Recursos para la predicación

20 Oct 2023
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 29 OctubreOct 2023

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Mateo 22.34-46 – Presentación de Pierre Bonnard

Vs.34-40. Los dos mandamientos principales (cf. Mc 12.28-34; Lc 10.25-28). En la estructura literaria de Mateo, estos vs. constituyen un relato de conflicto de Jesús con sus adversarios. A las preguntas sobre el tributo al César (vs 15-22) sobre la resurrección de los muertos (vs 23-33) siguen esta sobre el gran mandamiento y la relativa al Hijo de David (vs 41-46). Estos cuatro temas figuran entre los más discutidos de la época de Jesús.

Cuando los rabinos destacaban la pluralidad de mandamientos, lo hacían sobre todo para subrayar que, desde el más más pequeño al más grande, todos tienen la misma importancia. Este legalismo minucioso, como todos los legalismos, producía unas veces la alegría sincera de la obediencia, otras la presunción de la propia justicia (cf Lc 15.29), otras la inquietud de quienes no llegaban a cumplir los innumerables mandamientos tradicionales (cf Mt 19.18). Según la tradición sinagogal, la ley comprendía 613 mandamientos positivos, 365 prohibiciones y otras 248 prescripciones. La necesidad de síntesis y de líneas directrices se hacía sentir desde hacía tiempo (cf Miq 6.8), pero nunca se logró superar el carácter atomizado de esta ética.

La originalidad de nuestro texto no está en las ideas del amor a Dios y al prójimo, que el AT y el judaísmo conocían, sino en su relación mutua y en el lugar eminente que Jesús da a este “sumario” de la ley. El hecho de que Mt, siguiendo a Mc, coloque el sumario en labios de Jesús, mientras que Lc lo pone en labios de un doctor de la ley, en la introducción a la parábola del buen samaritano (Lc 10.25-28) demuestra que las Iglesias del siglo I no consideraban este resumen de la ley como un hallazgo original de Jesús, sino como una síntesis fiel de la ley dada a Israel.

Vs 34. En Mt vuelven a aparecer los fariseos (cf v. 15) que, en este pasaje, son interlocutores y adversarios declarados de Jesús; parecen alegrarse de la derrota de los saduceos, a quienes ha tapado la boca Jesús (el mismo término: Dt 25.4; 1 Cor 9.9; 1 Ped 2.15). Pero muy pronto se verán confundidos los fariseos mismos (vs 41-46); como todos estos relatos de conflictos, el presente pasaje debe referirse tanto a los fariseos adversarios de la iglesia mateana como a los enemigos históricos de Cristo.

Vs 36. Jesús es interpelado como maestro (gr. didáscale); título muy frecuente en Mt, sobre todo, hecho curioso, en labios de los adversarios de Jesús. La primera función de un maestro o rabino no era enseñar teorías, sino ayudar a sus correligionarios a vivir fielmente, interpretándoles la ley. La interpretación que aquí se pide a Jesús es particularmente importante, ya que no se trata de una aplicación casuística concreta, sino de una elucidación de la exigencia ética en su esencia. Aquí, como en otros muchos pasajes, la pregunta hecha a Jesús e eco de las cuestiones capitales planteadas a la Iglesia de Mateo por sus adversarios de la sinagoga judía hacia los años 90.

Vs 37. La originalidad de la síntesis de la ley no consiste solo en simplificar la casuística judía, ni en unir las dos partes de la síntesis para hacer un mandamiento único, lo que ciertamente es capital, sino en “radicalizar la ley… excluyendo toda obediencia legal que no sea una sumisión total a Dios y al servicio del prójimo” (Gutbrod). La simplificación y la unión de los dos amores a Dios y al prójimo debe colocar los seres humanos no ante una reglamentación nueva, por sublime que sea, sino ante Dios al mismo tiempo que ante el prójimo. Tal es el sentido de esta “radicalización de la ley”. No se trata tanto de una simplificación por supresión de ordenanzas secundarias (a las que Jesús y sus discípulos se sometían) cuanto de una visión de su sentido y de su enraizamiento en la voluntad soberana de Dios.

Las referencias al corazón, el alma (o soplo de vida) y el pensamiento o mente, tienen el sentido de que el amor tienen que ser total; es decir, un amor que movilice a toda la persona. Dada la antropología global supuesta en este texto, hubiera bastado una sola de dichas menciones, la del corazón, por ejemplo, para indicar que en el amor debe comprometerse el ser humano entero.

Vs 38-39. El primer mandamiento es importante por su contenido, pero el adjetivo en gr., protos, no significa aquí el primero entre varios, sino el primero de todos en cuanto a la significación, el que da su verdadera significación a todos los demás. En consecuencia, la expresión el segundo semejante a este no significa “en segundo rango por el grado de importancia”, sino un segundo mandamiento tan importante como el primero. Por otra parte, no es idéntico en el sentido de intercambiable: el amor al prójimo no se identifica con el amor a Dios, sino que el amor al prójimo es tan urgente como amar a Dios. No es legítimo identificarlos ni tampoco separarlos: hay que considerarlos igualmente importantes.

“La prueba de que amamos auténticamente a Dios es que amamos a nuestro prójimo, e incluso a nuestros enemigos; pero recíprocamente, amando a nuestro prójimo, estamos seguros de amar a Dios” (R Schnackenburg). La síntesis evangélica no versa sobre la “prueba” de la autenticidad del amor a Dios ni sobre la certeza de amar a Dios cuando se ama al prójimo, sino únicamente sobre la igual importancia de estos dos amores.

Vs 40: Mateo es más explícito que Mc y Lc cuando dice que toda la ley y los profetas se compendian en estos dos mandamientos. Por una parte, el Cristo de Mateo se atiene estrictamente al terreno de las Escrituras dadas a los padres del pueblo judío: no inventa nada. La importancia de estas estos dos mandamientos procede únicamente de que resumen todas las Escrituras. Pero, por otra parte, Jesús reinterpreta estas Escrituras poniendo de relieve su significado fundamental (cf Rm 13.9). Podemos ir más lejos: toda la ley y los profetas dependerían de estos dos mandamientos, les deberían su autoridad. Así RV, “de estos dos mandamientos dependen”…, o la BJ “de estos dos mandamientos penden”… o la DHH “en estos dos mandamientos se basan”… Bauer y Bornkamm proponen el significado siguiente: “Todas las Escrituras ‘dependen’ de estos dos mandamientos como una puerta de sus goznes”.

Vs 41-46. El hijo de David (cf Mc 12.35s; Lc 20.41s). En el plan pedagógico de Mt estos versículos tienen probablemente la finalidad de poner término a las cuestiones planteadas a Jesús por sus adversarios. Ahora pasa al ataque Jesús, de suerte que nadie se atreve ya a preguntarle. Estos versículos anuncian la gran invectiva de Jesús contra los fariseos, cap. 23. Desde la entrada de Jesús en Jerusalén (21.1-9) hasta el anuncio de la caída de Jerusalén (24.1-3), la tensión entre Jesús y los jefes del pueblo aumenta sin cesar. Hay que leer también estos versículos como un eco del conflicto de la Iglesia mateana con las autoridades de la sinagoga de su tiempo.

En estos versículos, Mateo hace la síntesis del mesianismo davídico con el daniélico del Hijo de hombre. El texto quiere decir que Jesús es ciertamente el hijo de David, pero en el sentido único y decisivo de Hijo de hombre mismo. En efecto, en los sinópticos Jesús se designa a sí mismo preferentemente con la expresión Hijo de hombre. Jesús ha realizado en su persona una síntesis que los mesianismos judíos de la época no habían podido conseguir: habría armonizado la idea del Mesías descendiente del rey David con la de Hijo de hombre, el juez celeste y preexistente de Daniel y de Henoc. El sentido general sería el siguiente: el que se enfrenta aquí a su pueblo y ciudad es mucho más que un Hijo de David en el sentido habitual de los fariseos, pues este Hijo de David es nada menos que el hijo de hombre (o el Hijo de Dios).

Vs 41. Mateo vuelve a presentar aquí a los fariseos, que habían experimentado un fracaso en la cuestión del impuesto al César (vs 15-22). Como muchos otros pasajes, el presente deja traslucirel conflicto entre la Iglesia mateana y los jefes fariseos de la sinagoga de os años 80-90. Pero en esta circunstancia, Jesús no es el atacado sino quien ataca haciendo una pregunta difícil. Es evidente que Jesús no interpela a los fariseos para enseñarles, sino para ponerlos en un aprieto.

Vs 42. La fórmula interrogativa de que se sirve Jesús es frecuente en Mateo (17.25; 18.12; 21.28, etc.) podemos ver e ella un eco de las preguntas capciosas que las distintas escuelas rabínicas se hacían una a otra. Jesús pregunta a los fariseos todo que ellos piensan sobre el Mesías. Plantea la cuestión del padre o de la estirpe del Mesías, pues sabe qué van a responder y quiere ponerlos en aprieto sobre este punto concreto. En efecto, la idea del Mesías Hijo de David era la más extendida entre los judíos de aquel tiempo.

Vs 43. Como todo judío de su tiempo, Jesús conoce el salmo 119, lo atribuye a David mismo y cree en la inspiración de las Escrituras del AT. Jesús no niega que el Cristo deba ser Hijo de David, pero hace observar que se presenta una dificultad cuando se le quiere aplicar el salmo 110. El sentido puede ser el siguiente: el Mesías (que soy yo) es ciertamente Hijo de David, pero no de la manera que ustedes lo piensan, pues si ha de ser el hijo de David, ¿cómo David mismo se dirige a él declarándolo señor? (gr. kyrion). Por tanto, es forzoso que este Hijo de David sea algo más que un simple descendiente de David, llamado a ocupar el trono de Jerusalén (cf Hch 2.34; Heb 1.13).

Pierre Bonnard, biblista protestante suizo, en Evangelio según San Mateo, Cristiandad, Madrid, 1970, pp 486-493, resumen de GBH.


Levítico 19.1-37 - Principios fundamentales de convivencia social – Presentación de Armando Levoratti

En términos generales, los vs 1-8 contienen instrucciones de carácter religioso; los vs 9-18 se refieren a las obligaciones relacionadas con el prójimo; y los vs 19-36 tratan especialmente de prácticas supersticiosas consideradas abominables (ingestión de sangre, hechicería, prostitución, adivinación y varias creencias sobre la presencia y el poder de los malos espíritus.

El imperativo el v 2: Serán santos, porque yo el Señor su Dios soy santo describe el fundamento último de toda la legislación israelita. En la Biblia no hay separación entre la teología y las obligaciones morales. De manera constante se afirma que la moral humana encuentra su última razón de ser en la santidad de Dios.

Ser santo es actuar de tal manera que cada aspecto de la vida sea un reflejo de la santidad de Dios. El robo, la injusticia, la mentira, el odio, la venganza y el perjurio son contrarios a la voluntad de Dios. La santidad empieza en el hogar, con el respeto al padre y a la madre. También incluye ciertas obligaciones religiosas; pero tiene asimismo una dimensión social y debe manifestar su presencia en toda la vida de la comunidad.

Después de una serie de preceptos negativos (no cometerás ninguna injusticia, no odiarás a tu hermano, no serás vengativo), este capítulo llega a su punto más alto en el v 18, que es citado por Jesús como la suma de todos los requerimientos divinos: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22.39; Gál 5.14). ¿Qué significa amar al prójimo? En el resto del capítulo se dan ejemplos concretos: no oprimir ni despojar al débil ni retener hasta el día siguiente el salario del jornalero (v 13), evitar las difamaciones y las calumnias (v 16), no hacer negocios deshonestos (v 11-12)y honrar a las personas de edad avanzada (v 32).

La prohibición de mesclas cosas distintas (cruzar las especies de animales, sembrar en un mismo campo distintas clases de semillas y confeccionar ropa con materiales diversos, v 19) está relacionado con el afán e mantener intacto el orden establecido por Dios en el mundo.

Los vs 33-34 se refieren al trato debido a los inmigrantes. El AT distingue al extranjero que está de paso (nojrí) y al que se debe hospitalidad (cf Gn 18.1-8), y el extranjero que reside en el país (gêr). A esta última categoría pertenecían las personas que habían emigrado de su clan o de su patria y pedían asilo en otra parte (cf Gn 23.4; Éx 2.22; 18.3). Como el gêr no poseía tierra propia en su lugar de residencia, debía ponerse al servicio de una israelita nativo. Este no tenía derecho a tratarlo como esclavo (Dt 24.14); sin embargo, la dependencia económica lo convertía con frecuencia en pobre y desprotegido, y, en cuanto tal, estaba bajo la protección de Dios (Dt 10.17-18). De ahí la exhortación a amar al extranjero, fundada en la propia memoria histórica: Amarán al emigrante, porque ustedes fueron emigrantes en Egipto (Dt 10.19).

En los códigos legislativos encontramos además dos clases de recomendaciones destinadas a la protección de los emigrantes: unas negativas y las otras positivas. Las prescripciones negativas tienden a evitar los abusos: Al emigrante no lo oprimirás ni lo explotarás, porque también ustedes fueron emigrantes en Egipto (Éx 22.20). Y un poco más adelante, el mismo Código de la alianza recuerda una vez más a Israel que él mismo vivido ha como emigrante: Ustedes saben muy bien lo que significa ser extranjero (23.9). Por tanto, no hay excusa posible para quien explota al extranjero.

Otra ley negativa pertenece al Código deuteronómico, más reciente que el Código de la alianza. Aquí se trata de un derecho fundamental, que fácilmente es conculcado cuando la persona se encuentra indefensa: No explotarás al jornalero pobre y necesitado, sea hermano tuyo o emigrante… No defraudarás el derecho del emigrante y del huérfano (Dt 24.14-15, 27).

Junto a estas prohibiciones hay también recomendaciones positivas. Así, en la ley del descanso sabático se menciona expresamente al emigrante (Éx 23.12; 20.10; Dt 5.14). El extranjero se beneficia asimismo de las medidas destinadas a ayudar a los desprotegidos: espigar en un campo segado, rebuscar en olivares y viñas (Dt 24.19-22). Finalmente, el Código deuteronómico habla de un diezmo trienal voluntario, cuya finalidad es ayudar a os económicamente débiles por no haber participado en el reparto de la tierra (Dt 14.128-29; 26.12-14).

Más sorprendente todavía es el hecho de que las leyes cultuales no excluyen al emigrante (cf Lv 17.8-16). Se los asocia a la fiesta de Pascua (Nm 9.14), de los Ácimos (Éx 12.19), de las Semanas y de las Chozas o Tabernáculos (Dt 16.11,14) y al Día de la Expiación (Lv 16.29). Es verdad que el ritual de la Pascua exige la circuncisión (Éx 12.48-49); pero, una vez cumplido este requisito, rige el principio de igualdad.

En los códigos más recientes, la legislación va más allá de la mera protección. De hecho, la Ley de Santidad pone a los emigrantes en pie de igualdad con los israelitas: Él será para ustedes como uno de sus compatriotas y lo amarás como a ti mismo, porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy Yavé, su Dios (v 33; cf Ez 47.22).

Esto no significa que la praxis se haya ajustado al ideal. Otros escritos del AT atestiguan que los emigrantes, lo mismo que los pobres, experimentaron la injusticia y la explotación (cf Mal 3.5). Más aún, a la vuelta del exilio el miedo a perder la identidad se apoderó de los dirigentes del pueblo, y los extranjeros fueron obligados a renunciar a su diferencia y hacerse judíos. Una medida extrema fue la prohibición de contraer matrimonio con mujeres extranjeras y de retener a la esposa no judía y a sus hijos (Esd 9.1-5; 10.2; Neh 13.23-27). Esta actitud estrecha provocó algunas reacciones contrarias, de las que dan testimonio los libros de Rut y de Jonás.

Armando J. Levoratti, biblista católico argentino (1933-2016) en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, Navarra, España, 2005.


Salmo 1 – Presentación de Enzo Cortese y Silvestre Pongutá

Observaciones generales

Es notorio el carácter sapiencial de este salmo: se refiere al camino para acertar en la vida, no sin antes indicar el sendero o las actitudes que van a contramano del verdadero éxito: protagonismo humano, contraposiciones, comparaciones, los resultados. Pero el salmista es al mismo tiempo un creyente israelita. Su poema no es únicamente una pieza artística: es también una proclamación de su fe y todo en una perfecta armonía.

Es muy llamativo el hecho de encontrar mencionados en este salmo de contenido sapiencial el nombre de Yavé, la función de la ley, los términos justos, juicio, realidades propias de la tradición profética. De alguna manera, en este salmo se puede constatar una síntesis admirable de la tradición profética y de la vertiente sapiencial. Esta síntesis supondría un tiempo de composición en que sea posible tener una mirada hacia las dos perspectivas, sin conflictos o desarmonías.

Se pueden distinguir estas partes:

  • En los vs 1-3 se indica lo que la persona puede hacer para tener éxito en la vida; primero en forma negativa, y luego en forma positiva. Se concluye con una comparación que ilustra lo que se ha afirmado.
  • Los vs 4-5 presentan a los malvados, los que no aciertan en la vida. Se hace una comparación que ilustra su suerte y se brinda una conclusión.
  • El vs 6 ofrece una síntesis conclusiva que todo lo explica. En este sentido, el Sal 1 puede considerarse una Introducción a todo el salterio.

Vs 1-3: Resultado de la experiencia humana

Lo que se afirma desde el principio es el resultado de constataciones, de lo que realmente lleva al ser humano a a acertar, a tener éxito en su vida frente a Dios. Es más una palabra para la persona que para Dios; pero lo que se dice al ser humano asume las características de una enseñanza y hasta de una exhortación; se indica con claridad el camino certero y seguro.

El protagonista de los primeros tres versos es el hombre que actúa motivo por su propio interés: desea su propia realización, busca el éxito, el bien, la felicidad. En tres momentos sucesivos se ilustra lo que debe caracterizar la vida y la actuación que conducen al éxito: en el primer momento emplea el salmista tres verbos que no deben caracterizar al hombre acertado: no va, no permanece en, no habita en; el punto de referencia se indica con consejo (=asamblea) de los malvados, camino de los pecadores, habitación (=lugar) de los cínicos (=burlones). Malvado puede ser una persona que carece de rectitud moral; pecador es alguien que falla precisamente en su relación con Dios; cínico es una persona engreída que descalifica y humilla a los demás.

Se diría, en síntesis, que la persona que desea acertar en la vida no puede compartir las actitudes que aparecen en una asamblea o reunión de malvados, ni el comportamiento propio de hombres o mujeres que fallan en su relación con Dios, ni la ubicación de seres que desprecian y humillan despectivamente a los demás.

Lo que la mujer o el varón deben hacer para acertar en la vida, para lograr el éxito, se formula en el segundo momento, en el v 2, mediante una muy clara contraposición con la conducta y actitud anteriormente descritas. Para esta autor, el hombre de quien se ocupa y para quien habla es, al mismo tiempo, un creyente israelita sin ninguna distinción o yuxtaposición. Esta fe se requiere para poner el gozo (=la complacencia) en la ley de Yavé, y esto se realiza cuando esta persona ha hecho ya una opción libre y personal por Dios en la que asume una línea de conducta, que logra discernir y emprender un modo de vivir, una especie de proyecto de vida.

Más que pensar que el salmista tenga en cuenta en este verso una ley escrita: la expresión ley de Yavé indica básicamente el don de la comunicación de Dios a Moisés y al pueblo en el éxodo y en toda su manifestación histórica, que llegó a constituirse en el núcleo fundamental de todo lo que edifica e identifica los creyentes israelitas. El verbo meditar indica una actividad de conocimiento y profundización, de reflexión, de búsqueda asidua del sentido de la ley de Yavé.

En el tercer momento formula el salmista el resultado de la opción acertada de la persona: los verbos están en futuro; la imagen fundamental es la de un árbol que, por haber sido plantado junto a corrientes de agua, disfrutará de una gran vitalidad que le permitirá dar frutos a su debido tiempo. Esta imagen es relativamente frecuente en la Biblia. Algunas referencias: a) los datos de Gn 2.10-14 con la descripción del jardín, la abundancia de agua y la mención de árboles que dan fruto; b) el texto ya citado de Ez 47.12 y su contexto: la narración ubica al lector en el santuario restaurado; de ese futuro altar (¿escatológico?) brotará agua –signo clásico de vida– que purifica y en cuyas riberas crecen árboles frutales; c) los salmos 52.10 y 92.13-14: en este último lugar se compara al justo con un árbol plantado en la casa de Yavé.

Concluye este tercer momento poniendo en evidencia el resultado positivo de los proyectos y de la acción de toda persona que opta por el camino del éxito que no falla: Todo lo que hace prosperará.

Vs 4-5 – La suerte contrapuesta del malvado

Con un contraste muy bien puesto en evidencia, formula el salmista en estos versos la suerte del malvado o pecador: la imagen empleada pone de manifiesto su inconsistencia futura: serán como paja que dispersa el viento. Pero esta inconsistencia no se refiere solo a la existencia histórica: hay una dimensión más profunda y más definitiva, con dos formulaciones en paralelo sinónimo: el juicio (mishpat), y la reunión (o asamblea) de los justos.

Se sobrentiende que el juicio mencionado lo protagoniza Dios; pero la reunión de los justos es el ámbito en el que acontece el juicio de Dios; se insinúa, además, que los justos pueden participar en el juicio que Dios realizará. La inconsistencia de los malvados se formula con una especie de sentencia en el contexto de un proceso: no se sostendrán (no podrán estar en pie). Ahora, al mencionar a los justos, se viene a comprender que estos son los que han acertado en su opción: para el salmista el justo es quien realiza el proyecto de Dios.

Como se sabe, el término justo es un término relacional: el fundamento de la relación, en el caso de Israel, es la elección de Dios. El justo es quien libremente se deja configurar por el principio de la elección, y en todo su ser y su obrar hace ver que Yavé es su Dios y que él o ella son de Yavé.

V 6: Conclusión

Este verso presenta la conclusión de todo el salmo; es, a la vez, la explicación sintética de todas las afirmaciones anteriores. La mención del camino de los justos pone de manifiesto una vez más el contexto sapiencial; se puede entender de dos formas: camino que recorren los justos o camino que hace posible que las gentes lleguen a ser justas. El resultado es exactamente el mismo, si bien en la primera forma se subraya el protagonismo humano y en la segunda la función del camino. Pero lo que es realmente determinante es la afirmación según la cual Yavé conoce el camino de los justos.

El conocimiento de Dios abarca tanto el punto de partida de dicho camino como su recorrido y su término: el sinergismo positivo, amoroso y benéfico de ese conocimiento de Dios acompaña todos los pasos de la mujer y del hombre, y esto explica por qué es el camino acertado que lleva al verdadero éxito. Del camino del malvado solo se afirma que perece, se acaba, se desvanece: ni siquiera se relaciona con Dios. La ausencia de esta relación conduce a la nada.

Lectura cristiana

Una persona cristiana puede hacer suyo este salmo con relativa facilidad. Su lectura ha de hacerse desde Cristo. Por tener en cuenta el protagonismo humano que busca el éxito en la vida, se puede relacionar con diversas formulaciones del seguimiento de Jesús que se hallan especialmente en los evangelios y que piden opciones radicales. También se pueden tener en cuenta las exhortaciones o las condiciones para poder tomar parte en el reino de Dios, para alcanzar la vida o la herencia eterna.

Si la ley del pueblo nuevo de Dios es el mismo Cristo, el creyente cristiano, para acertar en la vida, procurará centrarse en él, permanecer en él, buscarlo continuamente. De un modo especial, la persona del NT procurará integrarse de tal manera en la fe de Jesucristo, que por él sea cada vez más justa delante de Dios. Y si Cristo es el camino, la verdad y la vida, el creyente procurará estar siempre en él.

Enzo Cortese y Silvestre Pongutá, biblistas católicos italiano uno y colombiano el otro, en Salmos, Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007.


1 Tesalonicenses 2.1-8 – Presentación de Néstor Míguez

Evangelio y conflicto. 2.1-2

Al llegar a la ciudad (entrar, en una traducción literal) los misioneros no entran como ejército victorioso. La entrada triunfal de los conquistadores romanos era un dato permanentemente recordado en las estatuas y monedas de la ciudad. El grupo misionero entra “padeciendo y siendo ultrajado” o “haber sufrido y ser maltratados”. Ellos no llegan para tomar algo sino para entregar el Evangelio. Y les ha sido anunciado el Evangelio “en medio de grandes peligros”, literalmente “entre frecuentes luchas” (BJ) o conflictos.

Esta obra del grupo misionero –recuerden que son Pablo, Silvano y Timoteo– se hace realidad a través del hablar, de contar, de dar testimonio de su experiencia de fe centrada en Jesucristo. Y ellos lo hacen libremente, valientemente. Pero esta libertad no es la libertad del conquistador, al estilo de los “misioneros” españoles que en su inmensa mayoría lo hicieron con arrogancia, ofendiendo, esclavizando y matando a los indígenas; o como actuó la iglesia del tiempo de los vikingos, que siempre los vio como enemigos irreconciliables, en la inmensa mayoría de los casos. La libertad y coraje del grupo misionero no proviene de su posición de poder o de sus derechos políticos. “Dios nos dio el valor necesario para anunciarles su evangelio” (vs 2).

Y esta confianza tiene un contenido: es hablar del evangelio de Dios. No es entregarles espejitos o lanas de colores a los tesalonicenses. Y hay una actitud de trasmitir ese mensaje: hay una valentía, en medio de muchas luchas, enfrentando a judíos violentos y a gentiles que defienden sus privilegios, ambos amparados por el poder del imperio.

Confrontación con la ideología del poder humano. 2.3-7

Pablo sabe que su ministerio debe agradar a Dios, al Dios que examina los corazones, y no a hombres que quieren ejercer los atributos de los dioses. Por eso las palabras de Pablo no son aduladoras de los hombres, como algunos poetas contemporáneos de Pablo, por ejemplo Antípater de Tesalónica, que escribe Epigramas de alabanzas a los patrones romanos, y se recitaban en espectáculos en homenaje y adulación en las festividades de las deidades.

Hay quienes buscan la aprobación de los poderosos. Recordemos que los sacerdocios de las deidades imperiales y otras establecidas por la ciudad eran concedidos por decreto de las Asambleas ciudadanas. La legitimidad del grupo misionero no proviene de los que decretan esa legalidad, sino que depende de Dios.

Finalmente, la acción de Pablo y sus compañeros no busca ningún resarcimiento económico. Los tesalonicense “bien saben” cómo no hay en ellos ninguna avaricia, ni les han pedido ninguna ayuda ni han esperado ningún homenaje. Al revés, ellos han actuado ¡como una madre tierna con sus hijos! El grupo misionero no se impone sobre gente extraña, sino que se ubica como responsable de alimentar a sus propios hijos.

Distintos modelos de vida. 2-8-11

En los vs 8-11 el grupo misionero recuerda cómo quisieron entregar a los tesalonicenses “no solo el evangelio de Dios sino también nuestra propia vida” (vs 8), “sin ser una carga para nadie” (vs 9), más bien compartiendo el esfuerzo cotidiano para enfrentar sus necesidades básicas. Así, ahora alude a la figura del padre. Los misioneros han sido “madres” para todos, “hermanos” de todos en el trabajo cotidiano y ahora “padres” que exhortan y consuelan a toda esa “familia de la fe”.

El vs 10 propone tres tipos de comportamiento, en contraste con los anteriores de 2.3-6: el error (con palabras aduladoras), con impureza (encubriendo la codicia), o con engaño (buscando prestigio humano). Ahora se trata de santidad, justicia y una conducta intachable. Es decir, se busca una manera de ser coherente con el Evangelio predicado. Es la ruptura entre la nueva Asamblea convocada por Dios y la Asamblea que propone la sociedad global.

Mirando la meta estratégica. Vs 12.

Las prácticas concretas, el andar de todos los días, tiene que medirse a la luz de las metas, la utopía, lo eterno que esperamos. Entonces tenemos entretejido lo humano y lo divino:

Esfera de lo humano:
Nosotros
les hemos recomendado
los hemos exhortado y consolado
para vivir con dignidad

Esfera de lo divino:
Ante Dios
que los llamó
(los está llamando)
a su reino y gloria

El llamado de Pablo y su grupo tiene un destinatario, los tesalonicenses, y un objetivo: establecer un “camino digno de Dios” (una conducta adecuada). El “llamado” de Dios es a la vez una exhortación que tiene una dimensión ética, se hace “camino”. Y ese camino tiene una meta: establecer su Reino y Gloria. La comunidad es convocada, requerida (y consolada en la aflicción) para un caminar –un peregrinar- que la arrancará de este reino corrupto y la dirige hacia otro Reino. El Reino está vinculado con un camino. Es una realidad a la cual marcha, una presencia que no es solo subjetiva, sino un “pro-yecto”: algo puesto por delante hacia donde se encamina el accionar tanto humano como divino.

Acción de gracias por la fidelidad de la comunidad. 2.13-16

El conjunto de lo que Pablo ha expuesto: su llegada a Tesalónica, la predicación del Evangelio y su aceptación por parte de los ahora “hermanos”, su conformación como comunidad y la comunicación de fe que ellos mismos han generado, el sentido del camino emprendido, todo esto Pablo lo agradece a Dios.

Los tesalonicenses aceptaron “la palabra-mensaje nuestro de Dios”, expresión cuya ambigüedad no conviene diluir en la traducción. Efectivamente, Pablo muestra cómo en la predicación misma, en cuanto fenómeno de comunicación humana, no es posible distinguir la dimensión humana de la formulación del mensaje en su cualidad de Palabra divina, ya que el medio humano es el medio elegido por Dios.

Quienes ahora conforman la ekklesía son justamente quienes han sabido percibir-recibir esta palabra humana y distinguir dentro de ella la expresión de la verdad de la Palabra divina. Han discernido lo “ideológico” (la palabra humana) del fundamento de la fe (la palabra divina). Si el grupo misionero había sido “investigado” por Dios para confiarle el Evangelio (2.4), discernir la palabra divina en la predicación de Pablo es la prueba que constituye la comunidad de “los que confían”. En ellos obra la misma palabra: es una realidad que “actúa desde dentro de vosotros” dando origen a esta condición de “confiables”.

Hay un énfasis puesto en la duplicación: vosotros, los creyentes. La aceptación del Evangelio como Palabra de Dios marca una línea determinante: quien participa de esta realidad ya no puede confundir como palabra y expresión divina otras formulaciones. En el v 14 se recupera el lenguaje de 1.6 textualmente. Los hermanos de Tesalónica ya son imitadores de las Iglesias de Judea. Es la comprobación de una realidad en marcha.

Los hermanos de Judea tomaron el camino; estos tesalonicenses los siguieron. Es interesante destacar el cuidado de Pablo en nombrar a las iglesias de Dios que están en Judea en Cristo Jesús, con lo cual se produce un cierto paralelismo con la propia Iglesia de los tesalonicenses (1.1).

Las iglesias de Judea han sufrido a causa de sus propios compatriotas, como ahora ocurre con los creyentes de Tesalónica. Y esta es la primera referencia que tenemos de una persecución por parte de gentiles. Y justamente ocurre en el primer escrito del cristianismo. Según Hechos, esta persecución por parte los “propios compatriotas” habría sido instigada por judíos residentes en Tesalónica (Hch 17.5). Pero la carta señala únicamente a los habitantes gentiles de Tesalónica.

¿Cuáles habían sido los motivos de esa persecución? No participar de los cultos oficiales en honor del César u otros patronos (como se infiere de 1.9) era algo muy serio, pero más bien por razones políticas más que religiosas. Esta no participación podía ser muy ofensiva, y podía dar motivo a una actitud de infidelidad política, y por tanto estimarse opuesta a los “decretos del César”, como vemos en Hch 17.7, llegando a “matar al Señor Jesús y a sus propios profetas, y a nosotros nos expulsaron” (vs 15).

Los vs 15-16 son muy diferentes a lo que Pablo escribirá en los caps. 9 a 11 de su carta a los Romanos, donde habla de “la gran tristeza y continuo dolor” por el pueblo de Israel, su pueblo (Rm 9.1-5). Aquí Pablo está escribiendo a una iglesia compuesta mayormente por gentiles, y comparte ahora el dolor de los cristianos de Judea, que sufrieron las mismas persecuciones de parte de la religión pervertida de los judíos, no de la antigua fe liberadora y constructora de un pueblo de hermanos.

Y en el marco de una escatología inminente, del “día del Señor” que viene, es que estos judíos perseguidores –como el mismo Pablo había sido perseguidor antes de ser llamado por Jesucristo– “llegan al colmo de sus pecados”. Y Dios, que juzga a los gentiles por su idolatría (1.10), juzgará también a los judíos que no reciben el Evangelio y entorpecen su anuncio.

Así es que no se trata de antisemitismo de Pablo en este contexto. Pablo está hablando y valorando la experiencia de la persecución y del padecimiento de los cristianos como la experiencia de todos los que se atrevieron a distanciarse de la religión idolátrica de los poderosos –los que escupen a Dios-. Y Pablo está hablando y valorando la experiencia de estas comunidades sencillas y pobres que están escribiendo una nueva página en el mensaje de Dios, retomando a los profetas, a Jesús de Nazaret y ahora a ellos mismos, los tesalonicenses. Hay quienes están tratando de impedir que ese mensaje se extienda. Es eso, y no ningún antisemitismo, lo que perturba y preocupa a Pablo, ya que él mismo, en su momento, tomó parte en esos impedimentos.

Néstor Míguez, biblista metodista argentino en Comentario Bíblico Latinoamericano, Navarra, España, 2003. Resumen y adaptación de GBH.


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