Dedicado a la Biblia – Decimoséptimo domingo después de Pentecostés

Mt 20.1-16; Jon 3.10–4.11; Sal 145.1-3, 8-9, 17-18; Flp 1.21-27 (28-30)

Evangelio de Mateo 20.1-16: Sucede con el reino de los cielos como el dueño de una finca que sale a contratar trabajadores para su viñedo, en distintos horarios. Al llegar la noche les paga a todos lo mismo: el salario de un día entero, incluso a los que han trabajado algunas horas. Si yo quiero ser bondadoso, ¿cuál es tu problema?

Libro de Jonás 3.10–4.11: Al darse cuenta Dios de que todos los habitantes de Nínive se arrepienten de su mal camino, él también se arrepiente de hacerles daño. Pero Jonás se queda muy disgustado, se hace una enramada para ver si Dios castiga o no a la ciudad y hasta se enoja porque se seca la enredadera que le daba sombra…

Salmo 145.1-3, 8-9, 17-18: Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, por siempre alabaré tu nombre. Su grandeza es inescrutable. El Señor es compasivo, tierno, bueno, con todos y con toda la creación. Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan, escuchas su clamor y los salvas.

Carta a los Filipenses 1.21-27 (28-30): Para mí vivir es Cristo, y morir, una ganancia. Que su manera de vivir esté de acuerdo con el evangelio de Cristo, firmes, muy unidos, luchando todos juntos por la fe del evangelio, enfrentando las oposiciones y los conflictos.