«Jesús le dijo: pues ve y haz tú lo mismo»
Carta pastoral de julio
Te invito a que leas con detenimiento el bellísimo relato que encontramos en el evangelio de Lucas capítulo 10, vs. 25 al 37. Aquí encontramos el desafío de la práctica del amor solidario. Es la propuesta de Jesús que permite la vida plena o definitiva, de un modo increíblemente gráfico. La pregunta por este tipo de vida le da lugar al cuento pedagógico de Jesús, enseñanza para quienes tienen oídos para oír…
La propuesta de solidaridad de Jesús nos desafía a salir de nuestras zonas de confort, a desinstalarnos, a desacomodarnos para ir al encuentro de la otra o del otro. El relato del evangelio nos acerca hasta la identificación de Jesús con el pobre-sufriente-marginado, que culmina en el envío a “ir a hacer lo mismo”. Don Pedro Casaldáliga, catalán y obispo emérito en la Amazonía, lo sintetiza en intensidad y profundidad: “humanizar la humanidad practicando la proximidad”.
“Estamos en una encrucijada civilizatoria, que ha puesto en jaque a toda la humanidad y al planeta como nunca antes. Pandemias ha habido en otros tiempos, pero nunca han tenido este alcance global: más de un tercio de la población mundial hoy está en cuarentena”, afirma la socióloga, escritora e investigadora Maristella Svampa.
Desde este contexto pandémico es que propongo que leamos este llamado de Jesús a la solidaridad y humanizarnos ante realidades y situaciones estremecedoras. Las desigualdades no se pueden seguir profundizando y por ello se requiere un profundo cambio de mirada para ver cómo se construye la vida.
También la misma socióloga afirma que “estamos ante un dilema: ganan los de siempre y vamos a un colapso generalizado o construimos un horizonte nuevo que articule justicia social y justicia ambiental, porque la próxima crisis va a ser –sin duda– climática.”
El alcance del llamado a la solidaridad en pos de la vida y la necesaria levadura para un mundo “nuevo” es de una urgencia y trascendencia sin precedentes. Como iglesia debemos discernir dónde están nuestras lealtades y a quién y a quiénes vamos a servir primero. Y la parábola ilumina esta clara opción por la vida como demanda evangélica.
La formulación de Jesús es extrema y se sitúa en la perspectiva de la hermosa utopía hacia la que debemos orientar la vida. Jesús conmueve las bases sobre las que se fundamenta la sociedad de todos los tiempos: el egoísmo y el dinero. Y propugna un nuevo paradigma donde empiece a amanecer una sociedad nueva, absolutamente nueva, tanto que hasta el adversario se convierta en lugar de amor y solidaridad al reconocerle su profunda dimensión sagrada.
Lo “milagroso” se hace posible. Lo que hace el samaritano lo podemos hacer los oyentes. Quienes escuchamos podemos hacer que el amor solidario triunfe en la vida cotidiana. Como oyentes recibimos el imperativo y la gracia del espíritu de Jesús, siendo encargados de hacer que lo milagroso acontezca, asumiendo el patrón de comportamiento del amor al otro, a la otra.
Amada hermandad, la narrativa programática de Jesús tiene sentido desde la opción de Dios por los pequeños y los pobres de este mundo, por los huérfanos y viudas, por humildes y hambrientos, marginados y despreciados que sufren y gimen al mismísimo Dios, víctimas de la violencia idolátrica que los sacrifica ante el Dios Mamón.
Somos llamados a dar respuesta a la pregunta sobre qué está sucediendo con los más pequeños y pequeñas del Reino de Dios. Puede resultar incómodo, pero los pobres, sí, el pobrerío, resulta ser –como el caído en el camino a Jericó– lugar privilegiado de experiencia espiritual y de encuentro con Dios.
“El mundo afuera de estos muros está esperando oír algo de nosotros que puede prender la luz en tiempos oscuros. Somos llamados (llamadas) a ser levadura y sal, velas en las tinieblas. Y no estamos solos (solas). Tenemos la promesa de Dios, tenemos la presencia de Cristo Jesús, y recibimos el poder y el compañerismo del Espíritu Santo.”
Theodore W. Jennings
En estos tiempos de paradigma individualista y de profunda crisis como humanidad, se siguen abriendo escenarios de desencuentros, se profundizan los abismos entre los seres humanos y la creación toda, se patrocinan grados escandalosos de insensibilización. Ante el mal en que estamos, somos llamados a buscar la vida buena, la del buen vivir en un compromiso activo con el Reino de Dios. Resuenen las palabras de Jesús: “pues ve y haz tu lo mismo” en esto de encontrar la vida eterna.
“Los que sufren bajo el poder de los sistemas de explotación y viven en la oscuridad de la desesperación, tienen que recibir la seguridad de que Dios está actuando para cumplir su promesa de un mundo lleno de justicia y misericordia.”
Theodore W. Jennings
¡Que el Señor de la vida plena y abundante nos siga conduciendo! Y el Cristo Solidario nos levantará cuando estemos caídos y doloridos en el camino de la vida, y renovará nuestras fuerzas para que seamos prójimos próximos, evidencias concretas, visibles y palpables de su multiforme gracia tierna y solidaria.
Abrazo fraterno/sororal.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo