Educación sexual integral: un camino para seguir recorriendo
La Ley de Educación Sexual Integral (…) implicó un cambio profundo para la comunidad escolar, ya que no sólo supone la incorporación de nuevos contenidos, sino que significa una apuesta hacia una escuela abierta a la problemática de los alumnos y sus familias; a la vida entrando a la escuela…
La sanción de la Ley de Educación Sexual Integral (Ley 26.150, de 2006) abrió un camino nuevo para la educación argentina, ya que estableció un nuevo derecho: el de recibir educación sexual integral para todos los educandos de los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de todo el país.
La creación de este derecho implicó un cambio profundo para la comunidad escolar, ya que no sólo supone la incorporación de nuevos contenidos, sino que significa una apuesta hacia una escuela abierta a la problemática de los alumnos y sus familias; a la vida entrando a la escuela; a la valoración de las emociones y de los sentimientos en las relaciones interpersonales; al fomento de valores y actitudes relacionados con el amor, la solidaridad, el respeto por la vida y la integridad de las personas y el ejercicio de los derechos relacionados con la sexualidad; al trabajo articulado con las familias y los centros de salud. Este cambio impone un desafío, porque tanto los docentes como la escuela toda, deben asumir ese lugar de contención y de acompañamiento en el trabajo de crecer y de adquirir valores.
Aunque muchas escuelas y docentes venían trabajando estas temáticas, como es el caso de las escuelas que pertenecen a la IEMA y otras comunidades religiosas, que desde su marco constitutivo consideran al niño como un ser integral, no todos los equipos directivos ni todos los docentes se encontraban preparados para asumir esta tarea que, a la sazón, constituye una obligación de los educadores.
El Ministerio de Educación realizó un trabajo sostenido para el cumplimiento de la nueva ley: elaboró el documento “Lineamientos curriculares para la Educación Sexual Integral”, aprobado por todos los ministros y ministras de Educación en Consejo Federal, en 2008 y creó el Programa de Educación Sexual Integral.
Las acciones del programa ESI incluyeron: estrategias de capacitación virtual para docentes y directivos de todo el país, estrategias de capacitación con encuentros presenciales y de trabajo en profundidad que se aplicó en 17 provincias, el diseño y distribución de documentos con los lineamientos y de sensibilización de los derechos vinculados al tema, la elaboración y difusión en las escuelas de materiales didácticos para su utilización en el contexto de las aulas y para trabajar con las familias.
Contar con herramientas conceptuales y metodológicas, es esencial para lograr la implementación de un cambio que se propone incorporar la sexualidad, que deja de ser representada como una dimensión acotada a las relaciones sexuales y al ámbito privado, para ser considerada como un contenido escolar, asentado en objetivos claros, pertinentes, factibles y evaluables en el al Proyecto Educativo Institucional de cada escuela y en cada aula, y además, para construir una enseñanza que busca revisar prejuicios e imágenes estereotipadas, promover la equidad de género y el marco de derechos humanos.
Si bien todas esas acciones desarrolladas por el Ministerio de Educación, apuntaron a la construcción de esas herramientas fundamentales para generar las condiciones que aseguren el cumplimiento de la ley, demuestran no ser suficientes para que se produzca un impacto significativo en las escuelas y que se concrete un trabajo sistemático que vaya más allá de los eventos aislados que suelen darse como respuestas de compromiso frente a la obligatoriedad impuesta por la ley. De hecho, en varias encuestas realizadas por agrupaciones gremiales, un alto porcentaje de docentes consideran insuficiente la capacitación recibida y no se sienten seguros para afrontar la tarea.
Se hace necesario, entonces, profundizar el trabajo y además de sostener en el tiempo la capacitación de docentes y directivos, es importante generar acciones de acompañamiento para consolidar la institucionalidad y transversalidad de educación sexual integral en los proyectos institucionales en cuestiones que no cubren las capacitaciones masivas, y que ayuden a abordar estas temáticas y las de mayor complejidad: género y diversidad sexual, violencia y abuso sexual, embarazo y maternidad/paternidad en adolescencia. Pero además requiere del apoyo y participación de toda la comunidad, familias, pediatras, especialistas en salud adolescente, clubes, iglesias, medios de comunicación, etc.
Como señalamos, la ley abrió un nuevo camino para que las instituciones educativas de gestión pública y privada, laicas o confesionales, asumamos este desafío que se nos plantea y abordemos estos temas con una mirada amplia y actualizada que tienda a transformar prácticas culturales prejuiciosas y no inclusivas y fomentar, basándonos en sólidos valores, la construcción de actitudes positivas frente a la sexualidad, la igualdad, el diálogo, la inclusión y el respeto por las diferencias.
El camino abierto nos presenta una oportunidad que no debemos desaprovechar, como miembros de la comunidad cristiana tanto en las instituciones educativas propias como en las instituciones escolares públicas, y también en los diferentes ámbitos sociales en los que nos desarrollamos, para garantizar el derecho fundamental de los niños de tener la mejor educación posible.
Claudia Lombardo
Lic. en Cs de La Educación y Magister en Didáctica por la UBA. Miembro de la Comisión de especialistas convocados por el Ministerio de Educación para la elaboración de los lineamientos curriculares de la Ley de Educación Sexual Integral (2008), Prof de UCEL, Directora del Programa UBA XXI, UBA. Ha dictado numerosos cursos de capacitación en el área del cuidado de la salud y sexualidad.
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