Recursos para la predicación

22 Nov 2022
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 27 NoviembreNov 2022

Morado


El tiempo de Adviento

El Adviento es un tiempo de vigilia y espera en el cual nos preparamos para la “venida o llegada” (del latín Adventus) del Señor. Es un tiempo lleno de expectativa que nos predispone a abrir nuestro corazón y nuestra mente a la manifestación del Señor en la comunidad y en la vida.

Los textos seleccionados del Evangelio tienen que ver con el tema de la venida y la espera de Jesús, pero evocan diferentes perfiles y tradiciones sobre el o lo que viene y es esperado: una nueva era, el reino de los cielos, un día de juicio, Dios con nosotros (Emmanuel), el Hijo del hombre, un profeta como Elías o Eliseo, el Mesías/Cristo, un jefe (juez) liberador como los del Antiguo Testamento, un juez supremo de vivos y muertos. Cada referencia tiene connotaciones particulares y muchas veces se superponen unas con otras en la relectura, pero igualmente reflejan la diversidad de expectativas dentro del contexto judío en la época de Jesús.

La mayoría de los pasajes contienen referencias al Antiguo Testamento y releen diferentes tradiciones para aplicarlas a Jesús en el contexto del Evangelio. En este sentido, buena parte de los pasajes seleccionados en el leccionario (por ejemplo citas de Isaías y Salmos) son precisamente aquellos que han sido leídos tradicionalmente por la Iglesia cristiana a la luz del Evangelio y de la persona de Jesús.

Se estima que el Evangelio de Mateo fue escrito hacia los años 80 del siglo primero en el seno de una comunidad judeocristiana de la diáspora (probablemente en Siria), que estaba constituida principalmente por aquellos que tuvieron que emigrar en la época de la destrucción de Jerusalén y del templo (año 70 dC).

Samuel Almada


Mateo 24.36-44

Análisis

El texto de Mateo 24.36-44 se inscribe en lo que se conoce como el discurso escatológico de Jesús (Mateo 24-25). Aquí se abordan muchos temas relacionados con las últimas cosas que sucederán en los tiempos finales y sobre la manera en que deben comportarse los discípulos de Jesús atendiendo a dicha perspectiva. En la primera parte (Mt 24.4-22) se describe el tiempo de sufrimiento y persecución que precede al fin y a la venida y manifestación del Hijo del hombre (la expresión “hijo del hombre” es un semitismo que significa simplemente “ser humano”, “hombre”; la traducción literal no tiene un sentido especial en castellano).

Conviene recordar que los textos de tipo escatológico tienen muchos puntos de contacto con textos de género apocalíptico en lo que concierne a características de lenguaje y contenido. En la Biblia hay muchos pasajes que podríamos encuadrar en esta línea; por ejemplo Daniel 7-12; Marcos 13; 2 Tesalonicenses 2; el libro de Apocalipsis. En estos pasajes frecuentemente se establece una periodización de la historia y se pone el énfasis en la última etapa. También se utiliza un lenguaje codificado al que sólo acceden los iniciados, se utilizan imágenes simbólicas y se describen visiones. El texto en parte revela el mensaje y en parte guarda el secreto y el misterio. También sabemos que este tipo de género literario surgió especialmente en épocas de crisis, de sufrimiento y persecución, y se utilizaba para alentar la resistencia frente a los dictadores de turno, para guardar la unidad de la congregación y afirmar la esperanza en un contexto de extrema adversidad.

El tema central de Mt 24.36-44 es la venida del Hijo del hombre y se pone énfasis en que vendrá de sorpresa y nadie sabe cuándo sucederá (vv. 36, 42-44). Por lo tanto se exhorta a estar alerta y preparado en todo momento para no ser sorprendido (vv. 42-44). De aquí surge una suerte de ética de la vigilancia y de la espera que se ve reforzada y amplificada por las parábolas siguientes sobre el mayordomo (24.45-51), las diez vírgenes (25.1-13) y los talentos (25.14-30). Esta ética luego se traduce en parámetros muy específicos en el relato sobre el juicio final que cierra el discurso escatológico: dar de comer al hambriento, dar de beber al que tiene sed, acoger al extranjero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y al que está preso (25.31-46). Es notable que no se piden acciones heroicas o excepcionales para ser aprobado, se requiere solamente ser responsable y fiel para hacer aquellas cosas que están al alcance de todos.

El texto también presenta algunas pistas sobre el perfil del que viene (el Hijo del hombre, el Señor) y de lo que viene a hacer (v. 37-41). La comparación con el diluvio en los días de Noé (vv. 37-39) y el tratamiento diferenciado para los que responden a éticas distintas (v. 40-41) sugieren la idea de un juicio en el que será ponderada la ética personal en el seno de la comunidad; será un juicio de salvación o condenación según corresponda. El que viene sería como un juez que pondrá a prueba a la comunidad; este aspecto también tiene su correlato en el juicio final (25.32-33).

Reflexión

Por el contexto donde se encuentra el relato y por sus características escatológicas, entendemos que la “venida” del Hijo del hombre en realidad se trata de la “segunda venida” (parusía). Entonces la lectura de este pasaje en el contexto de Adviento y como preparación para la Navidad (“primera venida”) resulta una relectura del pasaje que ahora trae nuevas connotaciones e implicaciones. Ahora, aquel gran juez soberano y severo, hay que imaginarlo como un pequeño, indefenso y dependiente bebé; y además relacionarlo con la vida y ministerio de Jesús.

Los otros textos indicados en el leccionario para el Primer Domingo de Adviento, en parte también acompañan algunas pistas exploradas en el Evangelio; y conviene tener en cuenta que la lectura de los mismos en Adviento se traduce en una resignificación y enriquecimiento de su sentido a la luz del nacimiento y la vida de Jesús. En Isaías 2.4 y Salmo 122.5 se expresa la idea de juicio. En Romanos 13.11-14 se exhorta a la vigilancia aunque con un lenguaje y matices diferentes. Aquí se habla de las obras de las tinieblas y las obras de la luz, y otra vez el contexto remarca los parámetros concretos para aquella ética de la vigilancia: la caridad como resumen de la ley (Romanos 13.8-10).

En definitiva, el tenor general de los pasajes que corresponden al Primer Domingo de Adviento nos sugieren reflexionar sobre nuestra ética y estimular en la comunidad un debate responsable sobre el asunto. La ética bíblica aludida está al alcance de todos y todas y no está cargada de reglamentos difíciles para complicar la vida del que o de la que la sigue. ¿En dónde pues radican las dificultades?

Otra pista para explorar el asunto podría ser la relación que existe entre lo que podemos llamar la ética personal y la ética comunitaria. Es muy difícil imaginar una ética comunitaria de participación, compromiso y solidaridad si los integrantes de dicha comunidad prefieren el beneficio personal o sectorial, antes que la unidad y el bien común. En este sentido la ética bíblica requiere también de renuncia y entrega. ¿La venida de Jesús nos podrá revelar algo?

Samuel Almada, en el Encuentro Exegético-Homilético 21 del  ISEDET, Buenos Aires, diciembre de 2001.

  • La apocalíptica del evangelio de Mateo. Los capítulos 24 y 25 de Mateo recurren al género apocalíptico para expresar la inminencia de los tiempos mesiánicos pero al mismo tiempo advierten sobre las impaciencias: cada uno debe estar atento, no sea que uno quede y el compañero sea llevado; todos debemos estar preparados.Seremos juzgados por el amor que tenemos a nuestros hermanos (25.31-46). ¿Cuándo será el tiempo de la parusía, cuándo será “la fecha” del juicio de Dios?

    “Ese juez, al que se imaginan que habrán de ver por vez primera algún día, hace ya tiempo que lo han encontrado los seres humanos, a lo largo de su vida cotidiana… El hombre y la mujer tienen que vérselas con el juez celestial cada vez que está delante de su prójimo; el juicio y la suerte final de cada uno se decide realmente desde ahora… Lo que es decisivo es el instante presente, en su vulgaridad aparente. Este instante reviste una gravedad infinita, porque está cargado con todo el peso infinito de la presencia misteriosa, en la mujer y hombre que están delante del hijo del hombre y de Dios mismo”.

    Th. Preiss, Le mystere du Fils de l’homme, en Poittevin-Charpentier, El evangelio según san Mateo, Verbo Divino, España, 1981.

     

  • Los textos de Isaías en este tiempo de Adviento. Para caminar juntos y acompañarnos mutuamente en este tiempo especial, seguiremos los textos del libro de Isaías propuestos en el leccionario ecuménico. Estos pasajes evocan un clima de alegría y expectativa que se recrea en el tiempo de Adviento: se anuncian los tiempos mesiánicos, de justicia y paz (Is 2.1-5); la esperanza en un descendiente de David que gobierne con sabiduría y justicia (Is 11.1-10); la alegría de los salvados que regresan (Is 35.1-10), la señal del niño “Emanuel” (Is 7.10-16); el niño enaltecido y la alegría de la liberación (Is 9.2-7).
Samuel Almada, en el Encuentro Exegético-Homilético 21 del ISEDET, Buenos Aires, diciembre de 2001.


El mensaje de Isaías

Introducción a Isaías

Isaías es el texto del AT más citado o aludido en el NT (cerca de 590  referencias en 23 libros). Esta preferencia por el uso del libro de Isaías se halla, sobre todo, en las características literarias y teológicas de la obra. Una de sus cualidades más notables es el contenido del mensaje: el libro de Isaías expone una teología de la salvación que Dios realiza mediante sus intervenciones en los acontecimientos de la historia humana. Esta peculiaridad teológica se revela en las diferentes secciones del libro y hasta en el nombre mismo del profeta, ya que Isaías significa “la salvación es de YHWH (el Señor).

Otro factor que ha contribuido en forma notable a la difusión de la obra es su belleza poética y la universalidad de su mensaje profético… y en la actualización de grandes temas tradicionales (como el tema del éxodo) y en la creación de imágenes teológico-poéticas adaptada a las nuevas necesidades de los creyentes (p. ej., la consolación de Israel, superando los límites del tiempo).

A estas cualidades se suman el decidido compromiso a favor de los pobres y marginados de la sociedad (el “oprimido”, el “huérfano”, la “viuda”; 1.17) y el rechazo de las políticas expansionistas y colonialistas de los imperios, que confieren al mensaje de Isaías una indudable actualidad en el contexto de las realidades políticas, sociales y espirituales de América Latina.

Problemas de interpretación del libro de Isaías

La considerable extensión del texto (66 capítulos) recoge tradiciones proféticas de varios siglos y hace que la obra presente una notable complejidad histórica, literaria y teológica. Según un conocido pasaje de los Hechos de los Apóstoles, un funcionario etíope convertido al judaísmo, mientras iba por el camino de Jerusalén a Gaza, leía un pasaje del libro de Isaías sin comprender claramente su significado. Y cuando Felipe se acerca a él y le pregunta: “¿Entiendes lo que lees?”, el etíope le responde: “¿Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica?” (Hch 8.30-31).

Numerosos intérpretes consideran que para comprender de manera adecuada el libro de Isaías es preciso dividirlo en por lo menos tres secciones, relacionadas cada una de ellas con distintos períodos de la historia de Israel.

La primera sección (caps. 1-39) se relaciona principalmente con el profeta Isaías de Jerusalén, que ejerció su misión profética en la segunda parte del siglo 8 a.C. La segunda (caps. 40-55) presupone un ambiente histórico diferente: el exilio en Babilonia durante los años 587-538 a-C., y por eso dirige a los exiliados un mensaje de consolación y de esperanza.

En la tercera sección (caps. 56-66), el mensaje se dirige nuevamente a la comunidad judía de Jerusalén, pero esta vez se trata de la comunidad postexílica. Los oráculos proféticos incluyen mensajes de juicio condenatorio y de esperanza.

El principal desafío que deben afrontar los intérpretes del libro de Isaías es analizarlo en su integridad tanto literaria como canónica, para descubrir su sentido como un todo.

 

Isaías 2.1-5: El reinado universal del Señor

Después de una introducción a toda la obra de Isaías (cap. 1), aquí comienza una nueva sección del libro (cps. 2-12) caracterizada principalmente por una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá.

Este oráculo inicial afirma el reinado de paz universal instaurado por el Señor al fin de los tiempos. Sión (forma poética de referirse a Jerusalén) y su Templo serán el lugar de reunión de las naciones. El tiempo del fin será un tiempo de paz fundada en la justicia, ya que todos caminarán en la luz del Señor (v. 5). Las armas de guerra se transformarán en instrumentos de trabajo al servicio de la paz (cf. Miq 4.3; Jl 3.10).

El “monte del Señor” o “monte Sión” es la colina de Jerusalén donde estaba enclavado el templo de YHWH. El término hebreo torá, que suele traducirse con la palabra “ley”, no designa un conjunto de regulaciones estrictas que deben cumplirse puntualmente, sino que se refiere más bien a las instrucciones y enseñanzas que debe asumir el pueblo de Dios para vivir en conformidad con la voluntad divina: una orientación que llama a vivir y actuar a la altura de las exigencias divinas.

El mismo Señor se convertirá en maestro para dirigirnos por sus caminos y sus sendas. Mientras tanto, el ideal de la paz fundada en la justicia debe ser el norte teológico y una prioridad misionera del pueblo de Dios.

Samuel Pagán, Isaías, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Edit.Verbo Divino, Estella (Navarra, España), 2007.


¿Cómo entender la carta a los Romanos? – por Elsa Tamez

La interpretación de toda la carta dependerá de la manera como comprendamos la relación entre injusticia, justicia y justificación; los binomios pecado/gracia, ley/fe, muerte/vida, carne/espíritu; y el sentido de elección. Los conceptos arriba mencionados solo pueden entregar su sentido de acuerdo a cada situación específica. Pero estos sentidos no son arbitrarios; están orientados por los sentidos fundantes que dieron origen a los conceptos. Por lo pronto, debemos insistir que Romanos no debe considerarse como una suma teológica desarticulada de su realidad.

Para comprender el discurso teológico paulino tendríamos que ubicarnos en el primer siglo, año 56-57. Estudiar la situación socio-económica, político-militar y religiosa del imperio romano, y en especial la ciudad de Roma. Habría que estudiar también las situaciones conflictivas dentro de las diversas comunidades cristianas, y el autor, Pablo, cuya experiencia personal, étnica, laboral y eclesial influyó en su comprensión teológica de la realidad. De ese manera se historizan los conceptos fundamentales de la carta.

Después de haber descubierto y analizado lo que posiblemente Pablo en la carta intentó responder a su momento histórico, y después de comprender las claves de lectura, podemos leer la carta a la luz de nuestra realidad.

Ubicación de la carta, el autor y sus lectores del primer siglo

En la producción literaria de Pablo se deja ver una situación agitada y conflictual. Esta situación se observa con más claridad en los escritos anteriores a Romanos. Estas carta ha sido considerada como su pensamiento fundamental, y sus epístolas previas han sido analizadas a la luz de Romanos. Esto no es correcto. La carta que analizaremos es su último escrito, y hay que analizarla teniendo en cuenta su producción anterior, pues esta refleja, en mucho, su vida cotidiana, intensa y conflictual. Para ello habría que estudiar:

 

  1. Contexto socio-económico, político-militar, ideológico y religioso del imperio romano y su relación con las provincias.

Se trata de una sociedad de modo de producción esclavista. La figura de Pablo de “ser esclavo del pecado” es tomada de este modo de producción. El emperador en turno es Nerón (54-68).

Pablo visitó muchas ciudades y fue testigo ocular del poderío romano y el progreso que generó la exclusión de mucha gente.

Aquí habría que subrayar: 1) la situación de explotación, opresión, pobreza y represión de los que no tenían méritos. Esta situación es presentada y alabada como civilización y progreso; y 2) la división demasiado estratificada de la sociedad, donde pocos eran considerados dignos. Se es digno por méritos económicos de nobleza, o tener poder desde algún cargo político.

Solos eran respetables los pertenecientes a uno de los famosos ordines: senador, caballero o decurión. La aristocracia de las provincias podía adquirir ciudadanía romana para ser reconocida, pero a cambio del sometimiento a las políticas del emperador romano.

 

  1. La situación de Roma como ciudad imperial y la situación de las comunidades a las cuales va dirigida la carta.

Roma es el centro del imperio. Las decisiones administrativas, políticas y económicas, judiciales y militares surgen de ese centro. Pablo lo sabe, aunque no conoció personalmente esa ciudad ni sus comunidades cristianas. El hecho de que no haya estado antes, ni plantea un problema importante. Había viajado muchísimo y conocido las grandes ciudades de ese tiempo, parecidas a Roma, aunque en menor escala. Además conoció personalmente a varios cristianos como Aquila y Priscila (Hch 18.2s), quienes seguramente le contaban sobre su experiencia de vivir en esa gran ciudad.

De Roma y las comunidades cristianas podemos subrayar: a) los grandes contrastes de la gran Capital, la dura vida de los excluidos, los vicios y el vandalismo de la ciudad, y el despliegue militar para mantenerla tranquila; b) la ubicación de los cristianos en el distrito de Trastevere y en la vía Appia, que eran los lagares más populosos y transitados de la ciudad, y la necesidad económica de muchos miembros de la comunidad de Roma.

 

  1. Pablo como judío, artesano y prisionero

No se debe considerar a Pablo como un individuo aislado que en determinado momento se inspira y escribe de manera excepcional. El autor de toda creación literaria es un sujeto colectivo transindividual que recoge aspiraciones, deseos y necesidades de los grupos con los cuales se vincula, y estas son transferidas de manera coherente en su discursos con la intención de responder a las necesidades de los grupos. Pablo es entonces un sujeto colectivo, con conciencia colectiva.

Entre los aspectos de su vida que influyeron su conciencia colectiva es importante priorizar la etnia, el trabajo de artesano y su condición de preso. Estos son núcleos de experiencias viva, que marcan su horizonte teológico.

Aquí es importante conocer:

  • algo de la situación de los judíos en la diáspora, poco halagadora;
  • el trasfondo de Pablo como educado fariseo;
  • la situación de los artesanos del primer siglo, que eran estigmatizados por la aristocracia por trabajar con las manos. El trabajo de los artesanos era no-digno, de esclavos, y eran considerados inútiles y sin educación; y
  • la experiencia de Pablo en la cárcel.

El lenguaje abundantemente forense de la teología en Romanos sobre la justificación pudo haberse consolidado no solo por la tradición sobre la idea de juicio, sino por su experiencia en los tribunales y en las cárceles, en los cuales vivió angustiado, pendiente de un veredicto. Las autoridades romanos le condenan, siendo inocente. Pero Dios le justifica por gracia. En la ley romana no cuenta la gracia, sino los méritos del acusado, dependiendo de su status social, poder y riqueza. Y el castigo, dependiendo del delito, solo es aplicado en todo su rigor al esclavo, al pobre y al extranjero. El aristócrata, libre y ciudadano con poder se rige con normas mucho más suaves.

 

  1. Los conflictos entre los distintos grupos de judeo-cristianos o heleno-cristianos alrededor de la ley, la circuncisión y el templo

Un vistazo a las distintas posturas con respecto a la ley y la circuncisión nos ayuda a entender también la forma como Pablo utiliza el lenguaje. El contenido de la carta está condicionado no solo por la situación socio-económica y política, y no solo por su experiencia personal (de conciencia colectiva), sino también por las agudas discusiones teológicas del momento. Es importante, pues, conocer las diversas posiciones.

Brown y Meier señalan por lo menos cuatro variantes de cristianos que aparecen en el Nuevo Testamento (ver los cuadernos de Verbo divino, Nº 65, La epístola a los Romanos):

  • Cristianos judíos y paganos convertidos que exigen la observancia de toda la ley, incluyendo la circuncisión,
  • Cristianos judíos y paganos convertidos que no imponen la circuncisión, pero exigen a los paganos convertidos la práctica de ciertas observancias judías. A ellos pertenecen Pedro y Santiago (y los cristianos de Jerusalén por sus lazos estrechos),
  • Cristianos judíos y paganos convertidos que no imponen la circuncisión, ni las observancias alimenticias. Entre ellos Pablo y Bernabé.
  • Cristianos judíos y paganos convertidos que no imponen la circuncisión, ni las observancias alimenticias, ni se atan al culto y a las fiestas judías de significación permanente. Estos eran más radicales que Pablo en cuanto al judaísmo (cp. Los evangelios de Juan cap. 2.19,21; 4.29; Mc 2.22.

 

  1. La situación particular de Pablo frente a Roma y Jerusalén

El autor escribe la carta a la comunidad cristiana de Roma en el año 56-57 desde Corinto. Había estado preso poco antes en Asia, fue liberado, viajó a Macedonia, volvió, escribió la carta de reconciliación a los corintios y ahora se encuentra nuevamente en ese puerto. Sus intenciones son ir a España, pero antes de dirigirse a ese país debe ir a Jerusalén a dejar el dinero que había recogido en Macedonia y Acaya para los pobres de entre los santos de Jerusalén (Rm 15.23-26). Entre sus planes tiene pensado pasar un corto tiempo por Roma a su regreso de Jerusalén para sentir entre los hermanos el mutuo consuelo de la fe común (Rm 1.12; 15.28), y también para descansar (Rm 15.32).

El apóstol está muy preocupado por sus relaciones con los hermanos de Jerusalén. En su carta se evidencia esta situación cuando ruega a sus destinatarios que oren por él, utilizando palabras tan solemnes como las de Rm 15.30-31.

Pablo busca ganarse el apoyo de los cristianos de Roma, en su lucha por defender un evangelio que incluya a todos los pueblos de la tierra. Por eso insiste en que kl evangelio de Jesucristo se acoge por fe y no por la ley. Eso lo observamos varias veces en sus cartas anteriores. Pero hay más que eso. Rm 15.30-31 nos revela varias situaciones, una de ellas es la seriedad de los problemas de aceptación de Pablo por los de Jerusalén. Pablo había ido demasiado lejos para los más conservadores, atados a la tradición judía.

Nos revelan, asimismo, los deseos de Pablo de mantener unidas a las iglesias (ver su interés por la colecta). No cede en cuanto a su evangelio, pero tampoco quiere causar divisiones; y por último, nos sugiere su interés por conquistar la simpatía de los cristianos de Roma. Esto no solo porque está en sus planes el visitarles después de Jerusalén, sino porque la comunidad romana, tal vez por estar ubicada en la capital del imperio, tenía cierto peso entre las comunidades cristianas primitivas (ver Rm 1.18), y además, dato importante para el futuro inmediato de Pablo, los cristianos romanos tenían una relación muy estrecha con los de Jerusalén, lo que significa su apego a una tradición en cierto grado diferente a la de Pablo. En efecto, se trataba de cristianos que, a pesar del gran número de procedentes del paganismo, eran fieles a una parte de la herencia de la ley, sin imponer la circuncisión. Este hecho nos ayuda a entender no solo parte del contenido de la carta, sino también la manera como la carta ha sido desarrollada.

Elsa Tamez, biblista mexicana-costarricense, en RIBLA, Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, Nº 20: Pablo de Tarso, Militante de la Fe, 1995.


Romanos 13.8-14

Introducción al texto

Demás está decir la influencia que este texto ha tenido en el desarrollo doctrinal del cristianismo, especialmente en las iglesias que se nutren de la Reforma protestante del S. XVI. Pero no solo en el ámbito de la fe, sino que su influencia sigue impregnando la cultura y la filosofía hasta el día de hoy. Se puede decir que es uno de los textos que, pese a su relativa brevedad en comparación con otros escritos y tratados, ha marcado el pensamiento del mundo occidental de una forma definitiva. En los últimos años filósofos que se declaran ateos o agnósticos, así como eminentes rabinos y otros estudiosos han vuelto a sus páginas con comentarios, ensayos, escritos políticos. Es que Pablo, en su reflexión en esta carta, toca algunos de los temas cruciales de la vida humana, su existencia y sentido, su lugar en la creación, sus dolores, ambigüedades y esperanza.

El texto que hoy analizamos se encuentra en la parte final de epístola, dentro de lo que se llaman generalmente los capítulos “parenéticos”, sección que abarca los capítulos 12 a 15 de la carta. En ella Pablo trata de aconsejar a sus lectores sobre algunos problemas concretos que hacen a su convivencia como Iglesia y su conducta frente a la sociedad, en este caso, la capital del Imperio, con todos sus conflictos, tentaciones y opulencia, injusticias y perversiones, toda su riqueza por un lado y su pobreza y opresión por el otro. El testimonio en esa realidad no es fácil. Esta comunidad se encuentra tensionada en una cultura llena de perversiones, discriminatoria, pero a la vez tentadora con sus derroches y lujurias, con sus muchos dioses e intrigas (ver la descripción que se muestra en el cap 1.18-32, que muchos interpretan como el modo en que Pablo ve el Imperio, especialmente en su clase dirigente). Esto le presenta dos problemas: por un lado, la necesidad de brindar un testimonio coherente de fe y conducta en medio de este clima social, y por el otro, la permanente amenaza de que estas prácticas invadan también el espacio de la iglesia, se cuelen en la vida comunitaria, produciendo resquemores, jerarquías y conflictos internos.

Por otro lado, Pablo es consciente de que no puede producirse un conflicto abierto y un desafío frontal al Imperio. Sabe que sus fuerzas son pequeñas, y que si bien por un lado cuenta con la firmeza y seguridad que da la fe, por el otro lado quiere evitar que se agreguen persecuciones y sufrimientos más fuertes que los que ya están sufriendo. Con el tiempo, el mismo Pablo será víctima de esas persecuciones. Por eso sus recomendaciones por un lado afirman el testimonio y la integridad de la comunidad, pero por el otro trata de aconsejar conductas que no atraigan innecesariamente las iras de las poderosas huestes represoras del orden imperial.

Notas exegéticas. Romanos 13.8-14

Los primeros versos del cap. 13 tienen por finalidad regular la posibilidad de declarar un conflicto frontal contra las autoridades imperiales, aunque a veces han sido leídos fuera de contexto para justificar autoritarismos y dictaduras. El texto que ahora vamos a tratar no debe ser considerado como separado del anterior, sino como moderando su impacto y mostrando que la vida interna de la comunidad no puede manejarse con las jerarquías y el autoritarismo del mundo externo. Por otro lado Pablo aún confía en que la manifestación final del Cristo en toda su gloria, donde y cuando las cosas serán puestas en su lugar y este Imperio perderá su poder.

Pablo recomienda no tener deudas impositivas, para no justificar una acción del estado (Ro 13.7). Pero tampoco deben quedar deudas entre los miembros de la comunidad (v. 8), porque esto “enrarece” las relaciones, que deben ser de equidad. En una sociedad como la romana, donde la práctica del clientelismo económico y político era parte de la cultura, tener deudas con alguien lo obligaba no solo económicamente, sino también con muchas otras formas de servidumbre y pleitesía. Si esa práctica se imponía en la comunidad (como luego ocurrió), esta se corrompería y dejaría de ser un espacio de relaciones de equidad. Solo el amor mutuo puede compensar, en el plano de la comunidad, lo que en el plano social se da como privilegio.

En el v. 9 Pablo justamente resumirá el sentido de la ley en el mandamiento de amor, como ya lo hiciera en la Carta a los Gálatas (5.14). Lo mismo veremos, con alguna variante en la carta de Santiago (2.8). También lo había hecho Jesús (Mc 12.28-34 y paralelos –en la respuesta de Jesús se vincula este mandamiento como segundo del primero: el amor de Dios). En el amor se perfecciona lo que no puede hacer el conjunto de la ley, ni el deber (v. 10).

La expectativa sobre una pronta manifestación gloriosa de Cristo se deja ver en el v. 11. Recurre entonces a la metáfora del día y la noche, que nos retrotrae a su primera carta (cf. 1Ts 5.4-7). Si bien la aparición del Cristo será súbita, los creyentes ya perciben su aurora, y deben sacudirse la modorra de un pasivismo para comenzar a actuar anticipando las obras propias de la fe. El uso de “las armas” si bien también tienen referencia al texto de 1Ts, también debe considerarse su uso en Ro 6.13 y 19, donde los miembros del bautizado (vestido de Cristo) son herramientas de la justicia. La referencia a que “la noche” es sinónimo de glotonería y lujuria puede tener como referencia concreta a los cultos báquicos de la capital Imperial. La luz (un tema que lo vincula también con la tradición que nutrirá el Evangelio de Juan) representa la posibilidad de una conducta que muestre abiertamente la confianza del creyente en la justicia divina.

El vestirse de Cristo con que concluye la perícopa nuevamente se refiere a una imagen ya usada en Gálatas (3.27), y de la que se nutrirán después las deuteropaulinas. Esto se opone al deseo de la carne, que en Pablo significa la connivencia con los poderes mundanos, ceder a las influencias con que la cultura dominante pretende dominar la mente de los seres humanos, el avenirse a las apariencias pasajeras (1Co 7.31).

Reflexiones homiléticas

¿Por qué Pablo, después de haber renegado, durante toda la carta, de la posibilidad de que la ley sea camino de salvación, ahora vuelve a proponer un texto tomado de la ley, a sugerir que se puede cumplir con la ley?

Para responder a esta pregunta hay que considerar las críticas a la ley que hace Pablo. Una de ellas es que la ley oculta a Dios, escamotea al prójimo concreto. La ley me ofrece una abstracción de Dios y un prójimo “jurídico”, vacía de Dios y del prójimo real, concreto. Si cumplo con ese Dios virtual o con el prójimo que la ley me define, estoy satisfecho, porque aparentemente he cumplido. Pero detrás de esa pantalla legal, la grandeza de Dios o el prójimo concreto en su necesidad, pueden quedar ocultos. Así, la ley aparece como una sustitución de la realidad, que, habiendo sido dada para guiarme a Dios y mi prójimo, para regular mi relación con lo divino y lo humano, se desnaturaliza y me hace mirar a mí mismo como “cumplidor” y me permite desconocer qué pasa realmente con el resultado de mi acción. La ley como “mediación” deja de ser un medio y se hace fin en sí misma: tengo que cumplir con el mediador y no ya con el autor o con su destinatario. Esto no se verifica en una sola ocasión: el mandamiento del amor. Pues allí la ley solo se cumple en el prójimo concreto, en la relación misma. Por eso el sentido de la ley se cumple cuando ya no miro a la ley sino al prójimo al que debo amar y servir. Por eso el amor cumple el sentido de la ley, que la casuística desnaturaliza. Quien así obra puede venir a la luz.

Frente al peligro de la religión de la ley que objetiviza al prójimo, aparece el peligro opuesto: la fe puramente subjetiva: me deleito en mis propios sentimientos, y me olvido de mi prójimo. O construyo a mi prójimo según mi propia imagen, según mi forma de ver al mundo y ubicar a los otros. Proyecto –por afinidad o por contraste– un “otro” que también sustituye al prójimo real. Frente a este otro peligro nuevamente el amor me remite al prójimo real. No ya como un “otro”, sino como un “prójimo”, generando un espacio de relación creativa, de servicio. Esto tampoco es una garantía, dado que esta relación puede ser mancillada por la intromisión de un nuevo “agente pertubador”: un deseo que no nace del amor sino de “la carne”, un deseo de posesión del prójimo. Por eso es necesario que el mandamiento de amor sea “en Cristo”, vestidos de Cristo. Si es así, la “carne” ya no podrá dominarlo porque en él o ella se verifica la presencia de Cristo: la aurora ha comenzado a despuntar, y nos encuentra revestidos de Cristo.

Néstor Míguez, biblista metodista argentino en Estudios Exegético-Homiléticos 102, septiembre de 2008, ISEDET, Buenos Aires.


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