel y el santuario de Silo

Se presenta aquí la historia de una mujer despreciada por su esterilidad y de quien el Señor escucha la súplica y le concede un hijo. Esta historia no es un caso único en la Biblia (ver Sara, madre de Isaac; Rebeca, madre de Jacob; Raquel, madre de José; la esposa de Manoa, madre de Sansón; Isabel la madre del Bautista). Esta narración recuerda el nacimiento de Sansón, quien como Samuel fue consagrado nazareo (Jue 13.5-7); nazareo era una persona que, entre otras cosas, debía abstenerse de tomar vino y dejarse crecer la cabellera (para ampliar el significado de esta consagración, ver Nm 6.1-21).

Ana se dirige a Dios para pedirle un hijo. El sacerdote Elí, que la observaba, no comprende su angustia. Ana defiende la dignidad de su oración y finalmente Elí la despide con su bendición. Ana concibe un hijo, y comprende que su oración ha sido escuchada por Dios, el cual se manifiesta en esta historia no con palabras sino con hechos: la concepción de una mujer estéril. Así, Samuel es el regalo de Yavé, y por eso su madre se lo consagra desde antes de nacer. La etimología del nombre es dudosa, pero Ana la explica teológicamente: lo llamo Samuel porque se lo he pedido a Yavé (v 20).

Lucía Hernández y Humberto Jiménez, Los libros de Samuel en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2005.Resumen y adaptación de GB.


Hebreos 10.11-18, 23-25

Análisis

Este texto sigue las líneas del que corresponde al domingo anterior, pero ahora va haciendo la transición en el sentido del efecto que tiene en el creyente: su sentido final es llegar al concepto de santificación. El argumento experimenta un giro. El sacrificio ritual, reiterado, no tiene sentido, no sólo porque ha sido hecho perfectamente en Cristo y se vuelve irrepetible, pero además se vuelve innecesario, a partir de que por ese sacrificio los creyentes han sido perpetuamente santificados.

V11-13: Reitera sobre conceptos anteriores, apoyando ahora sobre textos escriturísticos. Sin embargo aparece un matiz particular: cumplida la tarea sacerdotal, el Cristo asume su lugar en la esfera divina y su situación su vuelve cuasi pasiva. Su acción lo acredita como Hijo, y vuelve a su estado anterior, por encima de los ángeles y demás seres celestes. Así espera que lo que ya ha conseguido se complete casi en forma automática, como las fichas de dominó, cayendo todos los enemigos a sus pies.

V14: Esta particular santidad adquirida por Cristo pasa ahora a los creyentes, que ahora son santificados (aptos para el servicio divino) a perpetuidad. Es en ellos donde la obra “celestial” de Cristo debe mostrarse en su fuerza terrena.

V15-17: (salteados por el Leccionario) Introduce un florilegio de citas de Jeremías vinculadas a la idea de nuevo Pacto, atribuyéndolas al Espíritu Santo. La introducción de la figura del Espíritu como anunciador profético del Nuevo Pacto es significativa porque le añade un sentido trinitario que, de no ser así, estaría ausente del escrito. La importancia de estas citas es que mediante ellas se fundamenta el pasaje de la acción de Cristo al estado de los santificados. Y este pasaje es promesa y pacto testificado por el Espíritu Santo (el espíritu de la Santidad que ahora habita en los santificados).

V18: La ofrenda por el pecado desaparece en virtud del perdón. Es un concepto totalmente novedoso para el mundo antiguo. La ofrenda deja de ser pues, un débito que se paga. No hay más pecado, no hay deuda. En esto logra ir más allá de otros textos neotestamentarios.

V23-25: En la exhortación a la fidelidad que va desde los vs. 19-39, destacamos la fidelidad del Señor, que “cumplirá la promesa que nos ha hecho” y que por tanto nos ayudará a mantenernos firmes. Y enseguida, la exhortación a la fidelidad comunitaria, ayudándonos unos a otros y manteniéndonos unidos en nuestros encuentros para animarnos mutuamente. Esto es santidad compartida, santidad vivida en comunidad. (Este último párrafo lo agregamos en los Recursos, para completar la lectura que vinimos haciendo de la Carta a los Hebreos).

Comentario

¿Qué significa ser santificados en esta interpretación? No tiene en este escrito, el matiz ético de otras cartas, o el sentido de elección que le da la tradición profética. En su marco teológico la santificación es un especial estado que hace a algo o alguien especialmente disponible para agradar a Dios, liberado de las ataduras que lo ligan a lo manipulable y corruptible. Esa santidad ha sido adquirida por Cristo a perpetuidad, y transferida a los que se adhieren a él como nueva condición de vida.

¿Cómo somos, entonces, liberados de la corrupción y de la posibilidad de ser manipulados? Quizás en esa línea hay que buscar las mejores posibilidades homiléticas para este texto. Mantener la idea del testimonio del Espíritu y el sentido subjetivo del Pacto pueden ayudarnos a descubrir el sentido de esta santidad: somos testigos del Espíritu que renueva la Creación para liberarla de su corrupción (= Rom 8.20ss) y partícipes de un nuevo Pacto que quita a mi prójimo del ámbito de la manipulación de la ley para hacerlo objeto del perdón. El perdón ya no requiere ofrendas compensatorias, sino asumir esta santidad.

Néstor Míguez, teólogo y biblista metodista argentino en Encuentros Exegético-Homiléticos 8, ISEDET, Buenos Aires, noviembre 2000.
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