Respuesta de la FAIE a la carta del Presidente de la Nación

08 May 2019
en En contexto
FAIE

«Respuesta a la carta del Presidente de la Nación»

Buenos Aires, 8 de mayo de 2019

Sr. Presidente de la Nación Argentina
Ing. Mauricio Macri
S_/_D:

De nuestra consideración:

Hemos recibido con fecha del 6 de mayo del corriente año su carta con una invitación a acordar sobre ciertos puntos de consenso, mayormente referidos a cuestiones económicas.

En primer lugar, queremos reconocer positivamente el hecho de haber sido incluidos en esta convocatoria. Las iglesias evangélicas hemos sido ignoradas muchas veces cuando se han hecho llamamientos similares, y no deja de ser auspicioso que de esta manera se reconozca la pluralidad y diversidad religiosa en nuestro país. Es un camino que debemos seguir recorriendo hasta que se complete la plena libertad e igualdad religiosa.

También valoramos la búsqueda de consensos, puntos de partida comunes para la construcción de nuestro país. Sin embargo esos consensos no pueden ocultar que hay una pluralidad de enfoques posibles, intereses en pugna, situaciones sociales y culturales diversas que deben reflejarse en la amplitud de tales acuerdos. Insistir en que “hay un solo camino y es este” no permite luego elaborar un diálogo más fecundo. El primer punto de todo diálogo y consenso es establecer la agenda abierta de ese diálogo. Esperamos que ese diálogo se de y podamos participar del mismo.

Ya que se nos invita a expresarnos en torno de este posible acuerdo, aprovechamos para señalar nuestra posición, desde el Evangelio de Jesucristo, en torno de algunos de estos puntos, sin entrar en todos los detalles.

En cuanto a la legislación laboral y el sistema previsional, sin duda son perfectibles; la cuestión es la orientación con la cual han de modificarse. El Evangelio nos recuerda la dignidad de los trabajadores (1ª Timoteo 5:18) y el deber de cuidado de nuestros mayores (Levítico 19:32). Las recientes modificaciones legales en nuestro país y otros, por el contrario, han significado limitaciones de derechos laborales (que también son derechos humanos) y un perjuicio tanto económico como en otras prestaciones para nuestros mayores. Entendemos que toda reforma debe revertir esto y apuntar a mejorar la situación de nuestros trabajadores y las personas mayores.

En cuanto al respeto de leyes y contratos, por cierto que debe ser así. Pero desgraciadamente nuestro país conoce una lluvia de acusaciones cruzadas que revelan altos índices de corrupción, tanto en gobiernos anteriores como en el presente, que obligan a cuestionar la legitimidad de muchos de estos contratos y las modificaciones de las leyes por decretos de conveniencia.

Otro punto significativo es el décimo, el compromiso con los acreedores. Cabe recordar que hay una ineludible deuda social para con los sectores más postergados de nuestro pueblo. Nuestra primera deuda es con más de la mitad de los niños y niñas de nuestro país que viven en situación de pobreza y con necesidades básicas insatisfechas. No se puede pagar una deuda financiera con el hambre de nuestros niños y niñas: va contra toda ética evangélica, que por el contrario, reza por el “perdón de las deudas” y el camino de la gracia, tanto en lo espiritual como en lo económico (Deuteronomio 15:1-11).

Por lo demás, hay cuestiones técnicas o de política económica que son instrumentales y sobre las cuáles cabe diversidad de opiniones entre el pueblo evangélico. Lo que sí podemos reafirmar, a la luz del Evangelio, es que toda economía debe centrarse, no en el dinero (el apóstol Pablo nos recuerda que “el amor al dinero es la raíz de todos los males” –1 Timoteo 6:10– y que “la avaricia es idolatría”–Colosenses 3:5), sino en el ser humano, a quien Dios ama y en quienes se encarnó en Jesús, el Cristo, que se nos hace presente en los más débiles y vulnerables (Mateo 25:31-46). La justicia de una nación se ve en cómo trata a los más humildes de sus habitantes.

Para nuestra fe bíblica el punto de partida es la acción de Dios mismo:

“El Señor hace justicia a los agraviados, y da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos; abre los ojos a los ciegos; Dios levanta a los caídos y ama a los justos. El Señor guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y trastorna el camino de los injustos” (Salmo 146: 7-9).

Le saludamos atentamente
Por la Junta Directiva de FAIE

Anibal Vassalli
Secretario

Néstor Míguez
Presidente

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