Venga a nosotros tu reino

30 Abr 2025
en Episcopado
Venga a nosotros tu reino

“La venida del reino de Dios no es algo que todo el mundo pueda ver. No se va a decir: “Aquí está”, o “Allí está”; porque el reino de Dios ya está entre ustedes.”

Lucas 17. 20-21 (DHH)

Es muy propio de Jesús afirmar el Reino de Dios no meramente como su dominio permanente sobre toda la creación, sino como la irrupción histórica, escatológica y decisiva de su soberanía, que se está haciendo ya presente. Es decir que el reino de Dios está irrumpiendo en medio nuestro, ¡y hay que convertirse y creer en la buena noticia!

Quien se compromete con Jesús se compromete con el reino de Dios. No hay vueltas, no hay medias tintas: la causa de Jesús fue y es la del reino de Dios. Quien busca a Dios y pregunta por el Reino de Dios allí donde “la justicia y la paz se besan” ha de mirar hacia Jesús e internarse en las historias que sucedieron en su presencia y en historias que siguen ocurriendo hoy en su mismo Espíritu. ¿Quién es Jesús? No es otra cosa sino el reino de Dios en su persona.

Cuando experimentamos la vitalidad de Dios en su alegría por nosotros, cuando nuestras energías vitales reviven, entonces el reino de Dios deja de ser un gobierno lejano y ajeno, el reino de Dios se transforma en la fuente de la vida. Y sentimos el gobierno de Dios como el amplio espacio en el cual podemos percibir y desarrollar la plenitud de posibilidades que nos brinda nuestra vida.

En el sermón de la montaña, por ejemplo, Jesús enfatiza el renacimiento de todas las criaturas en la comunión con el creador: el gobierno de Dios es el nuevo espacio donde ya no hay hostigamiento ni ataque, sino que somos habitados y cautivadas por su gracia amorosa.

El reino de Dios lo experimentamos ya aquí en el amor, pues quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. Significa que Dios está cerca y totalmente presente, que permite a la humanidad participar de sus cualidades, de su gloria, santidad y bondad.

Para Jesús, el reino de Dios estaba en su mente y corazón, en su agenda del día, sin que nada se le interpusiera. En nuestro caso normalmente se interponen otras cosas, casi siempre nuestros propios intereses. Es necesario “buscar primeramente el reino de Dios” en mi propia vida, en tu vida, en todas nuestras vidas. Primeramente el reino de Dios, pues quien encuentra el gobierno de Dios se encuentra a sí mismo y a sí misma. Y esta realidad no existe por causa de la iglesia, pero la iglesia sí existe por causa del Reino de Dios.

Lo esencial del Reino de Dios no pasa por conocimientos teóricos, ni por elaboraciones doctrinales ni por teorías científicas, sino por la sensibilidad y una entrega en “espíritu, alma y cuerpo” (1 Tes 5.23) en esa materialidad que une la eternidad con el aquí y el ahora, la vida y la muerte.


“El Reino termina con los dualismos y une el cielo a la tierra, lo material y lo espiritual, lo secular y lo sagrado, lo ético y lo religioso, la ciencia y la religión, el idealismo y el realismo, lo social y lo personal, Dios, la gente y sus almas. Es universal…y es íntimo…” S. Jones


El llamado hecho por Dios a su Iglesia a través de la historia es el manifestar el gobierno de Dios y su justicia. Y la tarea es proclamar e incentivar con ese llamado y vocación a todas las gentes, en todos los pueblos, en todas las lenguas, en todas las culturas, en todas las áreas de la vida humana y es abarcativa de toda la creación.

El pastor y teólogo Dr. José Míguez Bonino afirma que


“El reino de Dios no es la negación de la historia sino la eliminación de su corruptibilidad, sus frustraciones, su debilidad, su ambigüedad –más profundamente su pecado– a fin de conducir a su plenitud el verdadero significado de la vida comunitaria del ser humano. En el mismo sentido, las “obras” históricas realizadas en todos los órdenes de la vida –social, económico, político– son permanentes en tanto y en cuanto pertenezcan desde ya, en su contenido y dinámica, a este nuevo orden”.


La iglesia es convocada a levantar señales del Reino, a vivir el nuevo estilo de vida según la fuerza y orientación de Jesucristo resucitado y dar a conocer esta nueva vida como parte de la Buena Noticia del Reino de Dios. La experiencia de Dios es una experiencia de profunda gratitud y además un descubrimiento gozoso. Por eso Jesús invita a descubrir el Reino de Dios, a hacerlo propio, agradecerlo, celebrarlo y hacerlo florecer porque, como él mismo dice, hay que ser tierra buena y acogedora en la que fructifique el Reino de Dios.

Por eso cantamos, con viejos y nuevos himnos, que el Reino de Dios no puede ser conmovido de manera alguna:


“Nada en contra suya prevalecerá, porque la promesa nunca faltará.

Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno, que Jesús nos ve.”

“Venga tu reino Señor y empieza tu fiesta en la vida

y nuestra espera y dolor transforma en plena alegría.”


Abrazo fraterno/sororal

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo


Compartir