Recursos para la predicación

Mateo 10.24-39 – Presentación de Ricardo Pietrantonio

Promesa de Persecución: el costo del discipulado

Cortes locales, o concilios decidían casos, lo hacían superiores locales o sacerdotes antes de 70 dC; más tarde rabinos vinieron a proveer de personal, un mínimo de tres jueces por corte. Las sinagogas eran lugares locales de asamblea pública, y así eran el lugar natural para audiencias y disciplina pública. Estas palabras habrían sido particularmente dolorosas a Cristianos judíos, porque significaba rechazo de su predicación por parte de los suyos.

Gobernadores, reyes, gentiles señalan a una dimensión más amplia de la misión cristiana, no sólo la de los doce en Galilea. El lenguaje acerca del Hijo del Hombre que “viene” (v 23) se deriva de Dan. 7.13, 14, donde él llega a Dios para recibir el poder soberano. Aquí, entonces, tal lenguaje mira hacia adelante a la entronización del Hijo del Hombre con poder (lo que nosotros encontramos cumplido en la resurrección en 28.18.

Dada la creencia sostenida por muchos judíos que un tiempo de sufrimientos precedería el fin, los discípulos habrían entendido este refrán probablemente como que ellos ya estaban experimentando los sufrimientos de ese tiempo. Jesús apunta a que ellos siempre podrán escapar y algunos sobrevivirán al fin no importa cuán severa sea la persecución (24.22).

Dicha oposición puede tener respaldo oficial (17, 18), pero dado que ocurriría por mi causa, provee una oportunidad para testimonio. Los discípulos contarían con la ayuda del Espíritu de vuestro Padre y, por lo tanto, no tendrían que preocuparse (cf. 6.25–34). (¡Sin embargo, ésta no es una autorización para una preparación inadecuada de sermones!)

Como la mayoría de los Cristianos primitivos y Cristianos en muchas partes del mundo hoy, los lectores de Mateo enfrentaron la persecución y a menudo otros peligros como parte de sus vidas diarias. Las palabras de Jesús los confortarían.

Vv. 26–33: Temer la oposición humana es perder la perspectiva correcta, ya que lo único que pueden hacer es matar el cuerpo. El mismo Dios, sin embargo, no sólo puede destruir, sino también preservar; dentro de su voluntad no hay lugar para temor (29–31). Al final de todo, viene a ser asunto de escoger la lealtad, la cual tiene consecuencias eternas (32, 33).

Se creía mayormente que habría grandes sufrimientos antes del fin, y que el Mesías llevaría a sus elegidos a una guerra triunfante, seguida por un tiempo de paz. Jesús asegura a sus oyentes que la era prometida de paz está todavía algún tiempo lejos y continúa explicando la naturaleza de los sufrimientos actuales y el conflicto.

Un delincuente condenado llevaría en su espalda la viga horizontal de la cruz al sitio de su ejecución, generalmente en medio de una chusma antagónica, burlándose. Este verso significa un camino vergonzoso, doloroso a una ejecución terrible.

La mayoría de los judíos del tiempo de Jesús contrastó la vida de este mundo con la vida del mundo por venir. El v 39 tiene una profundidad sociológica casi impensable en aquellos tiempos pero que es una verdad incontrastable porque se puede comprobar aún hoy por la experiencia.El discipulado cuesta mucho pero lleva a la vida plena (eterna).

Para la reflexión

• Cuando las angustias y los problemas nos ahogan, siempre podemos confiar en el Señor. (Del Salmo)
• Muertos y resucitados en el bautismo, ahogados para el pecado, surgidos vivos. (De Rom)
• El discipulado cuesta mucho pero lleva a la vida plena (eterna). (Del Evangelio)

Ricardo Pietrantonio, biblista luterano argentino (IELU) en Encuentro Exegético-Homilético 27 del ISEDET, Buenos Aires, 2002, fragmentos.

Introducción a Jeremías – Presentación de Mercedes García Bachmann

Jeremías es el libro sobre un profeta del m ismo nombre que profetizó en Judá a fines del s. VI aC. Es uno de los libros más fascinantes de la Biblia, por su pasión, por la relación del profeta con su pueblo y más aún con el Señor que lo ha enviado, por la época tan particular que le tocó vivir y por la maestría de su composición.

El libro contiene la historia de un tal Jeremías, de Anatot, llamado por Yavé desde antes de su nacimiento a ser profeta –mensajero, portavoz, representante– de Yavé a Judá y al resto de las naciones (cap 1). El resto del libro es la recopilación de diversos eventos relacionados con esta vocación, tales como oráculos o palabras de Yavé transmitidas a distintos grupos (el rey y la reina-madre y su corte, los sacerdotes, profetas diversos, comunidad exiliada, pueblo de Dios), acciones simbólicas destinadas a mover al pueblo a la acción (como romper la vasija del alfarero, cargar los tientos del yugo en señal de la dominación que se aproxima, abstenerse de participar en eventos familiares o aun de tener su propia familia, y otros).

Mientras que en los primeros capítulos del libro es muy difícil decir “qué pasa”, por estar formados mayormente por oráculos, acciones simbólicas y oraciones, pero sin narración, en los últimos capítulos se narran eventos relacionados con  los mismos personajes, pero puestos en una situación extrema.

Este es el panorama: la ciudad está sitiada, el ejército babilonio al mando de Nabucodonosor está esperando poder rendirla o destruirla. Adentro, el rey está considerando qué acciones tomar, tironeado por sus oficiales que lo presionan para que resista a Babilonia y por Jr (y posiblemente por un grupo de apoyo) que lo presiona para que se someta a Babilonia; una parte de la población ha desertado, otra debe estar muriendo de hambre, sed o enfermedad.

Finalmente, los babilonios logran hacer una brecha en la muralla. Y la ciudad y el templo son destruidos, los principales dirigentes son ejecutados o llevados al cautiverio, la población más pobre se queda en la tierra, hay hambre y muerte por todos lados; muchos se habían escondido en los montes y ahora consideran reintegrarse a la vida “normal”; un grupito asesina al gobernador dejado por los babilonios y huye a Amón, otro grupo huye a Egipto, llevándose contra su propia voluntad al mismo Jr. Los vericuetos de la relación Dios-pueblo mediada por este profeta son muchos y dan lugar a posicionamientos teológicos muy variados, ¡y actuales!

Jeremías 20.7-18 – La confesión

En estos vs notamos una familiaridad tal entre Jr y su Dios, que puede hablarle con términos tan fuertes como los usados en el v 7. La subunidad de 7-13 es un lamento individual. La primera palabra es el verbo p^etitâni, que tiene varias connotaciones. Por una parte, una connotación de seducción sexual y asalto. Por otra parte, el verbo tiene la connotación de presión sobre una persona para que acepte una cierta posición o tarea. Jr se siente perseguido por enemigos humanos (v 10). La ironía de esta confesión es que la misma conducta coercitiva de sus enemigos, de la cual se queja a Yavé, es la que Dios ha ejercido con él. Pero esa es precisamente la fuerza de este texto: al atribuirle a Yavé la conducta que en numerosos salmos se atribuyen al enemigo, Jr está pidiendo que Yavé tome su lugar frente a quienes se burlan de él, pues en realidad se están burlando no de Jr sino de Yavé.

En fuerte contraste con esta opresión que el profeta siente venir de todas partes, sigue un canto de alegría en el vs 13. Aunque no conocemos la razón histórica del mismo, podemos percibir cómo Jr ha encontrado, aun en medio de la opresión y la desorientación, una palabra salvadora y una seguridad de que Dios no lo dejará solo frente a sus enemigos.

Los vs 14-18 forman la última “confesión”. Su forma es la de una maldición vuelta sobre sí mismo por estar vivo y sufriendo y porque no impidieron su nacimiento. El lenguaje y el sentimiento que transmiten son muy similares a Job 3, quien también maldice el día de su nacimiento, los sufrimientos de su tiempo presente y el hecho de que nadie hubiese intervenido para cambiar su destino. La afirmación de que no haber nacido (la imagen es la de la morada perpetua en el útero) es mejor que padecer los sufrimientos del presente; por otra parte, ninguno de ellos contempla, al menos explícitamente, la posibilidad del suicidio. Quizás, después de todo, tanto para Job como para Jr los sufrimientos del tiempo presente son mejores que la nada del no nacimiento.

Reflexión pastoral

En las “confesiones” llama la atención la constante sensación de soledad, de pesadumbre del profeta, ante la cual, en la mayoría de los casos, recibe respuesta divina. Cada persona ha recibido un llamado, no todos/as al ministerio ordenado de la Iglesia.

También hay una llamado a ser discípulos y discípulas de Jesús en nuestra vida cotidiana, en el trabajo, la casa, el barrio. A veces este llamado se siente, como le pasó a Jr, como una carga demasiado pesada: nadie quiere saber de Dios, mucho menos vivir según el Evangelio; la institución misma a la que pertenecemos –la Iglesia– a menudo es hipócrita en su trato con su propia gente, “borrando con el codo lo que escribe con la mano”, como dice el refrán.

Hay muchas razones para abandonar la misión de Dios y vivir como el resto de la gente, pero ni Jr ni nosotros/as podemos hacerlo, porque en el llamado de Dios hay también esa palabra que Jr escuchó tantas veces, que nos dice que el Señor que nos llamó, nos acompaña y nos fortalece. Y hay una vida distinta, nueva, con un  sentido que a veces no podemos explicar con palabras coherentes, pero que hace que no podamos ser como “el resto de la gente”.

Jr 17.6s nos advierte contra algunas generalizaciones.  Notamos que Jr no estuvo en contra del templo en sí. A pesar de los sermones de los caps 7 y 26, vemos que el templo tiene una función muy importante en la relación Dios-pueblo. El problema es cuando una institución (el sacerdocio), una ley o costumbre (los sacrificios o las fiestas) o un edificio (el templo) se convierten en fetiche, reemplazando a Dios en la relación. A esto Jr llama Mentira y esto denuncia en más de una ocasión. No el culto honesto, según el espíritu con que Dios lo había instituido, sino el culto formal sin intención de cambiar, de convertirse, de tener una relación sincera con Dios.

En vez de criticar el ritualismo o no de la fe judía o de cualquier otra fe, los cristianos podemos hablar de nuestras propias fallas, y tratar de corregirlas. En este sentido, la Iglesia toda ha fallado y a menudo falla al refugiarse en una institución, una ley o costumbre o un edificio y olvidarse del mensaje radical de Jesucristo y de los valores e ideales que ella misma confiesa profesar.

Otro tema muy desafiante para la pastoral es el del sufrimiento de Dios por nuestras acciones. Somos tan miopes que siempre pensamos y sentimos desde nuestra propia experiencia; pero, ¿y qué hay de Dios? Se elige un pueblo, le da su enseñanza, hace con él una alianza tras otra, le da siempre otra oportunidad… y ve cómo va solito a su propia destrucción. ¡No nos gusta ver a nuestros seres queridos destruirse! A Dios tampoco. ¡Por eso mismo murió Jesucristo!

Mercedes García Bachmann, biblista luterana argentina ((IELU) en Jeremías, Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007.

Capítulo sexto de la carta a los Romanos – Presentación de Juan Calvino

En el capítulo sexto, el apóstol Pablo menciona la santificación que obtenemos en Cristo, pues la carne, tan pronto como ha saboreado un poco la gracia, gustosamente se enorgullece, soltando la brida a sus vicios y malos deseos, como si ella estuviese ya bien asegurada. Pero San Pablo declara, por el contrario, que no podemos recibir la justificación en Cristo sin alcanzar al mismo tiempo la santificación. Prueba por el bautismo (se refiere al bautismo por inmersión, N del T), mediante el cual somos introducidos en la participación de Cristo y por el que somos sepultados con Cristo, que siendo muertos a nosotros mismos, por su vida, somos también resucitados a novedad de vida.

Inmediatamente después dice cómo nadie puede ser revestido de la justicia en Cristo si no se efectúa al mismo tiempo la regeneración. Partiendo de ahí aprovecha la oportunidad para exhortar a la santificación y pureza de conducta, que deben manifestarse en quienes del reino del pecado han sido trasladados al reino de la justicia, y a la vez rechaza y combate la malvada licencia carnal que busca en Cristo la ocasión de pecar más libremente. Entrelaza también algunas palabras relativas a la abrogación de la Ley, en la cual el Nuevo Testamento se pronuncia y por el cual, con la abolición de los pecados, el Espíritu Santo es prometido.

Juan Calvino, reformador francés, 1509-1564. Epístola a los Romanos, Publicaciones de la Fuente, México, 1961.