Recursos para la predicación

11 Sep 2023
en
Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 08 OctubreOct 2023

Verde


Mateo 21.33-46 – Presentación de Ricardo Pietrantonio

Los inquilinos de la viña. Los malos arrendatarios y el hacendado benévolo. (ver Mc 12.1-12; Lc 20.9-19)

La mayor parte del Imperio romano rural estaba controlado por hacendados adinerados cuyo ingreso por la propiedad de la tierra les permitía vidas de completo ocio. Los hacendados eran honrados entre los pobres si eran benévolos, pero normalmente tenían poco incentivo para hacerlo. Generalmente vivían lejos, a menudo en las ciudades, y tenían poco contacto personal con sus obreros. Pero el hacendado en esta parábola es tan benévolo que los aristócratas lo habrían considerado ingenuo.

Jesús se dirige a aquéllos que se imaginan gobernantes de Israel (21.23), recordándoles que son meramente custodios de la viña de Dios elegidos por Él (como los pastores de Jer 23 y Ez 34).

Aquí el tema de la sustitución está explícito. El relato habla de un dueño ausente y unos arrendatarios que tienen la obligación de pagar al dueño una proporción fija del producto como renta. Su negación de hacerlo sería razón suficiente para reemplazarlos; el asesinato de su hijo hace que las cosas sean mucho más serias.

El punto del relato era obvio tanto a los principales sacerdotes como a los fariseos (45), y lo hubiera sido para cualquiera que conociera el libro de Is, donde la admirable parábola de la viña (Is 5.1-7) simbolizaba el fracaso de Israel en cumplir las expectativas de Dios. Pero el enfoque aquí no era sobre Israel en su totalidad, sino en sus líderes, cuya ejecución del Hijo de Dios estaba por llevar a su clímax los repetidos rechazos de los profetas del pasado.

21.33: La descripción de Jesús sigue la manera normal de preparar una viña, pero alude claramente a Isaías 5.1-2, dónde Israel es la viña. Mt 21.34: Los pagos se hacían en el momento de la cosecha, o el porcentaje (normalmente por lo menos 25 por ciento) o una cantidad predeterminada.

21.35-37. Los hacendados siempre tenían poder, social y legal para hacer cumplir su voluntad en los arrendatarios; algunos incluso tenían escuadrones de asesinos contratados para tratar con los arrendatarios molestos o rebeldes. Aquí los arrendatarios actúan como si fueran los que tenían el poder, y se aprovechan de él implacablemente (lo opuesto al ideal de hacendados benévolos). Esta actitud encaja en la tradición bíblica de que Israel martirizó a muchos de los profetas.

21.38-39. Los arrendatarios presumen demasiado sobre la herencia. Aunque pudieran heredarla bajo ciertas condiciones legales, el dueño también podía estipular que alguien más heredara la viña; o que delegados del emperador los arrestaran. La historia pinta a los arrendatarios como incomparablemente malos y tontos; los arrendatarios son una metáfora de los líderes religiosos que se servían a sí mismos en lugar de a Dios –como los escuchas de Jesús sabían (21.45).

Mt 21.40-41. Los antiguos escuchas se preguntarían por qué el hacendado no había intervenido para sacar a los arrendatarios antes. Hacer preguntas era normal en un rabino, como manera de involucrar a los oidores en la historia o enseñar; los oidores de las parábolas estaban familiarizados por los profetas bíblicos en pronunciar un juicio sobre ellos mismos (2 Sam 12.5-7; 14.8-17; 1 Re 20.40-42).

Mt 21.42-44. El v. 42 (cita Sal 118.22) ilustra el trastrocamiento divino que ocurriría cuando el rechazado por los líderes de Israel fuera la persona elegida para el lugar de mayor honor. El v. 44 prosigue con la misma metáfora haciendo alusiones a las rocas destructivas de Is 8.14, 15 y Dan 2.34, 35, 44, 45. El v. 43 es más directo: el reino simbolizado por la viña pertenece a Dios y no a ellos; y él la ha de confiar a alguien más responsable. Sugiere no solamente un cambio de liderazgo, sino que la misma composición del pueblo de Dios cambiaría (según los lineamientos sugeridos en 8.11-12). Lo que los caracterizaría no sería su nacionalidad, sino que producirían frutos (cf. 3.8, 10; 7.15-20; 12.33-37; 13.8, 26; y especialmente 21.18-20).

Mt 21.42. Este texto es del Salmo 118.22-23. El edificio referido a es el templo (vea Sal 118.18-21, 25-27); como la piedra angular de un nuevo templo, Jesús propone una amenaza a los constructores del antiguo (la aristocracia judía). (Intérpretes discrepan acerca de si la “piedra angular” se refiere a la piedra localizada en la esquina de la fundación o la piedra angular de un arco, pero este punto no es crucial para la interpretación del pasaje.)

Mt 21.43. Israel era una “nación santa” (Ex 19.5-6), pero la amenaza de transferir su estado a otros había sido hecha antes (Ex 32.10; Núm 14.12). Dios rechazó el rechazo de los constructores (21.42), y podría reemplazarlos (cf. 3.10). El producir fruto (cf. 3.8) significa devolverle al hacendado (Dios), en contraste con los arrendatarios de la parábola (21.33-42).

Mt 21.44. “Caer en” la piedra angular refleja Is 8.14-15 (cf. 28.16); la piedra que cae sobre el ofensor alude a Dan 2.34, 44, donde el Reino de Dios, retratado como una piedra, aplastará a sus desafiadores terrenales. Jesús aquí usa una práctica judía normal de exponer un texto (Mt 21.42) citando otros compartiendo la misma palabra importante o concepto, en este caso, la piedra divina.

Mt 21.45-46. Los líderes sacerdotales eran políticos sutiles que tendrían el cuidado de no actuar públicamente contra los deseos del pueblo; los Fariseos, a su vez, eran populares entre la gente pero no lo suficiente como para desafiar la propia popularidad de Jesús. La aristocracia sacerdotal y los Fariseos actuaron de concierto sólo cuando era necesario para conservar a sus gentes contra los sentimientos revolucionarios peligrosos; desafiar a un adversario común como un pretendiente mesiánico encajaría esta categoría.

Ricardo Pietrantonio, biblista luterano argentino (IELU), Estudio Exegético-Homilético 31, ISEDET, 2002. Res de GBH.


Isaías 5.1-7 - Presentación de J Severino Croatto

La desilusión de Yavé para con su pueblo

Al ciclo anterior (2.1–4.6), que interpretaba la antigua acusación profética en clave de esperanza actual de restauración, sigue una serie de cuatro oráculos acusatorios de diverso géneroliterario (v 1-7, canción de amor: 8-24, maldiciones; 25, amenaza de juicio; 26-30, anuncio de guerra).

Predomina, por tanto, la crítica profética a Jerusalén; no se vislumbra aquí ninguna palabra de esperanza, hecho que extraña en la redacción actual del libro de Isaías, pero que tiene su explicación narrativa: sirve, en efecto, de excelente introducción para el cap. 6, uno de los episodios clave de todo el libro.

Canto del amigo al dueño de una viña. Isaías 5.1-7

Isaías se pone a contar en nombre de su amigo e íntimo, que aún no es identificado. Es probable que asuma la función del “amigo del esposo” (ver Jn 3.29), teniendo en cuenta que estamos ante una canción de amor. Los vs 1b-2a describen breve y rápidamente el trabajo del amigo agricultor: ubicación oportuna, trabajo preparatorio cuidadoso, provisión de una torre (y no apenas una carpa) y hasta de un lagar, tan seguro estaba de los buenos resultados. Eso espera todo campesino que hace bien su trabajo, y planta los mejores ejemplares de sus árboles (la imagen de la “cepa exquisita” se repite en Jer 2.21 con sentido directamente figurado.

¡Pero cuál no fue la frustración del viñador! El medio versículo de 2b introduce dos vocablos que son la clave de interpretación: hay que esperar el buen resultado de la tarea hecha con cuidado y amor; para un viñador aquel será que lo plantado produzca/haga uvas. Nada de parte del campesino hacendoso hacía esperar los frutos agraces, esas uvas agrias que caen sin madurar, arruinadas por alguna peste.

El poeta ha descrito una situación; los oyentes son invitados a participar de su desconcierto y amargura. Si la ocasión para cantar esta queja hubiese sido la celebración de una vendimia (ver Dt 16.13-15), más intenso habría sido el suspenso producido en los oyentes. Decimos suspenso porque esta canción exige que el locutor continúe. Y este les pide que intervengan en una especie de juicio público entre la viña y el amigo, cuya representación asume (v 3). Las expresiones “habitantes” de Jerusalén y “hombres” de Judá parecen significar “gobernantes” y “militares”, respectivamente. Es gente cualificada a la que el profeta invita a juzgar. El tono de la frase, por otra parte, insinúa ya que la culpa no está en el campesino, que aquí es el amigo íntimo.

Esta impresión se refuerza en el v 4. El viñador hizo todo lo que podía hacer (v 4a). La espera anhelante marcada en el v 2b es objeto de una pregunta retórica en el v 4b: “¿por qué esperé…?” (y se repite hasta una sexta vez el verbo hacer).

¿Qué habrán respondido los oyentes convertidos en jueces? Habrán seguramente disculpado al agricultor y culpa a la misma vida de no responder a la solicitud de su dueño. Como cuando el profeta Natán propone a David una parábola para que conteste acusando él mismo al ladrón/asesino ficticio (2 S 12.1-6).

En la tercera parte, a partir del v 5, el profeta (haciendo de portavoz de su amigo) retoma la función de juez para sentenciar a la viña: va a hacer (séptima referencia) algo con ella, ya que ella no hizo los frutos esperados. La viña será arruinada (v 5b). Los verbos en infinitivo absoluto dejan indefinido al sujeto de esta acción, que solo en el v 6 vuelve a ser el viñador/amigo/profeta. El final de este versículo adelanta que tal sujeto puede ser un actor trascendente.

Llegamos de esta manera a un cambio de nivel y al desenlace enel v 7, en dos partes: una identificación del campesino con Yavé y de la viña con Israel (las expresiones “casa de Israel” y “hombres de Judá” remiten al v 3) y una inculpación a éstos por la gran frustración del viñador. El v 7 emplea otra vez los dos verbos del esperar los frutos buenos, y del hacerlos: este último está sobreentendido y los frutos no son ya las uvas sino la justicia y el derecho. Esto esperaba Yavé de Israel, que por el contrario produjo crímenes y gritos de desesperación en los explotados (ver Ex 3.7, 9; 6.5).

El lector /oyente de esta composición se habrá sorprendido de sentirse súbitamente envuelto en el escenario (v 7a, y comp. 2 S 12.7ss). El v 7b, por otra parte, remite hacia atrás al tema de las injusticias de los poderosos ya tocado en la gran obertura del cap. 1 y en el centro de la serie de 2.1–4.6 (ver 3.12-15). Este mismo tema será desarrollado en las maldiciones que siguen.

Podemos ahora entender por qué esta canción de trabajo tiene también el tono de un canto de amor (ver Jer 2.1ss).

J Severino Croatto, biblista católico argentino en Isaías 1-39, La Aurora, Bs As, 1989, pp 48-51.


Salmo 80 – Presentación de Enzo Cortese y Silvestre Pongutá

Observaciones generales

Esta oración, más que una lamentación colectiva en sentido estricto, se puede definir como una súplica, cantada, tal vez, sobre una melodía especial titulada los lirios (1a), usada también por el Salmo 45. Está rimada por un estribillo (4, 8, 15, 20), que desarrolla el tema Dios-salvación de 79.9 ya introducido en 80.3b y que, en la tercera vez, tiene la variante que indica el tema central: es una plegaria por la vid. Estas es la metáfora que se comienza a usar en el v 9 por Israel, a la cual se junta dos veces el sugestivo indicio sobre el hijo del hombre (16 y 18).

Origen

El colorido septentrional (referido al reino del norte) aparece evidente desde las primeras expresiones (2a,3a), aunque hay algunas que hacen pensar en el sur; tales como 2b o 7 (eco del salmo precedente). El origen septentrional y la antigüedad del salmo son sostenidos por muchos autores; el título en griego nos autoriza a pensar en la época asiria, alrededor del 720 aC, la época dolorosa del final del norte.

También en Judá había una metáfora parecida sobre la viña; véase en Is 5. Huellas de esta metáfora quisiéramos encontrar en Sal 44.3, de Coré. Después Ez 17, en el exilio, la aplica a la monarquía: la vid son los reyes e Judá.

Teología mesiánica

Pero aun antes de estos textos está Gn 49.11, poema antiguo que contiene una alusión al Mesías. Quizá es este antiguo lugar el que hace surgir de la oración el único indicio mesiánico de la colección de Asaf sobre el retoño o renuevo (v 15) y sobre el doble hijo del hombre (v 17) “al que has dado tu poder”. Las expresiones no son las mesiánicas clásicas; son cautas y vedadas, por los motivos ya dichos: el control de las autoridades imperiales, y parecen una adición que hace desviar el texto del tema general. Se trata de elaboraciones refinadas de la antigua oración que la hacen muy sugestiva. A la oración por la salvación de los enemigos agrega la oración por el Mesías.

Lectura cristiana

Los cristianos saben muy bien cómo las dos cosas coinciden: el Mesías y la salvación. Maimónides decía que el Mesías sería un personaje particular, que debería llevar a Israel al nivel esperado y luego desaparecer. Para nosotros la verdadera liberación es la final, por obra de aquel Mesías que ya ha venido y del cual esperamos la Parusía. Su muerte y resurrección ha iniciado también para toda la humanidad, la liberación y la nueva creación. Con una mirada creyente y atenta podemos descubrir esta liberación en marcha. Y, unidos a él, obrar para que el proceso se cumpla hasta su plena realización.

Enzo Cortese (1935) y Silvestre Pongutá (1935-2022), biblistas católicos italiano y colombiano respectivamente, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007.


Filipenses 3.4-14 – Presentación de René Krüger

Introducción

En la ciudad de Filipos, Pablo fundó su primera iglesia cristiana en suelo europeo. Filipos era un puente cultural y comercial entre Europa y Oriente; y tenía una considerable vida política, económica y religiosa. El apóstol tuvo una relación muy especial con la comunidad filipense. Escribió esta carta para responder a varios problemas de la iglesia en Filipos y también para agradecerles a los miembros por la ofrenda que le habían enviado.

En este contexto, los anima a vivir en Cristo, señalando su camino de humildad y obediencia a Dios que lo llevó a la cruz y a través de ella, a la posición suprema de Señor de toda la humanidad. Asimismo, asume una postura clara en el conflicto planteado por los llamados “judaizantes”, que postulaban que los nuevos conversos a la fe en Cristo debían someterse al rito de la circuncisión para integrarse plenamente en el proceso de salvación.

Repaso Exegético

El texto se halla en la parte de la carta de Pablo a los Filipenses que algunos comentarios titulan “expectativas espirituales de Pablo”.

Partiendo de la temática y el tono aparentemente distinto del cap. 3 del resto de la epístola a los Filipenses, algunos investigadores creen ver en este capítulo una carta diferente de Pablo que posteriormente fuera insertada en este lugar en una misiva algo más amplia a los Filipenses, o incluso una carta combinada con otras varias. Ahora bien, este tipo de “paréntesis” era común en el discurso oral y escrito de la antigüedad, y Flp 3 puede ser simplemente esto: un “paréntesis”.

El texto en cuestión puede dividirse en dos subunidades:

3.4-7    Objetivos en la vida anterior de Pablo

3.8-14  Renuncia a lo antiguo; orientación nueva de Pablo

Pablo se propone “vacunar”, por así decirlo, a su comunidad contra un movimiento que quería imponer la circuncisión a quienes se convertían a la fe en Jesucristo, provenientes del mundo gentil o pagano. El mayor testimonio de esa verdadera lucha se encuentra en la epístola a los Gálatas; pero también esta breve advertencia en Flp 3.2-3 contra ese movimiento es altamente ilustrativo, pues muestra que había muchísimo más en juego que una mera ceremonia ritual. Estaba en juego el evangelio mismo, el concepto de justicia, la fe, y en última instancia la salvación. O Dios premiaba a los “perfectos”, o aceptaba a los “imperfectos”, los que valían menos, los que no tenían “currículum”. O Dios estaba con los “grandes”, o estaba con los “débiles”.

En la primera subunidad, Pablo trabaja con el método del contraste. Para dar realce efectivo a la novedad que le trajo la experiencia de la salvación en Cristo, la confronta con su propio currículum, por cierto impresionante en cuanto a las calificaciones y capacitaciones que traía consigo y que sintetiza en siete valores capitales, número simbólico que remite a la perfección. Era miembro del pueblo elegido, con indicación precisa de la tribu de Benjamín (era la misma de la que provenían Saúl y la reina Ester; y esta tribu había tenido fama de fidelidad a Yavé en medio de la infidelidad generalizada del pueblo entero); era hebreo de hebreos, lo cual puede referirse a un origen en Israel mismo o a la calidad de hebreoparlante (o arameoparlante), hijo de tales padres que no habían perdido su lengua en la diáspora de Tarso (es decir, no habían cambiado su lengua original por la griega, como buena parte de los judíos en la dispersión). Pertenecía al movimiento estricto de los fariseos, de perfección religiosa irreprochable, con las más altas metas de obediencia a la voluntad de Dios hasta tal punto de aplicar la violencia contra quienes le parecían oponerse a esa voluntad. Las listas de virtudes (y también de pecados) eran comunes en la literatura epistolar. Bajo la forma narrativa integraban también trozos biográficos, y era común usar una autorrecomendación en textos exhortativos para brindar un modelo legitimador a los imitadores.

En el caso de Pablo se trata realmente de una foja de servicios respetable, intachable y magistral dentro de los parámetros de la aspiración a la perfección de su cultura de aquella época. Ganancia pura, en términos humanos, pero también en términos teológicos. Por cierto, un conjunto de antecedentes seguramente mucho mayor y más completo que el de los oponentes que exigían la circuncisión a los nuevos cristianos. Ese es el contexto de la discusión en el que se mueve el apóstol. Al presentar antecedentes tan elevados, con mayores méritos que sus oponentes, socava la autoridad ajena.

Hasta aquí, todo bien. Pero de repente, todo mal; todo es pura pérdida. No sólo “todo es inválido”, sino “todo es pérdida”. Sí, es más: Pablo se atreve a emplear un epíteto realmente impresionante para calificar los valores de su currículum: skýbalon, un término griego que designa material fuera de uso, indeseable o desechable; lo que debe tirarse; y de allí: basura, residuos, inmundicia, estiércol, excremento. Hay que tener coraje para arribar a este tipo de afirmaciones y emplear semejante vocabulario. Lo que le había proporcionado una elevada autoestima y lo que constituía su propia identidad, ahora Pablo lo considera base de falsa confianza, impedimento, atadura, cosa desechable, basura.

Ese cambio brusco de parecer (v 7) no fue fruto de una experiencia entusiasta momentánea. Pablo reitera su opción (si es que cabe calificarla así) en el v 8, involucrándose íntegramente en ese proceso de profunda transformación iniciado por Cristo en su vida y que lo lleva a comprometerse con la obra que Cristo está realizando en todo el mundo.

Aquí todo es movimiento, dinámica, proceso: Cristo “prende”, cautiva, toca a Saulo/Pablo y lo transforma en su enviado. El apóstol somete sus valores a una evaluación radical –reevaluación, habría que decir mejor–, los desecha y se despide de ellos; y “se engancha” en lo nuevo. Cambia la orientación de su vida; se compromete, se proyecta hacia delante.

No sólo considera pérdida y basura lo anterior, sino que también desecha las seguridades que le había brindado aquella identidad: su lugar en la tradición normada por las autoridades religiosas, el aprecio social y religioso, el estatus, la relativa seguridad de una religión lícita que gozaba de cierta protección (por cierto, no mucha) de parte de las autoridades romanas. No es un dato menor que Pablo emplee terminología económica de mercado para hablar de su cambio total de orientación: abandona la ganancia, opta por la pérdida. En Flp 4,10-20 también empleará una serie de vocablos económicos.

Pablo opta, porque tiene plena fe en que Dios optó por él en Jesucristo. Su lenguaje refleja tanto el imaginario tradicional de la relación del pacto como el de la relación personal con Dios. Ahora Pablo tiene aspiraciones nuevas: quiere ser aceptado por Cristo. Quiere desarrollar su vida y su misión en el conocimiento de Cristo; es más: quiere ser identificado con el Cristo crucificado y resucitado, lo cual incluso lo lleva a formular en el v 11 con extrema humildad –casi diríamos “cautela”– su anhelo de participar en la resurrección de los muertos, casi como que tuviera dudas. Pero –reiteramos– se trata de una formulación marcada por la humildad y no por una falta de fe.

En la aspiración de identificarse con Cristo asoma lo mismo que el mismo apóstol explica en Rom 6 sobre la identificación con Cristo en el bautismo. Es la traducción del poder transformador de la resurrección a la vida diaria, y ello incluye también la disposición a asumir los sufrimientos que la obediencia a Cristo trae consigo. En el lenguaje de la mística paulina esto es participar en los padecimientos de Cristo. Aquí también hay reminiscencias de la idea de que la resurrección es precedida por un período de sufrimientos.

Breve reflexión teológica

El apóstol parte de su pertenencia a la etnia del pueblo judío y de su propio proceso intachable de perfección, para destacar acto seguido que este origen ya no le otorga ningún privilegio para obtener la salvación. Es más: todo ello es pérdida. Su orientación cambió radicalmente; y ahora tiene una única meta: mantenerse en esa dirección en la que lo colocó Dios mismo.

La adhesión y la identificación con Jesucristo posibilitan e implican varias cosas:

  • Se trata de la superación del ideal de perfeccionamiento legalista que sostiene que es posible alcanzar el estado de perfección con un estricto cumplimiento de la ley. Pablo toma distancia de ese ideal farisaico y focaliza la atención en la justicia que viene de Dios y que se basa en la fe. Pablo, como judío y fariseo, había buscado su propia justificación mediante la práctica de las obras de la ley; pero esta vía de salvación fue superada por el impacto de la gracia de Jesucristo. El sometimiento a la gracia se opone, pues, al esfuerzo personal. Esto no tiene nada que ver con un abandono de la obediencia a la voluntad de Dios, sino con la prioridad del indicativo de la salvación, que Pablo mismo traduce constantemente para sí y para sus comunidades en el imperativo ético de la vida nueva. En ningún momento Pablo rechaza las obras de amor; lo que deja en claro es que a partir de la fe en Cristo y la experiencia de su gracia no tiene ningún sentido exigirles a los paganocristianos el cumplimiento ritual de la ley judía.
  • Es decisiva la transformación de la vida por Cristo. Este proceso se inicia con Cristo mismo y es obrado por él. Lo que está en juego por la actividad de los judaizantes no es, pues, en última instancia el valor “simbólico” de la circuncisión, sino el valor de la muerte y la resurrección de Cristo y de la gracia de Dios, que posibilita una vida de compromiso con la misión que Dios lleva adelante con su humanidad y para la cual busca personas dispuestas a entregarse. La entrega de Cristo hace posible esa entrega. Si los judaizantes tuvieran razón con su esquema, se lograría la justificación ante Dios por el cumplimiento de la ley. Entonces no seria necesaria la gracia, y todo el hecho de Cristo se reduciría a una bella, pero trágica historia. En otros textos Pablo coloca esta transformación dentro del vasto esquema carne-espíritu, como modos de ser, sentir, pensar y actuar; estructuras de personalidad relacionadas con la comunidad; orientaciones básicas de la vida. Si antes la ley era el poder estructurante de la vida de Pablo, a partir de la experiencia de la gracia de Cristo este Señor rige la vida del creyente y determina su contenido.
  • Aunque la exigencia judaizante de la circuncisión presentada a ciertas comunidades paulinas y respondida por el apóstol pueda parecer una preocupación extraña, alejada y hasta “exótica” para la mayoría de los cristianos y las cristianas del siglo XXI, el tema de fondo es la base de la relación con Dios. No están en juego meras ceremonias rituales, sino la orientación básica de la existencia cristiana: el intento de obtener egoístamente la salvación por méritos propios versus la atribución de la salvación por la gracia de Dios, aceptada por fe y traducida a un compromiso viviente con la obra de Dios.
  • La teología de la cruz y la resurrección propagada por Pablo es una inversión de todos los valores imperantes en la sociedad. Es un proyecto contracultural, que ha sido traducido a diversas formulaciones a lo largo de la historia cristiana. Pablo trata de describir ese proceso mediante la imagen de una competición atlética (como lo solían hacer metafóricamente también diversos moralistas de la antigüedad) y con el empleo de los conceptos de alcanzar, perfecto, perseguir, proseguir, extenderse. En la historia cristiana esta imagen aparece expresada también mediante otros términos: seguimiento de Cristo, compromiso, crecimiento, santificación, justo y pecador a la vez. Sea como fuere y úsese la terminología que se quiera, las formulaciones remiten a un proceso que constituye una especie de elipse cuyo primer polo es calificado por la intervención de Dios en Jesucristo a favor nuestro y el segundo, por nuestra respuesta a esta iniciativa de Dios, una respuesta decidida y comprometida.

Posible esquema para una predicación

  1. ¿Sobre qué valores basamos nuestra identidad? Pablo había basado la suya sobre su origen étnico-religioso y sobre un elevadísimo ideal de perfección en el cumplimiento de su ley religiosa.
  2. La experiencia de la gracia de Dios, otorgada por Jesucristo y aceptada por fe, trastocó profundamente aquel esquema perfeccionista. Frente a la experiencia de Saulo/Pablo tenemos una eventual desventaja y una ventaja, pero predomina esta última. La desventaja podría consistir que debido a que la larga tradición cristiana y eclesiástica ha convertido el evangelio en algo “normal”, “domesticado”, que forma parte de nuestro “currículum”, y que por ende, ya no nos “impacte”. Pero la ventaja consiste en el hecho de que disponemos de una enorme cantidad de incentivos, ejemplos vivientes, reflexiones y –no por último– de los mismos escritos de Pablo, que nos pueden sacudir del letargo y hacernos presente siempre de nuevo el valor inmenso de la gracia. Pablo, en cambio, fue un luchador bastante solitario, que tuvo que abrir caminos totalmente nuevos en su momento. ¿Qué elementos de nuestra identidad quedan trastocados por la gracia de Dios? ¿Queremos dejarnos trastocar?
  3. Pablo reorientó su vida hacia el seguimiento del Crucificado y Resucitado. Por haber optado Dios por él, él optó por el camino señalado y caminado por Jesucristo, asumiendo las cruces de la vida y comprometiéndose con los débiles, ignorados, despreciados, insensatos, los que no tenían poder ni estatus. Con ello nos marcó el camino para nuestra propia práctica de la fe; en un mundo que sigue adulando a los poderosos, fuertes, ricos y famosos.
René Krüger, biblista luterano-reformado (IERP) en Estudio Exegético–Homilético 67, octubre 2005, ISEDET, Buenos Aires, Argentina


Agregar a Calendario Google
  • Calendario
  • Guests
  • Attendance
  • Forecast
  • Comentarios

Weather data is currently not available for this location

Weather Report

Hoy stec_replace_today_date

stec_replace_today_icon_div

stec_replace_current_summary_text

stec_replace_current_temp °stec_replace_current_temp_units

Wind stec_replace_current_wind stec_replace_current_wind_units stec_replace_current_wind_direction

Humidity stec_replace_current_humidity %

Feels like stec_replace_current_feels_like °stec_replace_current_temp_units

Forecast

Date

Weather

Temp

stec_replace_5days

Next 24 Hours

Powered by openweathermap.org

Compartir