Paz y bien amada hermandad.
Era invierno y en el pórtico de Salomón, una de las galerías del aire libre, que rodeaban la gran explanada del Templo y ante el acoso que recibe de parte de los judíos Jesús va a terminar afirmando:
«Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán ni nadie me las quitará».
Jesús no fuerza sino que llama. Si le escuchamos y le seguimos, establecemos con Jesús esa relación que lleva a la vida eterna. Te propongo que oremos juntos y juntas con esta oración de San Agustín.
«Te seguimos Señor Jesús, pero para que te sigamos, llámanos, porque sin ti nadie avanza. Que sólo tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Recíbenos como un camino acogedor recibe. Aliéntanos como la verdad alienta. Vivifícanos, puesto que Tú eres la Vida».
Amén.
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo