Cuarto domingo de Adviento

Salmo 89:1-4, 19-26; 2ª Samuel 7:1-11, 16; Romanos 16:25-27; Lucas 1:26-38

Evangelio de Lucas 1.26-38: El ángel Gabriel visita a María, joven comprometida con José, y le dice: Vas a quedar encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Jesús, y Dios le dará el trono de David y su reino no tendrá fin. ¿Y cómo, sin haber estado con un hombre? Para Dios no hay nada imposible… “Yo soy la sierva el Señor”.

2do Libro de Samuel 7.1-5, 8-12, 16: El rey David le dice al profeta Natán: ¿Cómo puede ser que yo habite en palacio de cedro y el arca de Dios esté bajo unas cortinas? Pero el Señor le manda a decir a David: No serás tú quien me construya un templo. Uno de tus hijos me construirá un templo, y yo afirmaré su reino para siempre.

Salmo 89.1-4, 13-14: Siempre diré que eres bondadoso, Señor, que tu amor y tu fidelidad son eternos. Tu trono está afirmado en la justicia y el derecho, el amor y la fidelidad salen a tu encuentro.

Carta a los Romanos 16.25-27: Alabemos a Dios que puede hacerlos a ustedes firmes, de acuerdo con lo que él reveló en su designio secreto, que ahora se ha dado a conocer. ¡A Dios sea la gloria por medio de Jesucristo!