Recursos para la predicación

15 Abr 2024
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 26 MayoMay 2024

Verde


Evangelio de Juan 2.23–3.17 – Presentación de Juan Mateos y Juan Barreto

Reacción en Jerusalén: Jesús, Mesías reformador. 2.23-25

La actuación de Jesús en el templo ha tenido gran resonancia. Muchos han tomado partido por él, descubriendo en él la figura del Mesías reformador, de acuerdo a la interpretación dada a su actuación por sus propios discípulos (2.17). pero la señal dada en el templo era claramente mesiánica; así lo demuestra el uso del azote de cuerdas, el cumplimiento de la profecía de Zac 14.21. Muchos prestaron adhesión a su figura (v 23), pero de manera equivocada, interpretando mal sus señales. Aceptan un Mesías poderoso que desafía el poder; no pueden imaginar que el poder de Jesús es un amor hasta la muerte.

Jesús ha mostrado su intención de liberar al pueblo de la explotación religiosa, pero dando a os dirigentes la oportunidad de rectificar (2.16). pero los ahora partidarios de Jesús no han visto que la señal manifieste su amor al ser humano, ni que anuncie unas sustitución del templo por su humanidad (su cuerpo) que, por ser la expresión máxima del amor de Dios, se convierte en el santuario donde en adelante brillará su gloria (3.17).Pero él, Jesús, no se confiaba en ellos, por conocerlos a todos (24): porque seguirlo no significa adherirse a un triunfador humano, sino aceptar al que va a dar su vida para salvar al ser humano y estar dispuesto a unirse a él hasta dar la propia vida.

Reacción farisea: Jesús, Mesías-maestro. Presentación y adhesión de Nicodemo. 3.1-2

Nicodemo es presentado como “un hombre” de los que Jesús conoce lo que llevan dentro (2.25), pero con dos precisiones: la primera declara que era fariseo. El partido fariseo se distinguía por su fidelidad a la Ley mosaica y según esa especial tradición interpretativa. Esperaban el reino de Dios, no por medios violentos sino a través del cumplimiento exacto de la Ley. La segunda precisión que presenta Jn es la del cargo: jefe entre los Judíos, es decir, miembro del Gran Consejo (Sanedrín). Es una figura representativa que, de hecho, hablará en plural (3.2: sabemos).

Impresionado por la actuación de Jesús, Nicodemo quiere manifestarle que él y otros como él están de su parte. Pero va verlo de noche, circunstancian que está en relación con “la tiniebla” (1.5). El mundo de la Ley que representa Nicodemo son tiniebla, son enemigos de la vida contenida en el proyecto divino sobre el ser humano (1.4). Con esa disposición, Nicodemo se acerca a Jesús, la luz.

Se dirige a Jesús con el título honorífico, Rabbí, Excelencia. Habla en plural y expone la persuasión a que han llegado: que has venido de parte de Dios como maestro. Coloca a Jesús como uno de ellos: es el Mesías-maestro avalado por Dios parainterpretarla Ley y a su servicio. Nicodemo, al contrario de las autoridades del templo, ve en las señales que realiza Jesús las credenciales de un enviado de Dios. Existen, por tanto, grupos selectos que están con Jesús y en contra de las autoridades del templo.

Sin embargo, al interpretar las señales las lee como denuncia de la corrupción institucional y promesa de restauración. Nicodemo y los que representa no perciben en las señales la manifestación del amor que culminará en la cruz. No comprenden el cambio de alianza, señalado por Jesús al anunciar la sustitución de templo; esperan la continuidad con el pasado (1.45b).

Planteamiento de Jesús e incredulidad de Nicodemo. 3.3-12

La expresión que se traduce de nuevo significa en griego al mismo tiempo de nuevo y de arriba, de lo alto. Jesús no admite los presupuestos de Nicodemo: la Ley no puede llevar al ser humano al nivel requerido por el reino de Dios; la Ley es “de abajo” (3.31), no es fuente de vida(1.4b); la vida viene “de arriba”, de un nuevo nacimiento.

Para Jesús, el reino de Dios, siendo una realidad social, está ligado,sin embargo, al cambio personal: si uno no nace de nuevo. Nacer de nuevo significa independizarse de un pasado, comenzar una experiencia y una vida. El reino de Dios presupone una nueva calidad humana. Para Jesús, el reino de Dios, mencionado únicamente en este pasaje de Jn, supone la creación acabada: es la realidad final, la etapa definitiva y sin término . Solo el nuevo nacimiento, que completa la creación del ser humano, comunicándole el Espíritu de Dios (Gn27: “el soplo de vida), le permite comenzar a vivir con plenitud(1.12: Los hizo capaces de hacerse hijos de Dios).

Vs 4. La primera de las dos preguntas de Nicodemo plantea la dificultad para él insuperable. La segunda propone una solución irónica por lo absurda: habría que volver al seno materno para nacer de nuevo, y la vida es irreversible. Al encerrarse en su pasado profesa un determinismo que niega a Dios la posibilidad de intervenir en la historia con un nuevo gesto creador; excluye así la posibilidad del cambio radical. Jesús, por el contrario, afirma la libertad: es posible esperar de Dios una vida nueva. Para Jesús, el nuevo nacimiento no resulta del esfuerzo humano, sino de la acción de Dios, que responde a la aceptación de la persona (1.12-13).

Vs 5. Jesús repite su afirmación anterior sin concesión alguna, pero sustituye el adverbio de nuevo/de arriba por otra expresión: (nacer) de agua y Espíritu, que es su explicación. En adelante, sin embargo, hablará solamente de “nacer del Espíritu” sin más mención del agua. Esta reducción, unida al significado “de arriba” aclara el sentido de la expresión de agua y Espíritu. “nacer de arriba” significa nacer del que está levantado en alto, es decir, de Jesús en la cruz. Así lo indica el paralelo entre 3.7: Tenéis que nacer de nuevo/de arriba, y 3.14: Tiene que ser levantado en alto este Hombre; a una necesidad corresponde la otra: él tiene que ser levantado para que los seres humanos puedan nacer de arriba.

El reino de Dios es un ámbito donde hay que entrar. Se expresa así en términos espaciales (entrar) el cambio radical que ha de verificarse en el ser humano, la adquisición de una nueva identidad, de una nueva vida (nacer de nuevo). Entrar significa, por tanto, adherirse y vincularse de un modo estable a Jesús, en quien Dios se hace presente como fuerza de vida que se comunica (3.4s). Así como los conceptos de Ley, templo, verdad, vida se encierran en Jesús, de igual modo el de reino. Jesús mismo es el espacio donde los nacidos de nuevo entran y permanecen. Este concepto se desarrollará en el cap 15 con la imagen tradicional del pueblo de Dios, la vid verdadera en la que el ser humano ha de insertarse y en la que ha de permanecer.

Vs 6: De la carne nace carne, del Espíritu nace espíritu Jesús continúa explicando el sentido de su frase, ahora mediante una oposición. Hay dos principios de vida: la carne y el Espíritu; cada uno trasmite la vida que posee. La carne, concepto estático, denota la condición humana débil, la persona inacabada, no terminada de crear; en consecuencia, transitoria, mortal, sin éxito. El Espíritu, concepto dinámico, denota la fuerza vital de Dios y el ser humano pleno. Nicodemo, como fariseo, piensa que la creación no continúa, que Dios ha terminado su tarea. Por eso el fariseo tiene como mandamiento principal el sábado, el día de descanso divino una vez terminada la creación (cf 9.13s). Se figura que en estas condiciones el ser humano puede llegar a su meta guiado por la Ley. Jesús no reconoce el descanso (5.17: mi Padre sigue trabajando); la creación no está terminada.

Vs 8: El viento sopla donde quiere, y oyes su ruido… El término “espíritu” significa originariamente “viento” y Jn juega en su doble significado. El viento/Espíritu es fuerza y dinamismo. Así, el Espíritu/viento que prepara ciudadanos para el reino de Dios, no conoce fronteras. Es decir, no solo la Ley no es camino para el reino, sino que éste tampoco está circunscrito a Israel, a su nación y tradición. El Espíritu creador es libre, no está ligada a nada ni por nadie.

Vs 10. Repuso Jesús: “Y tú, siendo el maestro de Israel, ¿no conoces estas cosas? El diálogo evela la tensión. Siendo Nicodemo una figura representativa, engloba el ministerio fariseo, característico de la sinagoga, que exalta y perpetúa a Moisés como legislador y maestro. Pero Moisés fue más que maestro, anunció un futuro (5.46: de mí escribió Moisés); y además, la tradición profética ofrecía datos que hacían comprensibles las afirmaciones de Jesús (cfJr 31.31; Ez 36.25: Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo, etc. Con el apego a un código que excluía de antemano toda novedad, se habían cerrado al Espíritu y a la acción de Dios. Habían sustituido el Espíritu por la letra, su dinamismo por el Libro.

El Mesías levantado en alto. 3.13-17

En oposición a la adhesión recibida en Jerusalén (2.23), que Jesús no aceptó porque suponía una adhesión equivocada de su mesianismo, se expone el verdadero término de la adhesión: el Hombre levantado, y la auténtica concepción del Mesías: el Hijo de Dios, prueba de su amor. La calidad del rey mesiánico que Jesús va a manifestar, no corresponde la expectación judía. Su reino, que será el de Dios, no se inaugurará con una manifestación de poder, sino con la del amor de Dios manifestado en la cruz, negación del poder (cf 18.36).

Vs 13: Nadie sube al cielo para quedarse más que el que ha bajado de cielo, este Hombre. Las expresiones de Jn sobre “el cielo” no deben ser tomadas en sentido espacial. Significa la esfera divina, caracterizada en cuanto excelente (superioridad) e invisible, aunque no inaccesible a la experiencia humana. La frase el que ha bajado del cielo está en paralelo con 1.32: el Espíritu que bajaba como paloma desde elcielo. “Haber bajado del cielo” equivale a haber recibido la plenitud del Espíritu, que ha hecho de Jesús el nuevo santuario (2.19,21), el lugar de la presencia divina (1.14).

Vs 14-15. Lo mismo que, en el desierto, Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado este Hombre, para que todo aquel que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva. La misión del Mesías consistirá en conferir al ser humano el amor y la lealtad (1.17), la vida propia y peculiar del reino. Por ello su triunfo es la cruz, demostración suprema de amor que lleva al dinamismo del Espíritu. De ahí que “ser levantado” signifique al mismo tiempo su muerte y su exaltación definitiva, la manifestación perenne de su gloria, que es la del Padre (17.1).

Ese hecho se explica con un episodio del éxodo, donde Moisés no aparece como el maestro de Israel, sino como aquel que, con su acción. Crea un tipo del Mesías (5.46: de mí escribió él). El texto se refiere a Nm 21.9 cuando, ante la plaga de serpientes venenosas, fabrica Moisés, por indicación de Dios, una serpiente de bronce y la levanta en un poste. Quien era mordido, al mirar a la serpiente alzada quedaba curado, o, según la expresión hebrea, vivía. En el caso de Moisés, la vida que se obtenía era transitoria; aquí, definitiva.

Este signo, del que brota la vida, es la expresión del amor de Dios a la humanidad (3.16), y está alzado de modo que el mundo entero pueda verlo. Toma el puesto de la Ley, que falsamente prometía vida (cf 1.17).

Vs 16. Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca. Se ofrece la explicación última de la realidad del Mesías. En el pasaje anterior (3.14-15) se le ha descrito partiendo desde el ser humano, como la señal visible, el Hombre levantado; ahora, partiendo de Dios, que toma la iniciativa insertando su acción en la historia. Jesús es el don del amor de Dios a la humanidad. El Hombre levantado a la vista de todos es al mismo tiempo el Hijo único de Dios (cf 1.34); ésa es su realidad escondida, que se revela al ser levantado en alto y mostrar así el amor de Dios al mundo.

El don se ha hecho en el pasado (demostró) y se va realizando a lo largo de la vida de Jesús, que culminará en el momento de ser levantado en alto, “su hora” (2.4), con la manifestación plena del amor de Dios, el don total de sí para comunicar vida.

Vs 17. Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él se salve. La doble formulación, positiva y negativa, que aparecía en 3.16, vuelve a encontrarse aquí. Pero la manifestación del amor de Dios y el don del Hijo único se describen ahora en términos de misión (envió…al mundo). El amor de Dios fue el móvil del envío del Hijo y su finalidad era salvar a todo ser humano; toda intención negativa queda excluida, el propósito divino es enteramente positivo y universal (el mundo).

Aparece por primera vez la denominación “el Hijo” aplicada a Jesús. Esta resume las dos anteriores: “el Hombre” (el Hijo del hombre, 3.13,14) y “el Hijo único de Dios” (3,16,18; cf 1.18). Jesús es “el Hijo”, en el cual se unen la raíz humana y la procedencia divina, el máximo exponente del ser humano que hace presente la plenitud de Dios.

Síntesis del comentario al Evangelio de Juan 2.23–3.21.

Dios, en Jesús, ofrece a todos la vida plena.

Tras la manifestación mesiánica de Jesús en el templo, donde ha denunciado la opresión y anunciado la sustitución del santuario por su propia persona, expone Jn la reacción al hecho: primero, de modo general; luego, la de los hombres de gobierno y de la Ley.

Están representados por un personaje perteneciente a las altas esferas del poder, judío observante y maestro de la Ley. Este no espera el Mesías de la fuerza, sino el Mesías del orden, el maestro capaz de explicar la Ley e inculcar su práctica, para llegar así a construir el hombre y la sociedad. El problema está en la validez de la Ley como norma de conducta y fuente de vida,como medio de implantar la sociedad humana que Dios desea y promete.

Jesús echa abajo el presupuesto de Nicodemo: no se puede obtener plenitud y vida por la observancia de la Ley, sino por la capacidad de amar. Esta capacidad, que da el Espíritu, le viene de Dios y ella completa el ser del hombre. Los dos aspectos de la Ley se concentran en Jesús mismo levantado en alto: él es fuente de la vida definitiva, el Espíritu, y al mostrar su amor con el don de su vida, la norma para que el hombre alcance la plenitud.

Solo con hombres dispuestos a amar hasta la muerte puede construirse la verdadera sociedad humana. Son los hombres libres, que rompen con un pasado para comenzar de nuevo, no ya encerrados en una tradición, nacionalidad ni cultura. Su vida será la práctica del amor, el don de sí mismos, con la universalidad con que Dios ama a toda la humanidad.

Dios, en Jesús, ofrece así a todos la vida plena. El hombre tiene que optar entre la vida y la muerte. Quien de alguna manera es enemigo del hombre y de la vida, la rechaza y se condena él mismo a morir. Quien está por el ser humano y por la vida, se adhiere a Jesús.

Toda empresa que pone por base el hombre a medio hacer, al hombre si amor, está condenada al fracaso.

Juan Mateos y Juan Barreto, en El Evangelio de Juan, Cristiandad, Madrid, 1982. Extractamos la “Síntesis” de ese comentario, p. 184-198 y 204. Resumen de GBH.


Profeta Isaías 6.1-8 – Presentación de Pablo R. Andiñach

La misión encomendada a Isaías.

Abordaremos el desafío de ser creyentes y anunciadores de la Palabra a partir del llamado a Isaías, en el convencimiento de que así como en aquellos tiempos como en los nuestros el Espíritu continúa convocando hombres y mujeres para su ministerio. Y hoy como ayer, esa invitación suele tener más resistencia en nuestros propios miedos y debilidades que en las verdaderas limitaciones que se invocan.

El lenguaje de este texto

Isaías dice primero que tiene miedo de morir. Esto es debido a que siendo un hombre pecador y perteneciendo a un pueblo impuro considera que no puede ver a Dios. Lo primero en nuestra predicación que es necesario hacer es clarificar dos cosas: que se refiere simbólicamente a “ver a Dios” y que su impureza le viene por pertenecer a la raza humana.

Lo que asusta a Isaías es que siendo un ser humano pueda vincularse directamente con el creador. Este temor viene de antiguo cuando se fue gestando la idea de un Dios lejano e inaccesible, al que no podía llegarse porque su presencia mataba a quienes se acercaban a él. El miedo viene del mismo Isaías y no de Dios, que no mata a nadie porque se acerque a él. Su temor nace de creer que respetar a Dios es no acercarse a él, cuando en realidad respetar su Palabra es asumirla fielmente y “acercarse” lo más posible a su presencia.

El otro aspecto es el de la impureza. La distancia entre la santidad de Dios y nuestra condición es inmensa pero para Dios ese no es un problema, pues ha enviado a su hijo para que recorra esa distancia y nos acerque a él. En la encarnación Dios se hizo ser humano asumiendo y transitando esa distancia. Es la gracia de Dios la que nos habilita para vincularnos con él sin miedo ni distancias, y nos permite asumir el compromiso de ser testigos de su evangelio.

El símbolo del ángel que toca la boca del profeta con una brasa que purifica su boca para hacerla apta al anuncio del mensaje que Dios le encomienda no está lejos de lo que nosotros hoy anunciamos como acción de Dios en Cristo. También nosotros hoy necesitamos que se nos limpie de mezquindades e incredulidad a fin de tener la posibilidad de compartir su ministerio aquí en la tierra. Nos hizo discípulos suyos, nos invita a su mesa, nos encomienda una tarea.

La misión

Hay muchos matices y desafíos diversos cuando deseamos hablar de la misión cristiana. En este momento de la predicación es oportuno referir al Juan 3.16 y apelar a que una vez habilitados por Dios nuestra tarea se concentra en anunciar esa verdad con la boca pero también con la vida, en la acción concreta que da fortaleza a la palabra predicada. En Nicodemo vemos a una persona deseosa de conocer la verdad y en búsqueda de alguien que le indique la dirección a seguir en su vida. ¿Es muy distinto eso de la búsqueda que tantos hombres y mujeres tienen hoy?

Uno de los riesgos de hablar de misión es reducirla por cualquiera de sus lados. Algunos piensan que la misión de una tarea que debe concentrarse en el testimonio de vida interior. Quienes han tenido una experiencia personal e íntima con Dios suelen considerar que su misión es hacer que todos accedan a la misma experiencia. Por otro lado están quienes han experimentado la presencia de Dios en la acción por el prójimo. La espiritualidad viene en estos casos como consecuencia de una experiencia concreta de encuentro con los más necesitados o con aquellos que nos rodean. Por un lado se enfatiza la experiencia interna y en el otro la externa, Cristo en el corazón contra Cristo en el prójimo.

La lectura atenta y madura del evangelio muestra que tal dicotomía es ajena a él. Que no hay experiencia interna de Dios sin consecuencias visibles y concretas en nuestra relación con el prójimo, y por el otro lado, no hay encuentro con Cristo en el prójimo sin que haya una conversión del corazón, es decir, la totalidad de la vida.

En conclusión, la experiencia de Isaías, y la de Nicodemo, nos ayudan a delinear nuestro compromiso con el mensaje de Dios hoy. Ambos tenían dudas, temores, preguntas. Ambos recibieron respuestas a sus inquietudes y no quedaron con las manos vacías.

Proponemos entonces organizar la predicación de acuerdo a los siguientes puntos:

  1. Dios nos llama a una misión.
  2. No debemos temer ni considerar que no estamos capacitados para ella.
  3. Dios capacita y da herramientas para la tarea.
  4. Debemos evitar la falta disyuntiva de espiritualidad vs. acción. Ambas cosas van juntas.
  5. El ejemplo de Jesús nos invita a vivir su evangelio sin fisuras.
Pablo R. Andiñach, en Estudios Exegético-Homiléticos 39, ISEDET, junio 2003. Resumen de GB.


Salmo 29 – Presentación de Mercedes García Bachmann

El Salmo 29 es un salmo muy antiguo y bastante corto. Tiene algunos problemas textuales, debidos en casi todos los casos a la influencia de otras lenguas, especialmente el fenicio y el ugarítico. Hace mucho fue identificado como un canto a un Dios de la fertilidad (cananeo o babilonio, siempre hubo mucho intercambio en este sentido) adaptado en el salterio cambiándole el nombre de la Divinidad a quien se dirige. Por otra parte, varios comentaristas han rechazado esta supuesta toma prestada de un himno ajeno; lo hacen sobre la base de que su métrica y estructura son demasiado parejas para haber tomado prestado y solo haber modificado el nombre; más bien se inclinan por un himno creado en hebreo como “mensaje anti-Baal” (Pardee, 156).

Estructura

Después del encabezamiento adscribiendo el salmo a David, hay un llamado o invitación a rendir a Yavé gloria y honor en los v. 1-2. El Salmo continúa con la descripción de una teofanía (manifestación divina) en la que abundan imágenes visuales y auditivas; finalmente, en los v.10-11 hay una conclusión en forma de aclamación, dándole a Yavé la gloria e invocando ese poder sobre el pueblo de Dios. Este Salmo contiene una gran cantidad de términos que se han vuelto más comprensibles a la luz de los descubrimientos en Ras Shamra (Ugarit). Está basado sobre el paralelismo en escala (o escalera) de tres esticos, muy visible en el v. 5, por ejemplo:

La voz de Yavé (estico A)
quebrando los cedros (estico B)
y quiebra Yavé los cedros del Líbano (estico C)

El tercer estico agrega algo a lo expresado en el segundo, sin cambiar el sujeto del primero: Yavé.

Schaefer se pregunta cuáles son los motivos organizadores del Salmo y dice que es la gloria de Yavé. El presenta así el esqueleto del Salmo 29:

“v. 1 rendid al Señor
rendid al Señor gloria y fuerza
v. 2 rendid al Señor gloria
al Señor con esplendor
v. 3 la voz de el Señor sobre las aguas
(Dios de) gloria
el Señor sobre las muchas aguas
v. 4 la voz de el Señor poderosa
la voz de el Señor con esplendor
v. 5 la voz de el Señor quiebra los cedros
el Señor quiebra los cedros del Líbano
v. 7 la voz de el Señor relampaguea llamas
v. 8 la voz de el Señor sacude el desierto
el Señor sacude el desierto
v. 9 la voz de el Señor causa, descuaja, gloria
v. 10 el Señor se sienta entronizado
el Señor se sienta entronizado
v. 11 el Señor da fuerza
el Señor bendice con la paz”

V. 1. Este llamado a rendir gloria a Yavé ocurre en la corte celestial. No está claro si quien lo emite es el Salmista o una mensajera divina en dicha corte; de todos modos, como en Isaías 6, Job 1, el Apocalipsis y en otros textos, lo que ocurra en la corte celestial está abierto a la visión humana porque su función es, precisamente, comunicarnos algo a nosotros/as criaturas. El v.1 usa dos aclamaciones en paralelo:

¡Rendid a Yavé, hijos de ’El!
¡Rendid a Yavé gloria y poder!

’El era el Dios máximo del panteón cananeo y, de allí, genérico para “Dios”. Las traducciones de este término varían mucho de comentario a comentario y de Biblia a Biblia: “Dios”, “Dioses”, “seres divinos”, “poderosos”.

Los v. 3-9 describen la manifestación de Yavé en la tormenta; una tormenta de proporciones tales que es difícil saber si la debe tomar literalmente o es una descripción cósmica.

Los vs. 3b, 4a, 4b, 5a, 7, 8a y 9a (¡7 veces!) contienen la expresión qol, “voz” y “trueno” seguida por el nombre de Yavé. La mayoría de las traducciones entienden estas dos palabras en constructo, vale decir, “la voz de Yavé” o “el trueno de Yavé”. González, sin embargo, las separa y une YHWH con lo siguiente, haciéndolo sujeto del verbo o la oración pronominal que siguen. Tomando como ejemplo los v. 4-5a, veamos la diferencia entre ambas interpretaciones (ambas posibles en el hebreo):

“4 Una voz:
el Señor en poderío;
una voz:
el Señor en majestad;
5 una voz:
el Señor quiebra los cedros,
quiebra Yahveh los cedros en el Líbano”
(González, 152)

“4 La VOZ del Señor es potente,
la VOZ del Señor es magnífica,
la VOZ del Señor troncha los cedros,
troncha el Señor los cedros del Líbano”
(Alonso Schökel y Carniti, 454)

El trueno y el viento aparecen a menudo como las armas de batalla de Ba‘al (y otras Divinidades del Antiguo Oriente Cercano), quien, tras salir victorioso en la lucha, se asienta e instala su palacio en un monte alto, desde donde gobierna sobre otros/as Dioses/as y sobre la creación; aquí (como en el Salmo 104, Génesis 1 y otros textos), la creación es más que nada orden en un mundo regido por diversas fuerzas, algunas buenas y otras no. ¿Y quiénes son los enemigos? En los poemas épicos cananeos, el Mar), el Río y Lotan o Leviatán (el Dragón) entre otros.

En los vs. 5-8 hay un desplazamiento geográfico de la tormenta, comenzando en el mar (¿el Mediterráneo o las aguas de sobre el firmamento?), continuando por los cedros del Líbano (emblemáticos de los montes de aquella región), luego por el Sirión (nombre fenicio del Monte Hermón, en la actual Siria) y hasta el desierto de Cades (mencionado en la literatura ugarítica). Como bien señalan Alonso Schökel-Carniti, en esta teofanía lo “más importante es el proceso imaginativo” que permite, a la cuenta de siete truenos ensordecedores, presenciar el paso de la tormenta o la Divinidad (según elijamos interpretar el Salmo) por una tierra que queda sacudida y en gran medida destruida.

El v. 9a (TM) dice literalmente, “hace parir las ciervas”, yejolel ’ayyalot. Muchos comentarios y traducciones revocalizan a ’elot y traducen “sacude la estepa”, “estremece las encinas” y frases similares. Pero, como muestra Dahood, en Job 39.1 aparece exactamente la misma expresión (Job 39 tiene muchos elementos tomados de la poesía cananea); además, habían aparecido ya los novillos y los búfalos en el v. 6, de modo que no hay por qué eliminar esta expresión, especialmente por ser difícil de explicar. (Ese es uno de los principios de la exégesis, llamado lectio difficilior: es más difícil que alguien haya “corregido” un texto complicándolo con una lectura más difícil de entender y de explicar que al contrario, por lo cual en general la lectura más difícil es la original).

El v.9b presenta dificultades serias de traducción. Se trata del y‘rwt, posible plural de y‘r. La Biblia de Jerusalén traduce “y las selvas descuaja”.

Los v. 10-11 cierran la alabanza constatando que, habiendo vencido / siendo vencedor, Yavé reina sobre todo y todo le rinde culto: está sentado, en su trono celestial, como rey eterno: melek le‘olam. El v. 11 introduce un tema ausente hasta el momento: el pueblo de Dios; muchos comentarios lo suponen una adición tardía (de la que hay que rendir cuentas en la hermenéutica, aun si es posterior).

En el v. 10 aparece el término lammabbul; este término aparece solamente en Génesis 6-11, en referencia al diluvio que Yavé produce por causa de la maldad humana (¡otro fenómeno cósmico!). Cross traduce “Yavé se sienta entronizado sobre el Dragón de la inundación”. Aquí en realidad no se alude al diluvio de los tiempos de Noé, sino al mito de la lucha de Baal sobre el dragón del caos y las aguas primordiales, Yamm, a quien Baal tiene que vencer para poder ser proclamado rey del panteón ugarítico. Por eso, Yavé reina entronizado sobre el (Dragón del) Diluvio o la Inundación. Por esto, varios comentarios consideran éste un salmo de entronización, caracterizado por una liturgia celestial que se nos abre a los humanos y humanas, pero que sucede en la corte celestial. Una corte en la que, obviamente, además de Yavé/Dios hay otros seres (¡de lo contrario no sería una corte!); seres que le reconocen a Yavé la supremacía y el honor.

Sugerencias para la prédica

Probablemente se requiera combinar varias de las lecturas para este domingo y no quedarse sólo con el Salmo. Una posibilidad es comenzar con una especie de encuesta o diálogo (que se puede hacer previamente también) acerca del significado de este símbolo de la acción de Dios: ¿Es necesaria? ¿Por qué? ¿Qué significa que Dios elige manifestarse de distintas maneras? ¿Qué significa esta diversidad en nuestra misión? ¿Cómo hablamos hoy de Dios?

Isaías 6 y el Salmo 29 nos transportan a la corte celestial, donde Dios / Yavé reina con una multitud de seres celestiales acompañándolo y rindiéndole gloria y honor. Nuestro culto tiene esa misma finalidad de adoración; así como de reflexión sobre su palabra y la comida en común (Santa Cena, Eucaristía). Si bien las dos teofanías (a Isaías en el templo de Jerusalén y la mostrada en el Salmo, sin ubicación concreta) podrían muy bien causar miedo al comparar nuestra humilde situación humana con la grandeza de Dios. La intención de estos textos no es causar miedo, sino gratitud y alabanza, como lo hace el o la Salmista y lo ha hecho Israel desde tan antiguo. La Epístola a los Romanos retoma en cierta forma este tema: No hemos recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor, sino de hijos e hijas adoptivos/as, injertados/as al árbol de la relación entre Yavé y el pueblo judío, gracias a Jesucristo, para poder clamar a Dios y reclamar las bendiciones de Dios como Israel lo hizo y lo hace.

NOTA: Para la elaboración de este EEH se usó la siguiente bibliografía:

Luis Alonso Schökel y Cecilia Carniti, Salmos I (1-72) (Estella, 1992).

  1. González, El libro de los Salmos (Herder, Barcelona, 1966) 152-155.

H.-J. Kraus, Los Salmos I: Salmos 1-59 (Sígueme, Salamanca, 1993).

Mercedes García Bachmann, biblista luterana argentina en Estudio Exegético–Homilético 74 – Junio de 2006, ISEDET, Bs As, Argentina.


Romanos 8.6-17 - Libertad y Justicia II: Ya no esclavos, sino hijos e hijas
Presentación de Néstor O. Míguez

Ver la introducción a Romanos 8 en los Recursos del dgo. 16 de mayo.

“El pensar-sentir-voluntad-actitud-mentalidad de la carne es muerte, pero el llamado del Espíritu es vida y paz” (v. 6). De esa manera se contrapone una propuesta carnal, que conduce a la muerte, frente al que ha­bitó al mesías en su encarnación y el que anima al creyente por el espíritu. La dificultad de traducir a nuestro idioma (y a muchos otros) el concepto de fronesis puede verse en las muchas acepciones de los diccionarios[1] y en las formas en que diferentes versiones interpretan la misma palabra aún en esta apretada conjunción de frases. Así, por tomar un ejemplo clásico, la primera versión española, de Casiodoro de Reina (Biblia del Oso) traduce fronesis en el v. 5 por ‘saber’, pero en los siguientes recurrirá a ‘prudencia’, si bien en Flp 2.5 usa ‘sentir’; mientras que la Revisión RV 1960 nos propone ‘pensar’ en el v. 5, en el v. 6 ‘ocuparse’ y en el v. 7 ‘designios’. La BJ usará en estos versos alternativamente ‘vivir según’ y ‘tendencia’, aunque en Filipenses 2.5 tradujo por ‘sentimiento’. Por su parte, Lutero, en la primera versión alemana traduce con la raíz ‘sinn’, jugando con las ideas de sentido y sentimiento. Podríamos multiplicar los ejemplos en versiones e idiomas para ratificar la dificultad de encontrar un solo término que abar­que esta experiencia holística del ser humano, esta forma de ser de un modo u otro, que incluye lo corporal, lo mental, lo volitivo, las emociones, la pro­pia orientación vital.

De esta manera se produce una forma de ser ‘en la carne’ (guiada por la ley y la codicia) y otra forma de ser en el espíritu, sostenida por la presencia mesiánica, que ofrece el amor divino que nos habita (oikeo –v. 9) por su gracia. El fronema de la carne no puede conocer a Dios, se extraña de la presencia divina en tanto ya no tiene lugar en ello el verdadero amor y sólo conoce el dictado de la ley que obliga y castiga, y no ya el espíritu que trae vida y justicia.

Aquí se nos presenta otra dificultad interpretativa, que es el término sarx (carne) y sus derivados. No es posible en este espacio considerar todas las aristas y matices que tiene el uso bíblico y extrabíblico de este término, tanto en el tiempo de las Escrituras canónicas como en la filosofía de su tiempo, y la multitud de atribuciones que tomó en la historia de la teología. El artículo correspondiente del Diccionario Teológico del NT lle­va más de 50 páginas, compuesto por tres autores, y sobra decir los milla­res de páginas que han malgastado a este propósito los moralistas de toda laya. Para nosotros, al menos en este contexto, seguiremos tratando de ser coherentes con lo que hemos planteado: la carne es lo que se deja seducir por la codicia provocada por la letra de ley, por un deseo auto centrado, y por lo mismo es lo que se expone a corrupción. Por ello queda destinada a la muerte (ver más adelante sobre la ‘corrupción de lo creado’, vv. 20-21).

Este espíritu de vida, pues, es quien nos guía a la justicia liberadora, la justicia que es por la gracia, la que supera la condena. Por ello es el espíri­tu que pudo levantar a Jesús de la muerte. Nótese que aquí Pablo usa el nombre propio de Jesús, y no el título mesiánico, y esto es de suma importancia, pues se refiere al hombre que es Jesús, a quien Dios envío “en semejanza de carne de pecado”. La resurrección de Jesús, en tanto obra del espíritu, el mismo espíritu que nos habita, trae vida al cuerpo más allá de la carne (v. 11), dis­tinguiendo así la vida ‘en el cuerpo’ de ‘la carne’. Nuestros miembros, vi­vientes, son ahora ‘instrumentos de justicia’ (Rom 6, 13c y 19c).

A partir del v. 12, Pablo elabora las consecuencias ético-teológicas de esta distinción, apelando a una nueva metáfora (nueva en este capítulo, aunque recurrente en la literatura paulina), la distinción entre esclavitud y filiación.

Nuestra vida se debe, entonces, a que dejamos atrás el reclamo de lo carnal, que esclaviza, porque obrar según este modo sólo puede acarrear muerte (para sí y para otros). Si el Espíritu nos hace posible una vida reno­vada, ya no serán “las obras de la carne” las que marcarán el horizonte de nuestra vida, sino la vida misma que se abre en la perspectiva de lo divino. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (v.14).

Recordemos una vez más que la carta está dirigida a la comunidad de Roma, la capital de un imperio esclavista. Comunidad que ya ha expe­rimentado tensiones, conflictos internos y externos y persecución, que se reflejan en los capítulos finales. Pablo dirige esta misiva para alguna gente a la que conoce (según parece por los saludos finales) pero para muchos que no lo conocen a él ni él a ellos, y, más aún, para una comunidad cuya diná­mica le es relatada por terceros. Al entrar en el terreno de la vida práctica aparecen en escena estas tensiones y temores.

Por ello hay que reafirmar el vínculo comunitario y la certeza de la fe. Esto es fundamental para no recaer en una interpretación moralista e individualista de la distinción entre lo carnal y lo espiritual. Lo espiritual es lo que nos incluye en una nueva comunidad, que no está ya atada a la dinámica esclavizadora, sino que aspira a la libertad y la justicia. Lo que se afirma es la libertad del hijo que alcanza la mayoría de edad.[2] Es en esa comunidad, la comunidad del Hijo, que conocemos el espíritu de vida, y no por una experiencia subjetiva.

A través de este ejemplo, que en el contexto del imperio romano no se aleja de la cotidianeidad que vivían muchos de sus receptores, probable­mente ellos mismos esclavos o libertos atados por vínculos clientelares a sus patrones, se busca señalar la insurgencia de un nuevo tiempo, de una nueva identidad, que supera la esclavitud “en la carne” a la que muchos de ellos están sometidos, para anunciar la posibilidad de una vida liberada antici­pada por el espíritu que nos habita. Es en esa comunidad que somos hechos partícipes tanto en el sufrimiento del tiempo presente como en la gloria del kairos mesiánico “Pues no han recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíri­tu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (vv. 15-17).104

[1] Sin que sea totalmente seguro, varios lingüistas atribuyen a la raíz *fren (diafragma) la etimo­logía del concepto, al señalar la alteración en la respiración que producen las emociones, a la interioridad del pensamiento, o a la dimensión psico-somática del sentir. Ver: Theological Dictio­nary of the New Testament - Vol. IX. Grand Rapids, Mi: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1977, pp. 220-235.102

[2] En este caso no corresponde el lenguaje inclusivo, pues en el imperio romano las hijas mujeres nunca eran plenamente libres, ya que las mujeres debían siempre depender legalmente de un varón. Las mujeres creyentes, en este caso, son libres “en el hijo”, por su identificación mesiánica y no por su género (cf. Gal 3, 28: “En Cristo ya no hay […] varón ni mujer”).

Néstor O. Míguez, biblista metodista argentino: La Vida en el Espíritu de Vida. Estudio de Romanos 8: Nada nos separa del Amor de Dios, en RIBLA, Revista de Interpretación Bíblica Latino-americana Nº 87, 2022/2, Quito, Ecuador. Extractos de GBH.


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