Recursos para la predicación

09 Ene 2023
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Recursos para la predicación 05 FebreroFeb 2023

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Mateo 5.13-20

La luz, la sal, la ciudad sobre un monte.

El simbolismo de la luz y de la sal se aplica en el Sermón de la montaña a los discípulos de Jesús: ellos están llamados a ser para la tierra y el mundo lo que la sal y la luz son para la vida cotidiana de los seres humanos. Cada discípulo es luz en la medida en que sus buenas obras brillan a la vista de todos, y así se convierten en signos de Dios para el mundo (v 16).

En cuanto a la sal, su valor simbólico es más ambiguo. El paralelismo con la luz (que aquí tiene un sentido muy amplio) parece indicar que el evangelista ha tenido en cuenta la ambigüedad y plurivocidad del símbolo y que no quiso restringirlo a un solo significado. La sal preserva de la corrupción, purifica y da sabor.

Por otra parte, a orillas del Mar Muerto hay grandes bloques de sal que los judíos utilizaban para avivar el fuego en sus hornos. La imagen de la sal podría atraer entonces la idea de la luz y el calor: el cristiano no es solo condimento y elemento purificador de la comunidad humana, sino también está llamado a romper el hielo y avivar la llama que ilumina y da vida.

A las imágenes de la sal y de la luz se suma en el v 14 la de la ciudad situada en lo alto del monte: el testimonio dado por los discípulos debe manifestarse a la vista de todos, para que todos, al ver su modo de vida, glorifiquen al Padre que está en el cielo (v 16).

Las tres metáforas (la sal, la luz la ciudad) indican que Mt apunta a una obediencia concreta, visible y efectiva, que se realiza en el seguimiento de Jesús y se puede reconocer en las buenas obras (v 16) y en los frutos buenos (7.16-20). Así toda la perícopa, que lleva la impronta universalista y misionera típica de Mt (cf 28.16-20), culmina con un imperativo y con un incentivo para la acción: las buenas obras son inseparables de la misión confiada a los discípulos; no solo al oír el mensaje, sino también, y sobre todo, al ser testigos de sus acciones, todos encontrarán un motivo para glorificar a Dios (v 16).

La parte central del Sermón de la montaña

Esta parte central se abre con una declaración programática (5.17-20): Cristo enuncia el tema que va a desarrollar a continuación, en las seis “antítesis” (5.21-48) y en las instrucciones relativas a la auténtica voluntad de Dios (6.1-18). Se plantea una de las cuestiones que más preocuparon a los primeros cristianos, sobre todo en su confrontación con el judaísmo: ¿cuál es el vínculo existente entre la enseñanza de Jesús y la Ley del AT?

Para Mt, la Torá es lazo de unión entre Israel y la Iglesia. Jesús no pretende cambiar una observancia por otra, sino que radicaliza las exigencias formuladas en la letra del texto (45.17). Él no ha venido a suprimir la Ley, sino a expresar su intención más profunda.

La enseñanza de Jesús no pretende imponer una serie de comportamientos bien codificados, como lo haría un código de leyes, sino que señala una dirección y una cualidad del obrar. Por lo tanto, no es apropiado interpretar estas enseñanzas como si se tratara de una legislación con sus preceptos y sanciones, y es preferible no usar la expresión “Ley nueva” para designar la enseñanza ética del Sermón de la montaña.

Armando J. Levoratti, Evangelio de Mateo, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Estella, España, 2003.


Isaías 58.1-14

Este capítulo de Isaías responde esencialmente a las preguntas que se formulan en el vs 3: “¿Por qué ayunamos y no hiciste caso, humillamos nuestras almas y no te diste por entendido?” El pueblo se lamenta de que el Señor no ha respondido a sus clamores ni ha correspondido a sus prácticas penitenciales. El profeta responde: la religiosidad carece de valor si no está acompañada de manifestaciones concretas de justicia, misericordia y amor. El verdadero ayuno no consiste en privarse de alimentos ni en mortificar el propio cuerpo, sino en la renuncia a toda forma de conducta que mantiene o propicia la injusticia. Solamente así la piedad de veras agrada a Dios.

Después de la caída de Jerusalén y del regreso de los deportados, la comunidad comenzó a celebrar una serie de prácticas religiosas penitenciales entre las cuales se encontraba el  7; 8.18-19). En este caso particular, el profeta no rechaza la práctica del ayuno en sí misma, sino que afirma que ese rito religioso no tiene un valor moral y espiritual intrínseco.

El valor lo adquiere cuando manifiesta el empeño por la promoción de una sociedad justa y respetuosa de la dignidad humana. El verdadero ayuno consiste especialmente en dar comida al hambriento, en liberar a los oprimidos y en compartir el pan con el hambriento, dar albergue a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no despreocuparse del hermano. Este ayuno hará que el señor escuche las oraciones de su pueblo y le responda “¡Aquí estoy!” en el momento oportuno.

La falta de prosperidad que experimentó la comunidad postexílica se explicó de varias maneras. Para Hageo y Zacarías se debió a la tardanza en reconstruir el Templo. Para el Tercer Isaías, en cambio, se debió a la falta de la justicia social en la vida concreta de la comunidad. De esta manera, el profeta continuó una antigua tradición profética, según la cual la religiosidad sin justicia carece de autenticidad, como lo expresa con toda precisión el profeta Miqueas: “Se te ha indicado, oh hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios” (Miq 6.8; cf Is 1.10-20; Am 5.24). También anticipó los criterios básicos para el juicio final, según el pasaje de Mt 25.31-46.

En los vs 13-14, la crítica a la mala observancia del sábado se sitúa en la misma tradición que la relativa al ayuno. Lo que da sentido al acto religioso es la actitud espiritual y ética que motiva la práctica.

Samuel Pagán, Isaías, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007, pp 321-322.


1 Corintios 2.1-16

El mensaje de la cruz: sabiduría de Dios revelada por el Espíritu

En 2.1-5 Pablo retoma el tema de la cruz, recordando a los corintios que este mensaje paradójico de Jesucristo crucificado es lo que él proclamó entre ellos. Nada de sabiduría humana en el contenido, ni elocuencia en la comunicación, sino debilidad y temor. Así se demostró el poder del Espíritu de Dios, y así ellos creyeron y fueron transformados.

A partir del vs 6 se presenta un segundo argumento contra las pretensiones de “la sabiduría del mundo” que promete llevar a las personas a un nivel superior de conocimiento de Dios por medio de revelaciones secretas. Después de negar cualquier nexo entre tal sabiduría y el mensaje que él predica (2.1-5), Pablo reclama ahora que sí predica un mensaje de sabiduría y la caracteriza como “misteriosa, escondida…, desconocida” (2.7-8). En el lenguaje religioso griego del primer siglo tales términos se referían a conocimientos esotéricos revelados a personas que pasaban por pruebas y ritos de iniciación en alguna de las religiones “mistéricas”. La literatura apocalíptica judía también incluye el concepto de misterios ocultos y luego revelados. A la pregunta de por qué Pablo emplea términos con estas connotaciones dentro de un discurso donde procura distinguir el mensaje de Cristo de otras concepciones religiosas, han surgido varias respuestas.

La idea de atribuirle un carácter gnóstico al lenguaje y pensamiento de Pablo en este texto ha sido descartada, puesto que el desarrollo del gnosticismo cristiano se sitúa muchas décadas después de la época de sus cartas. Por otra parte, se ha sugerido que Pablo asume el lenguaje típico de sus contrincantes con el propósito de hacer más atractivo su propio discurso, al mismo tiempo que altera el sentido de los términos.

Parece más consecuente con el carácter del apóstol, sin embargo, buscar la orientación de su pensamiento en su trasfondo judío. La tradición apocalíptica se refleja en el contexto escatológico en que Pablo inserta estas expresiones (cf. su frecuente referencia a “este siglo”), lo cual no permite que se entienda “misterio” ni “sabiduría oculta” en sentido especulativo. Al contrario, Pablo vincula estas expresiones con la historia humana, y específicamente con la vida de Jesús.

En el proceso que culminó con la crucifixión, “los jefes de este mundo (siglo)” gobernantes judíos y romanos, no supieron reconocer en Jesús al “Señor de la gloria” (2.8). el proyecto de Dios encarnado en Jesús, quien se identificó con los débiles y denunció a los poderosos, fue un misterio indescifrable para ellos.

En la parte central (vs 10-13) de este apartado el énfasis recae en la revelación de lo que ha estado oculto. El Espíritu abre el acceso a Dios, no simplemente porque trasmite conocimientos, sino porque se imparte a sí mismo a los creyentes (v 12). En el fierre del apartado (vs 14-16) se procede nuevamente por la vía del contraste: se niega que las cosas reveladas por el Espíritu puedan ser captadas por “el hombre natural”; se afirma que sí las entiende la persona “espiritual”.

Irene Foulkes, biblista evangélica norteamericana-costarricense, 1932-2016, Primera carta a los Corintios, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Estella, España, 2003.


Salmo 112.4: Brilla una luz…

Brilla una luz en la oscuridad
para los hombres honrados,
para los que son compasivos, clementes y justos…

Brilla una luz en la oscuridad
para las mujeres honradas,
para las que son compasivas, clementes y justas…


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