Vivir la gracia desde otro lugar
La particular mirada de Wesley sobre el amor y la acción de Dios
Jesús sacudió las comprensiones vigentes sobre el amor de Dios, produciendo visibles tensiones con quienes representaban y regulaban la interpretación de la fe de Israel. El apóstol Pablo será el encargado de explicar en detalle el significado del amor de Dios en Jesucristo por medio del concepto de la gracia, muchas veces contrapuesto al de La Ley, aquella antigua manera de interpretar y vivir el amor de Dios.
Siglos después, Martín Lutero confrontará al cristianismo europeo con las mismas cuestiones. Juan Wesley, más de doscientos años después, dará un particular giro a la gracia como experiencia profunda del amor divino. Ese amor primero y preexistente, del que tanto habló el Apóstol Juan en su evangelio y en sus cartas.
Juan Wesley nos invita a vivir y mirar la gracia en una perspectiva desafiante y radical en su práctica. Tanto en sus acercamientos al texto bíblico, como en la elaboración de su pensamiento teológico, es posible encontrar una nueva dimensión de la experiencia de la gracia. Su práctica pastoral confirma esta rica mirada y nos impulsa a revisar nuestras propias prácticas y aproximaciones a la experiencia de la gracia.
El enriquecedor aporte de Wesley puede observarse desde la pregunta ¿Cómo se mueve la gracia de Dios?
“Podemos razonablemente creer que en toda nación bajo el cielo, Dios seguirá el mismo orden que ha utilizado desde los comienzos del cristianismo. «Todos me conocerán», dijo el Señor, «desde el menor hasta el mayor de ellos», y no «desde el mayor hasta el menor» (este orden correspondería a la sabiduría del mundo que es necedad para Dios).” (La expansión del mensaje del evangelio, Sermón 63, p. 10. Obras T IV)
Wesley señala la dirección en que se mueve la gracia divina: “desde el menor hasta el mayor de ellos”, en esto se apoya en Jer 31: 34 y Heb 8: 11. Además, insiste en una intencionalidad divina al establecer este orden del menor al mayor, ya que a la inversa (del mayor al menor) “correspondería a la sabiduría del mundo que es necedad para Dios.”, aquí descansa en 1 Cor 2: 4-5.
Tan importante es este hallazgo para Wesley que verá en este orden intencional de Dios, mucho más que una señal, la llamará “matriz”, en la que se forja el cristiano y la iglesia toda.
“Todos sus deseos, pasatiempos, pasiones y enojos estarán moldeados en una misma matriz, porque todos estarán cumpliendo la voluntad de Dios en la tierra así como se cumple en el cielo.” (La expansión del mensaje… p. 12). Es decir, que, si Dios ha escogido manifestarse desde lo menor hacia lo mayor, o en palabras del Pablo, los tontos, débiles y despreciados. “Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios.” (1 Cor 1: 27-29)
En este punto, donde Wesley afirma que la gracia de Dios se mueve desde abajo, desde lo que la sociedad y la cultura humana tiene por pobre y hasta despreciable, emerge un elemento central de la tradición wesleyana. Este es un aporte fundamental del metodismo al cristianismo contemporáneo y una invitación a revisar la misión de la iglesia.
Joerg Rieger, en su libro “Gracia bajo presión” (Ed La Aurora, 2015) desmenuza este tema e interpela a la iglesia actual. Si la gracia divina se mueve de abajo hacia arriba, es en aquellos sectores de la sociedad que son marginados e invisibilizados, donde debemos buscar el soplo de Dios. El amor a Dios y el amor al prójimo, como hemos dicho desde este espacio muchas veces, son inseparables en las Escrituras y también en el pensamiento y la acción pastoral de Juan Wesley.
Rieger lo explica de esta manera:
“Es sorprendente como Wesley tomaba muy en serio el amor al prójimo, que la iglesia toma como algo extra – algo que se hace después, después que el amor de Dios ha sido declarado y celebrado en el culto. Wesley cambió radicalmente el orden de las cosas cuando incluyó las obras de misericordia – tradicionalmente entendidas como buenas obras para el beneficio del prójimo – en la lista de medios de gracia. Esta es una de las características más notorias de su teología; Wesley mencionó que estaba consciente que esto no es algo que se anuncie comúnmente.” (Rieger, p. 46)
La gracia divina que se mueve del menor al mayor implica que Dios está actuando en lugares que hoy no alcanzamos a ver. Rieger pregunta e interpela al metodismo: “¿Y qué tal si Dios está de hecho trabajando en los lugares donde menos lo esperamos – donde las presiones de la vida son más profundas?” (p. 33)
En muchas congregaciones metodistas de América Latina escuchamos decir “somos pocos” y “estamos envejeciendo”. Tal vez, esta manera de mirar cómo Dios actúa nos ayude a descubrir dónde hallar esa gracia que trae perdón, misericordia, comunión, alegría y justicia.
En próximas entregas continuaremos profundizando estos asuntos sobre la gracia de Dios y la misión de la iglesia en una perspectiva wesleyana.
Pastor Claudio Pose para CMEW