Convocados por el Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América Latina y El Caribe (CIEMAL), nos hemos encontrado como iglesias autonómas en la ciudad de Panamá para reflexionar y orar sobre la misión.
La Iglesia no puede definirse sin reconocer que participar de la misión de Dios en el mundo es parte inherente de su ser.
El metodismo llegó a América Latina desde el sur. La primer misión enviada por la Sociedad Misionera de la Iglesia Metodista Episcopal se instala en el Río de la Plata, primero en Buenos Aires en 1836 y luego en Montevideo en 1839.
¿Dónde está la clave para mantener la llama encendida de una iglesia y evitar el “apagamiento lento”? En primer lugar, en la disposición a ver y sentir la realidad que nos rodea, dejar al Señor mostrárnosla. Con sus ojos, con su amor, volver a la oración y la Escritura, pedir orientación y guía, buscar alrededor.
Hace tiempo que se expresa una profunda preocupación por el crecimiento de la iglesia. Esta preocupación se hizo evidente en la mayoría de las congregaciones que han venido sufriendo una disminución en la participación en los últimos años. Situación que se agravó durante la pandemia y el período posterior.
Paz y bien amada hermandad. Que el Dios de la vida plena y abundante esté junto a ustedes, guiando e inspirando su labor pastoral de apacentamiento, siendo buenos compañeros/as de camino,...
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Paz y bien amada hermandad. Que el aliento de vida plena les esté inspirando en sus caminatas, proyectos y tareas pastorales. Leemos en el libro de Hechos, en su capítulo 13...
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