Recursos para la predicación

27 Nov 2023
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 03 DiciembreDic 2023

Morado

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Marcos 13.24-37 – Presentación de René Krüger

Consideraciones exegéticas

Hay cinco conjuntos de materiales diferentes en Marcos 13: la destrucción de Jerusalén, los engaños y las tentaciones de los falsos cristos, la persecución de los cristianos, la segunda venida de Jesús y la necesidad de estar preparado. La redacción compaginó estos conjuntos formando un discurso coherente, sólidamente estructurado como una gran simetría que en su primera parte (vs 1-9) anuncia los principales temas, mientras que la segunda (vs. 11-37) los desarrolla.

Lo decisivo para la interpretación de todo el capítulo es el versículo central de la estructura simétrica, el 10, de un contenido verdaderamente “antiapocalíptico”, pues inculca la necesidad de la proclamación universal del Evangelio: Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones, prácticamente una versión sintética de la gran comisión de Mateo 28. Mediante esta “cuña” incrustada de manera llamativa en medio de todo ese panorama apocalíptico, el texto desvía literalmente la atención de las especulaciones sobre el fin del mundo y coloca el énfasis en la tarea misionera. Tengamos, pues, en cuenta esa perspectiva misionera central –en el doble sentido de la palabra– que trastoca el tradicional esquema apocalíptico.

Hacia el final del capítulo (vs. 33-37) se plantea la necesidad fundamental de mantenerse en expectativa. Este llamado a velar se combina con el mandato misionero del v. 10, con la exhortación a la perseverancia vinculada a la promesa de salvación (v. 13), y con la certeza de la calidad permanente de la palabra de Jesús (v. 31). Queda conformado así todo un programa en contra de los posibles engañadores y las “falsas alarmas” fundadas en circunstancias terribles. Las catástrofes aparecen pintadas con los clásicos colores apocalípticos: guerras, rumores de guerras, enemistades, persecución, terremotos, hambre, divisiones –incluso familiares, odios, angustias, opresión.

Ante este cuadro global conviene tener presente algunas cuestiones. En primer lugar, el análisis de las tradiciones apocalípticas nos indica que se trata de un lenguaje empleado sobre todo en tiempos de enormes peligros y persecuciones políticas. Ese lenguaje permitía expresar el dolor y a la vez la certeza de que Dios se oponía totalmente a ese estado de cosas, y que pronto iba a intervenir para liberar a quienes permanecían fieles.

Y luego, que el género apocalíptico se emplea para fortalecer la fe, dar firmeza al amor, brindar cohesión grupal y sostener la identidad en tiempos terribles. Tergiversa su propósito aquel que usa los textos apocalípticos para especular acerca del futuro, la modalidad y la fecha del fin del mundo. Es que las promesas de Dios y la misión que Él encarga a su iglesia sobrepasan con creces toda turbulencia y toda manipulación de la historia.

Reflexión teológica

Lo apocalíptico goza de mayor o menor prestigio en el mundo actual. La televisión desparramó por todo el mundo las tomas dramáticas de la explosión social argentina de diciembre de 2001 –pero pocas veces se ven las búsquedas de alternativas que lentamente se fueron construyendo: solidaridad a nivel del pueblo, apostolados desinteresados de enfermeras y maestras humildes, ejemplos de trabajo honesto, ayuda y contención comunitaria de personas que sufren. Lo apocalíptico siempre brinda más facetas comercializables que el amor.

Diversos grupos e individuos religiosos se nutren de las catástrofes para sustentar su esquema de fe. Es un verdadero alivio, un empujón liberador, constatar que todo el discurso de Jesús en Marcos 13 es instructivo y no catastrófico. Las palabras de Jesús contienen un claro NO a señales unívocas y cronometrables del fin. Un NO a especulaciones sobre la historia y su final. Un NO a todo sectarismo. Un NO a la prédica sádica, o masoquista sobre los horrores del infierno.

En cambio, es un fuerte SÍ a la preparación de la correcta actitud ante todo lo que venga o vendrá. Es una exhortación misional y ética en momentos concebidos como finales, dramáticos y dolorosos. El texto no contiene una descripción detallada del fin, no fomenta mesianismos nacionalistas de ningún tipo, no inculca odio ni venganza, y ni siquiera tiene referencias a Satanás. Pero sí contiene una meta clara: la preparación de la comunidad cristiana en vista de los peligros en los que se meterá por causa de su testimonio. Esta preparación se realiza mediante la construcción de la fe en el Señor que ha de venir. Aquí vibra un tema capital del EvMc: el testimonio del discipulado, que se realiza y se perfecciona en el seguimiento sufriente de las huellas del Hijo del Hombre (Marcos 8.34-38). He aquí un criterio para juzgar toda predicación apocalíptica actual –religiosa, secular, mediática o del tipo que fuere– y a la vez un criterio fuerte para orientarnos en la formulación de un mensaje sano y claro.

Con la presentación redaccional que hace el evangelista, se fortalece la fe de la comunidad cristiana, pues ella ya conoce a Aquel que ha de venir, al Señor crucificado y resucitado. No le han de asustar las catástrofes, pues no son lo decisivo en el plan de Dios. El énfasis del mensaje está puesto en la evangelización, la fidelidad y la oración, la constancia en medio de las tentaciones y los desastres. La proclamación del Evangelio es señal del Reino que viene.

El sufrimiento ha de ocupar un lugar central en esta reflexión. La predicadora o el predicador debe dejarse interpelar por la acuciante pregunta acerca del dolor, su origen y su eliminación; y permitir que el texto fortalezca y anime a las personas a compartir el sufrimiento de las demás, en actitud de humildad y servicio. De esta manera, la fidelidad a Jesús, la alerta, el velar y orar, pueden convertirse en fe dinámica y transformadora; o sea, en amor al prójimo.

Posible esquema para la predicación

Es conveniente que la predicación evite la repetición mecánica del texto bíblico. Dadas las grandes distancias que nos separan de aquellos esquemas apocalípticos, no es recomendable emplear el modelo de homilía, que interpreta y aplica versículo por versículo. En cambio, es recomendable plantearse algunas preguntas de partida: ¿Qué preocupa, qué conmueve, qué debe preocupar y conmover hoy a las personas y a la iglesia? Sobre este trasfondo de la realidad podrían elaborarse las propuestas del texto de la siguiente manera:

Vida cristiana de seguimiento, testimonio y preparación:

  • En un mundo inquieto,
  • En una iglesia que comparte el sufrimiento de las personas;
  • Con la proclamación del Evangelio.
  • Vida cristiana de seguimiento y testimonio en un mundo inquieto: siempre será necesario fijar la visión hacia adelante. Es un NO a las ilusiones baratas, las promesas falsas, los mesianismos de ciertas figuras de terror que se presentan como “los únicos que pueden solucionar las cosas”. Es un SÍ al uso inteligente y comprometido de todas las posibilidades de servicio y testimonio, basado en la voluntad de Dios; un testimonio que puede darse en múltiples esferas: social, política, eclesiástica, religiosa, económica, cultural, científica.
  • Vida cristiana de seguimiento y testimonio en una iglesia que comparte el sufrimiento de las personas: la iglesia no es una torre de marfil, un castillo seguro contra todos los embates diarios. Ha de ser sí un espacio de contención de quienes sufren esos embates, un ámbito de consuelo mutuo y de celebración de la presencia del Resucitado, un lugar de encuentro para afianzar la fe en el Dios de la vida en medio de los poderes de la muerte, un territorio donde nos ejercitamos a velar y a orar.
    Aquí cabe un NO a todo sistema que engendra miseria, muerte, destrucción. También un NO al éxito religioso y a una teología que promete prosperidad a cambio de la entrega de la voluntad y de dinero (¡) a quien la predica. Un NO a la búsqueda de influencia, poder, prestigio y resonancia de la iglesia. Por el contrario, un claro SÍ a la fidelidad, la constancia en la fe y el amor, la ferviente oración, la disposición para el Señor que viene al encuentro nuestro en las personas más humildes y necesitadas.
  • Vida cristiana de seguimiento y testimonio con la proclamación del Evangelio: ésta ha de ser la marca distintiva de la iglesia. Cumpliendo esta tarea, la comunidad “vela y está preparada para la llegada del señor de la casa”, en Adviento, en Navidad, en su Palabra, en el prójimo, en la comunidad, en los sacramentos y en cualquier momento. Para llevar a cabo este encargo, la iglesia dispone de los mismos medios que usó Jesús: la palabra, la obra de amor, el compromiso, la solidaridad, la comunidad, la oración, los sacramentos. Sólo así podrán producirse adhesiones voluntarias, maduras y convencidas.
René Krüger (pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, argentino), Estudio Exegético-Homilético 33. ISEDET, diciembre 2002. Ofrecemos aquí un resumen de este comentario.


Introducción al libro de Isaías – Presentación de Samuel Pagán

Seguiremos a Isaías por varios domingos en el leccionario. Isaías es el texto más citado o aludido en el NT, cerca de 590 referencias en 23 libros. Esta preferencia por el uso del libro de Isaías se funda, sobre todo en las características literarias y teológicas de la obra. Una de sus cualidades más notales es el contenido del mensaje: el libro de Isaías expone una teología de la salvación que Dios realiza mediante sus intervenciones en los acontecimientos de la historia humana.

Esta peculiaridad teológica se revela hasta en el mismo nombre del profeta, ya que Isaías significa “la salvación es de Yavé (el Señor)”. Desde sus comienzos, la Iglesia cristiana leyóel libro de Isaías como el anuncio profético de la obra redentora de Jesús, el Mesías de la estirpe davídica y el Servidor sufriente.

Otros factores que han contribuido a la difusión de la obra son su belleza poética y la universalidad de su mensaje. La poesía de este libro es una de las más hermosas de la Biblia, y su calidad literaria se manifiesta, sobre todo, en la actualización de grandes temas tradicionales (como el tema del éxodo) y en la creación de imágenes teológico-poéticas adaptadas a las nuevas necesidades de los creyentes (p. ej. la consolación de Israel, superando los límites del tiempo).

A estas cualidades se suman el decidido compromiso a favor de los pobres y marginados de la sociedad (el “oprimido”, el “huérfano”, la “viuda”, 1.17) y el rechazo a las políticas expansionistas e los imperios, que confieren al mensaje de Isaías una indudable actualidad en el contexto de las realidades políticas, sociales y espirituales de América Latina.

Problemas de interpretación

La popularidad y la belleza literaria del libro de Isaías no implican que sea fácil comprender e interpretar su mensaje. Al contrario, la considerable extensión del texto (66 capítulos) recoge tradiciones proféticas de varios siglos y hace que la obra presente una notable complejidad histórica, literaria y teológica.

De estas dificultades da testimonio ocasionalmente la misma Biblia, p. ej., en un conocido pasaje de los Hechos de los Apóstoles. Según este relato, un funcionario etíope convertido al judaísmo, mientras iba por el camino de Jerusalén a Gaza, leía un pasaje del libro de Isaías sin comprender claramente su significado. Y cuando Felipe se acerca a él y le pregunta: “¿Entiendes lo que lees?”, el etíope le responde: “¿Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica?” (Hch 8.30-31).

Con la intención de responder a esta preocupación del etíope, compartida por muchos lectores contemporáneos, numerosos intérpretes consideran que para comprender de manera adecuada el libro de Isaías es preciso dividirlo en por lo menos tres secciones mayores, relacionadas cada una de ellas con distintos períodos de la historia de Israel.

La primera sección (caps. 1-39) se relaciona principalmente con el profeta Isaías de Jerusalén, que ejerció su misión profética en la segunda parte del s. VIII a.C. La segunda (caps. 40-55) presupone un ambiente histórico diferente: el exilio en Babilonia durante los años 587-538 a.C., y por eso dirige a los exiliados un mensaje de consolación y de esperanza. En la tercera sección (caps. 56-66), el mensaje se dirige nuevamente a la comunidad Judía de Jerusalén, pero esta vez se trata de la comunidad postexílica. Los oráculos proféticos incluyen mensajes de juicio condenatorio y de esperanza.

La división del libro en tres secciones casi independientes ayuda a relacionar las palabras del profeta y de sus discípulos con su entorno histórico preciso. En tal sentido, contribuye manera significativa a una apreciación ordenada del mensaje. Pero también puede tener un efecto negativo en la interpretación del texto, ya que el libro de Isaías se presenta en el canon de la Biblia no como la unión de tres libros independientes, sino como una sola obra puesta bajo el nombre de un importante profeta de Israel.

El principal desafío que deben afrontar los intérpretes del libro de Isaías es analizarlo en su integridad tanto literaria como canónica, para descubrir su sentido como un todo. Así, una vez que se saque a la luz el mensaje fundamental del libro, podrán interpretarse las partes que lo integran, sin perder de vista el objetivo central de la obra.

Tal es la finalidad básica de este comentario exegético: descubrir el mensaje profético central de todo el libro de Isaías. Para ese fin será necesario examinar la peculiaridad literaria y temática de la obra en casa una de sus partes y también en su conjunto, poniendo de relieve sus principales coordenadas teológicas, espirituales y pastorales. Luego, sobre esa base, se propondrán algunas implicaciones del mensaje profético para los creyentes y las iglesias en Latinoamérica.

Isaías 64.1-9 – Presentación de Samuel Pagán

En este pasaje continúa el salmo de lamentación comenzado en el capítulo anterior, pero ahora se plantean preguntas que expresan las preocupaciones del autor y que se manifiestan, a su vez, las necesidades de la comunidad judía del retorno. Y entre estas preocupaciones, la pregunta de si podrá salvarse el pueblo de Judá después de haber vivido tanto tiempo alejado de Dios.

El salmo canta al poder divino. El Señor, con su sola presencia, es capaz de “hacer hervir las aguas” (vs 2); las naciones tiemblan ante él y hasta los montes se derriten ante él. Pero ningún ser humano llega a percibir sus obras plenamente, porque son algo que los oídos no pueden escuchar ni los ojos pueden ver (v 4). Sin embargo, él sale al encuentro de las personas que con alegría practican la justicia.

Estas afirmaciones rodean la pregunta fundamental: ¿Podremos acaso ser salvados? (v 5). Porque todo ser humano es una cosa impura y sus justicias son como “un trapo de inmundicia” (v 6). Y puesto que no hay nadie que invoque el nombre del Señor, Dios se ha olvidado de su pueblo y le ha escondido su rostro en señal de juicio. A pesar de todo, el profeta responde: “Tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú nuestro alfarero” (v 8). La paternidad divina puede moldear la naturaleza humana como el alfarero trabaja el barro, y el ser humano es una obra de arte en sus manos. Por eso se invoca la misericordia de Dios (v 9).

Samuel Pagán, biblista puertorriqueño, Iglesia Discípulos de Cristo, en Isaías, Comentario Bíblico Latinoamericano, España, 2007.


Salmo 80 – Presentación de Enzo Cortese y Silvestre Pongutá

Observaciones generales

Esta oración, más que una lamentación colectiva en sentido estricto, se puede definir como una súplica, cantada, tal vez, sobre una melodía especial titulada los lirios (1a), usada también por el Salmo 45. Está rimada por un estribillo (4, 8, 15, 20), que desarrolla el tema Dios-salvación de 79.9 ya introducido en 80.3b y que, en la tercera vez, tiene la variante que indica el tema central: es una plegaria por la vid. Esta es la metáfora que se comienza a usar en el v 9 por Israel, a la cual se junta dos veces el sugestivo indicio sobre el hijo del hombre (16 y 18).

Origen

El colorido septentrional (referido al reino del norte) aparece evidente desde las primeras expresiones (2a,3a), aunque hay algunas que hacen pensar en el sur; tales como 2b o 7 (eco del salmo precedente). El origen septentrional y la antigüedad del salmo son sostenidos por muchos autores; el título en griego nos autoriza a pensar en la época asiria, alrededor del 720 aC, la época dolorosa del final del norte.

También en Judá había una metáfora parecida sobre la viña; véase en Is 5. Huellas de esta metáfora quisiéramos encontrar en Sal 44.3, de Coré. Después Ez 17, en el exilio, la aplica a la monarquía: la vid son los reyes de Judá.

Teología mesiánica

Pero aun antes de estos textos está Gn 49.11, poema antiguo que contiene una alusión al Mesías. Quizá es este antiguo lugar el que hace surgir de la oración el único indicio mesiánico de la colección de Asaf sobre el retoño o renuevo (v 15) y sobre el doble hijo del hombre (v 17) “al que has dado tu poder”. Las expresiones no son las mesiánicas clásicas; son cautas y vedadas, por los motivos ya dichos: el control de las autoridades imperiales, y parecen una adición que hace desviar el texto del tema general. Se trata de elaboraciones refinadas de la antigua oración que la hacen muy sugestiva. A la oración por la salvación de los enemigos agrega la oración por el Mesías.

Lectura cristiana

Los cristianos saben muy bien cómo las dos cosas coinciden: el Mesías y la salvación. Maimónides decía que el Mesías sería un personaje particular, que debería llevar a Israel al nivel esperado y luego desaparecer. Para nosotros la verdadera liberación es la final, por obra de aquel Mesías que ya ha venido y del cual esperamos la Parusía. Su muerte y resurrección ha iniciado también para toda la humanidad, la liberación y la nueva creación. Con una mirada creyente y atenta podemos descubrir esta liberación en marcha. Y, unidos a él, obrar para que el proceso se cumpla hasta su plena realización.

Enzo Cortese (1935) y Silvestre Pongutá (1935-2022), biblistas católicos italiano y colombiano respectivamente, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007.


Primera Carta a los Corintios 1.3-9 – Presentación de Pablo Ferrer

Introducción

La comunidad de Corinto tenía problemas relacionados con la existencia, en su interior, de grupos que estaban en conflicto, divididos entre sí (1 Co 1.11-12). Algunos de estos grupos se autoconsideraban poseedores de revelación y conocimiento superiores a otros. Es posible que en la comprensión grupal se entendiera que dichos grupos efectivamente tenían dones superiores a los demás. Posiblemente estos grupos, considerados como superiores, estarían vinculados a los poderosos de la congregación (1 Co 1.26), grupos minoritarios que tenían en determinados líderes, como puede haber sido Apolos (1 Co 3.4ss), o sus representantes.

A lo largo de la carta de 1 Corintios, Pablo intentará cuestionar la superioridad de estos grupos y sus diferentes argumentos. En relación a esto Pablo describirá las consecuencias emergentes a partir de esta situación de supuesta superioridad.

Una de las consecuencias principales era la comprensión de Cristo y su ministerio. Por esta razón Pablo irá proponiendo una cristología basada en la locura de la cruz en contraposición a la sabiduría humana (1 Co 1.18 ss. por ejemplo) una cristología basada en el amor que se entrega al bien del prójimo y de la comunidad en contraposición a la búsqueda del propio bien. Una espera de la venida de Jesús en contraposición a una escatología realizada (capítulo 15)

También la eclesiología es revisada en relación al bien común y la búsqueda del amor y la construcción mutua, en relación a la diversidad y la igualdad de dignidad en la diversidad.

Se puede ver en la introducción y en el saludo mismo de la carta, algunos elementos que irán prefigurando las discusiones y posturas posteriores.

Análisis del texto

El uso de tiempos y modos verbales. La voz pasiva

Viendo el uso de los verbos ya se puede tener una aproximación a la postura paulina a lo largo de la carta. Los verbos relacionados a los destinatarios se encuentran en voz pasiva, esto es decir que los destinatarios no son activos por medio de la enunciación de los verbos sino que reciben la acción de otros por medio de dicha enunciación. El uso de la voz pasiva aplicada a los destinatarios configura una realidad en donde éstos sólo son receptores de determinados objetos:

La gracia de Dios, la dada (verbo dar, dídomi, en pasivo) a ustedes, en Cristo Jesús, vs. 4
En todo fuisteis enriquecidos (verbo enriquecer, ploutitso, en pasivo) en él (en Jesús), vs. 5
El testimonio de Cristo ha sido confirmado (verbo confirmar, bebaioo, en pasivo) en vosotros, vs. 6
Nada os falta (verbo faltar, perder, hustereo, en voz pasiva) en ningún don, vs.7
Fiel es Dios por el cual fuisteis llamados (verbo llamar, kaleo, en pasivo), vs. 9

Podemos comprobar en este pequeño resumen la aparición de cinco verbos en pasivo aplicados a los destinatarios, vosotros, la segunda plural. Esto marca que el destinatario sólo recibió las acciones, no las produjo.

A la vez subrayamos en cada oración los objetos que son entregados al destinatario, marcando que al estar en pasivo estos objetos son dados, no producidos por los destinatarios:

Gracia de Dios, todo (especificando después dos cosas: palabra y conocimiento), el testimonio de Cristo, todo don (a la inversa de “nada falta en ningún don”), el llamado. Estos objetos son los que a lo largo de la carta luego entrarán en conflicto de posesión, es decir surgirá una lucha por determinar qué grupo los posee, o qué grupo es capaz de producirlos y eventualmente distribuirlos, apropiárselos para acumular poder, etc.

Podemos recordar aquí el uso del pasivo divino en la literatura neotestamentaria. Este pasivo divino es un pasivo que no posee sujeto agente (sujeto que explícitamente produce la acción). Esta ausencia revela la presencia de un sujeto agente implícito: Dios. Se observa en estos versículos el frecuente uso del pasivo divino.

En resumen, podemos decir que Pablo entiende que los hermanos y hermanas de la iglesia de Corinto son beneficiarios de la acción de Dios. Por ésta Dios entrega determinados objetos. De este modo Pablo establece un esquema de donación en el cual no hay humanos donantes sino sólo receptores. El único donante que se observa en estos versículos es Dios.

Cristología

También en estos escasos versículos Pablo ya está delineando algunas pautas cristológicas. Las mismas serán completadas o ampliadas en el resto de la carta.

  1. 3: el saludo que desea “paz y gracia” tiene en Jesús (y Dios) la garantía. Pablo no es el sujeto que garantice esa gracia y paz sino Dios y Jesús. Jesús es origen de paz y gracia, Pablo un mediador de ella.
  2. 4: Jesús no sólo es origen de la paz y la gracia sino que él mismo es comprendido como una donación gratuita de Dios. Y la donación no es para algunos de la comunidad de Corinto sino a “vosotros” como una integridad.
  3. 5: Jesús es la fuente de enriquecimiento. Si en el grupo destinatario se encontraban aquellos que tenía poder y eran de elevado status podemos comprender esta frase del versículo 5 proponiendo quién es el origen del enriquecimiento. Este enriquecimiento que luego se especifica en palabra y en conocimiento también está pensado para quienes tienen en la sabiduría un criterio de honor (1 Co. 2.6s).
  4. 6: Jesús es alguien que se hace presente en medio de la comunidad: “el testimonio de Cristo confirmado en vosotros”. De este modo se ve un Jesús que no sólo estuvo como base de la fe en su acción salvífica sino que está metido dentro de la comunidad en forma de testimonio.
  5. 7 y 8: Jesús no sólo es quien da. Jesús no sólo es quién es dado por Dios como un don sino que Jesús también es Juez que vendrá y encontrará (o no) a los suyos sin faltas.
  6. 9: Dios llama a la comunión entre los creyentes y Jesús. Posiblemente algunos grupos dentro de la comunidad de Corinto estuvieran afirmando una comunión espiritual privilegiada con Jesús. Esta idea, o un desvío de la misma, luego se consolida con los gnósticos quienes afirmarían que era posible una comunión espiritual entre Jesús y algunos cristianos, los que eran considerados superiores, espirituales. Esta comunión se daba por la calidad espiritual y la formación gnóstica (gnosis = sabiduría, conocimiento) del cristiano espiritual. En este sentido el gnóstico comenzó a predicar una escatología realizada, es decir un regreso de Jesús que sólo algunos podían percibir. Y este regreso se había concretado ya. Ante esto la cristología paulina reforzará la idea de la espera de Jesús y su apocalipsis y la idea de que la comunión (koinonía) de Jesús con sus seguidores no es un resultado del trabajo del creyente sino una gracia de Dios.

La segunda venida

El único verbo en relación a los destinatarios que no está en pasivo (es un verbo deponente, lo cual significa que estando en pasivo o voz media se traduce como activo) es “esperar expectantemente” (apekdéjomai) en el versículo 7.

Ya vimos en el apartado anterior la idea de que en Corinto se comenzó a visualizar lo que después cristalizó con los gnósticos: el conflicto entre los defensores de la escatología realizada y los defensores de una escatología por venir, entre los cuales se contaba Pablo. Posiblemente estos dos grupos a la vez mostraran un recorte socioeconómico particular: los que vivían la escatología realizada serían de un alto status social, mientras que los que esperaban el apocalipsis, la revelación de Jesús fueran de grupos sociales marginales. La creencia religiosa en estos casos era un correlato con el bienestar de cada uno de los grupos: mientras los que ya lo tenían todo (honor, poder, sabiduría, reconocimiento social) afirmaban ser los elegidos espirituales de una revelación de Cristo; los marginados se rebelaban ante las injusticias de esta vida y afirmaban vivir una vida de espera, espera de justicia, espera de “bien estar”.

En el versículo 7 la palabra que se usa para la revelación de Jesús es apocalipsis. Esta palabra estaba muy presente en Pablo y en varios grupos cristianos. Recordamos aquí que la revelación era futura. La vida era una espera expectante de esta revelación. La ética en estos grupos en espera estaba fuertemente marcada por la idea de testimonio, cada uno estaba llamado a ser un ejemplo y por medio de ese ejemplo ser compañero de Jesús.

Sugerencias homiléticas

Tal vez este párrafo ayude en comunidades donde se encuentran diferentes grupos socioeconómicos. Y donde la diferencia se remarca en supuestas bendiciones y privilegios (como dones) a los de alto status y una ausencia de los mismos a los grupos marginales. Esto lo único que hace es reforzar el sistema socioeconómico de injusticia. Y reproducirlo.

Este párrafo es un llamado a revisar la teología de la gracia. No somos nosotros los que merecemos algo por tener un don. Cualquier don proviene de Dios, es gratuito y en consecuencia sólo queda el agradecimiento por la recepción de ese don y la tarea de usarlo en la construcción comunitaria (tema recurrente en la 1º carta a los corintios)

Podemos también revisar las conductas de espera de una manifestación de Jesús, revisar qué grupos sostienen una espera, qué grupos sostienen una presencia en medio de la vida de Jesús, etc. Cómo la espera de Jesús está determinando las conductas en estos tiempos en relación al cuidado del prójimo, en relación al cuidado del medio ambiente, etc.

Pablo Ferrer, biblista metodista argentino, en Estudios Exegético-Homiléticos 68, ISEDET, Buenos Aires, 27 noviembre 2005.


En el horizonte de expectación del Reino de Dios

La “cristiandad” no tiene su esencia y su fin en sí misma, ni en su propia existencia, sino que vive de algo y existe para algo que va más allá de ella. Si se quiere captar el misterio de su existencia y de sus modos de actuación, hay que preguntar por su misión. Si se quiere averiguar su esencia, hay que preguntar por aquel futuro en el que ella coloca sus esperanzas y expectaciones. Si la cristiandad misma se ha vuelto insegura y desorientada en las nuevas circunstancias sociales, entonces tiene que reflexionar de nuevo sobre aquello para lo que existe y hacia lo que aspira.

Hoy es cosa reconocida por todos que el Nuevo Testamento concibe la Iglesia como “comunidad escatológica de salvación” y por tanto habla de la recogida y de la misión de la comunidad dentro de un horizonte escatológico de expectación. Para que Cristo resucitado pueda llamar, enviar, justificar y santificar, reúne, llama y envía a unos hombres a su futuro escatológico para el mundo.

El Señor resucitado es siempre el aguardado por la comunidad; y, desde luego, el Señor aguardado por ella para el mundo, y no sólo para sí misma. Por ello la cristiandad no vive de sí misma ni para sí misma, sino que vive del dominio del resucitado y para el dominio venidero de aquel que venció a la muerte y trae la vida, la justicia y el reino de Dios.

Jürgen Moltmann, Teología de la esperanza. Moltmann es teólogo protestante alemán, nacido en 1926. Texto editado por Ediciones Sígueme, Salamanca, 1969, p. 419-420.


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