Recursos para la predicación

01 Ago 2022
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 14 AgostoAgo 2022

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Evangelio de Lucas 12.49-56

Introducción

“Jesús, causa de división” –tal es el título que lleva este texto en muchas Biblias. Sin embargo, este rótulo no abarca la totalidad de significados de esta colección de dichos. Por de pronto es como si de repente “explotara” algo en Jesús, sin que podamos captar con claridad qué es ese “algo”. A ello se agrega el hecho de que los vs. 54-56 no parecen tener relación directa con los anteriores. En efecto, diversos comentarios establecen un corte claro luego del v. 53. Proponemos hacer lo mismo para la predicación.

Repaso exegético

Lc 12.49-56 es una composición redaccional de varios dichos: vs. 49; 50; 51-53; 54-56.

La teología histórico-salvífica lucana permite comprender bajo el fuego que Jesús vino a echar en la tierra, una referencia al Espíritu Santo como don del Señor Resucitado. El dicho implica que en el momento del relato, aún a cierta distancia del desenlace terrenal de su camino, Jesús ya anhela el cumplimiento de esta etapa que será radicalmente diferente. Originalmente la frase pudo haberse referido al juicio final, por la estrecha relación entre el fuego y la idea de juicio en el pensamiento veterotestamentario; o también a la purificación por la palabra de Jesús y la formación de la comunidad de seguidoras y seguidores (purificados por esa palabra). Estamos ante uno de los frecuentes casos en los que una palabra despliega nuevos significados por la combinación redaccional con otras y por su lugar en el libro entero.

Por su parte, es muy probable que Lc 12.50 se refiera a la pasión. Así parece insinuar la relación de Lc 12.49-50 con Mc 10.38, donde Jesús habla claramente de su muerte. El verbo angustiarse o estar puesto en estrecho también es empleado por Pablo en Filipenses 1.23-24 cuando habla del dilema entre morir o quedar en la carne.

En el EvMt, las palabras de Lc 12.51-53 aparecen en Mt 10.34-36, donde forman parte del discurso de envío de los Doce. Cabe destacar que la formulación mateana inicial es considerablemente más audaz y drástica (No he venido para traer paz, sino espada).

Ante la severidad de la pasión con la que debe confrontarse, Jesús refuta una comprensión pasivista e irénica del seguimiento, al estilo de “está todo en orden”, “está todo bajo control”, “está todo bien”. Los discípulos y las discípulas deben saber que su camino implica serias dificultades, que pueden incluir también divisiones familiares. El dicho incorpora, transformando su contexto, la frase de Miqueas 7.6: Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa.

El conjunto global de estos dichos debe ser comprendido a partir de la visión histórico-salvífica inherente a la teología lucana. Jesús hace que los discípulos dirijan su mirada a la meta final, y organicen su vida en consonancia con la misma, contando con la posibilidad muy real de tener que sobrellevar conflictos desgarradores.

Al mismo tiempo, Jesús se introduce a sí mismo en este transitar, anticipando lo que luego de su resurrección tendrá que inculcar reiteradamente a sus discípulos: que era necesario que el Cristo padeciera, y que así entrara a su gloria (Lc 24.26) (resucitara de los muertos, Lc 24.46).

Este énfasis en el paso por la pasión para llegar a la resurrección fue imprescindible, ya que los discípulos seguían sosteniendo el esquema de un mesianismo triunfalista y davídico, portador de una teología de la gloria. De esta manera, los vs. 49-50 son ahora la primera referencia (anuncio, si se quiere) de Jesús mismo a su pasión.

Breve reflexión teológica

Más allá de los conflictos familiares, casi “naturales” en los primeros momentos del surgimiento del movimiento de Jesús, el texto bosqueja la aparición de dificultades y contrariedades cuando se asume en serio el seguimiento de Jesús. Esto está en consonancia con el mismo camino del Salvador, quien tampoco sostuvo una teología de la gloria ni gozó de una vida fácil, sino que tuvo que pasar por la amarga experiencia del martirio para llegar a la resurrección.

Cada discípulo, cada discípula deben tomar distancia de toda atadura que pueda afectar la seriedad de su seguimiento de Jesús. Esto puede abarcar tanto los lazos familiares como también cualquier otro tipo de relaciones. Asimismo, incluye componendas, chanchullos y artimañas; y por supuesto también “pactos” con personas, estructuras y poderes injustos, dañinos y malignos.

En el camino del seguimiento surgen reproches, dificultades e incluso divisiones en varios niveles: familiar, comunitario, social, político. La paz a cualquier precio no es el propósito de Cristo. La lealtad a Él ha de estar por encima de todas las demás relaciones. Ningún vínculo, sea familiar, social o de la índole que fuere, debe ser impedimento para la fidelidad a Cristo.

Posible esquema para la predicación

  1. ¿Qué nos significa el seguimiento de Jesucristo? ¿Es una mera cuestión de tradición familiar, identidad cultural, costumbre religiosa; o se trata de un seguimiento decidido?
  2. ¿Qué dificultades nos trae el seguimiento de Jesucristo? ¿Qué relaciones, componendas o chanchullos dificultan y obstruyen nuestro discipulado?
  3. Jesús nos invita a un seguimiento pleno, auténtico, decidido; a comprometernos de buenas ganas y con todas nuestras fuerzas con Él y su obra. ¿Lo renovamos ahora mismo?
René Krüger, biblista de la Iglesia Evangélica del Rio de la Plata, Argentina, en Estudios Exegéticos y Hermenéuticos, ISEDET, agosto 2001. Resumen de GB


Introducción al Profeta Jeremías

El libro de Jeremías recoge una amplia variedad de oráculos relacionados con un profeta de Judá de fines del siglo VII y principios del VI a.C. En esta época uno de los imperios más poderosos y crueles de la historia, Asiria, había llegado a su fin luego de varios siglos de dominio sobre extensos territorios de Mesopotamia, Asia Menor y Egipto; y emergía el imperio neobabilónico. El reino de Judá y el templo de Jerusalén se encontraban en medio del conflicto de poder entre Babilonia y Egipto por el control de los territorios heredados de los asirios.

El tenor del mensaje del profeta es muy crítico; denuncia la infidelidad de su pueblo al pacto con Dios y la ingenuidad de confiar en las potencias extranjeras para la salvación del país y la nación. Por tanto, el profeta anuncia que Judá va hacia el desastre y la destrucción del templo de Jerusalén es inminente. Esto sin duda provocaba la antipatía y la animosidad de muchos, y en reiteradas ocasiones el profeta se vio perseguido y maltratado. Las conocidas confesiones del profeta reflejan sensibilidad, pasión y fidelidad a su ministerio profético (ver p. ej. 20.7-18); su sufrimiento lo convirtió en un prototipo de profeta perseguido y humillado, y como consecuencia, en prefiguración de Jesús.

Pero Jeremías no había sido enviado solamente para arrancar y destruir, sino también para edificar y plantar (1.10), y por tanto encontramos bellos pasajes que dan lugar a diversas promesas de esperanza y salvación (cap. 30-33), donde el texto de 31.31-34 representa un punto culminante.

Samuel Almada, Encuentros Exegético-Homiléticos 37, ISEDET, abril 2003


Jeremías 23.23-29

Jeremías profetizó en los últimos años del reino de Judá, antes de que Jerusalén cayera definitivamente en manos de Babilonia y se extinguiera prácticamente para siempre la posibilidad de un gobierno propio. Eran tiempos muy difíciles, tanto en lo socio-económico y político cuanto en lo cultural. Y por ende, también en lo religioso, que no es ajeno a la realidad que viven sus practicantes. Había dos grandes potencias disputándose los territorios chiquitos y en esa lucha, el territorio chiquito de Israel estaba dividido en dos grandes facciones, una favorable a buscar una alianza con Egipto tratando así de evitar la caída ante Babilonia y otra favorable a someterse a Babilonia. Jeremías pertenecía a este último grupo. Él, como otros, veía en la creciente amenaza del imperio del momento un arma en las manos de Dios para encarrilar al pueblo: si se arrepentían y se volvían de sus malas acciones, Babilonia sería sólo una amenaza; pero si no cambiaban, sería el instrumento para castigar y humillar al pueblo elegido que, hasta entonces, había tenido su tierra, su pueblo, su rey y su templo entre otras bendiciones.

Los vs. correspondientes a este domingo son parte de la sección 23.9-40, donde Jeremías tiene que volver a la lucha diaria de discernir cómo, a quiénes y en qué circunstancias habla Yavé, y hablar, le pese a quien le pesare. Aunque el leccionario limita la perícopa a 23:23-29, sugerimos leer desde el v. 16.

El libro de Jeremías tiene una estructura concéntrica muy interesante, según la ha percibido Jorge Torreblanca en su tesis doctoral:

A 1:1-19 Profeta a Israel / Judá y a las naciones
B 2:1-4:4 Pleito: infidelidad y llamado a la conversión
C 4:5-6:30 Invasión del Norte
D 7:1-10:25 No se escucha la Palabra ni a los profetas
E 11:1-17 Ruptura de la alianza
F 11:18-20:18 Experiencias de Judá y del profeta
G 21:1-24:10 Conflictos varios
X 25:1-38 Todas las naciones bajo la ira de YHWH
G´ 26:1-29:32 Conflictos varios
F´ 30:1-31:30 Experiencias de Judá e Israel
E´ 31:31-33:26 Nueva alianza
D´ 34:1-38:28 No se escucha la Palabra ni a los profetas
C´ 39:1-43:13 Invasión babilónica
B´ 44:1-45:5 Pleito: infidelidad y llamado a la conversión en Egipto
A´ 46:1-52:34 Oráculos contra las naciones y fin de Jerusalén

Esta estructura se caracteriza por estar formada por un centro, denominado X, el cual no puede ser visto independientemente de los extremos A y A’. Conectado con los extremos, este centro indica cuál es el mensaje central del libro: la vocación de Jeremías de ser profeta para Israel/Judá y para las demás naciones, A, encuentra su cumplimiento en el anuncio en X (cap. 25) y en la constatación de este cumplimiento en A’ para las naciones (cap. 46 a 51) y para Judá (cap. 52). El nivel inmediatamente anterior y posterior al centro X, el G-G’, es el correspondiente a nuestra perícopa. Estos agrupan diferentes conflictos en los que el profeta se encuentra envuelto por causa de la Palabra que tiene que anunciar: conflictos con las autoridades políticas (monarquía), conflictos con otros miembros de su propio gremio (falsos profetas, profetas cuyo mensaje es facilista, triunfalista, cuando Yavé no les ha dicho estas palabras) y conflictos con el resto de la comunidad, que pretende que puede escapar fácilmente del castigo (en un caso, G, es la comunidad que ha quedado en Judá después de la deportación del 597 y desprecia a quienes fueron deportados/as; en el caso de G’ es la comunidad en Babilonia, que cree que el exilio pasará muy pronto y todo volverá a ser como antes). Por su lugar tan cercano al centro de la estructura, vemos que el conflicto entre la Palabra de Dios y los deseos humanos es muy grande en este libro y que no se puede solucionar con un apósito superficial: requiere que la herida profunda sea curada.

Los v. 23-26 están compuestos por tres preguntas retóricas en labios de Yavé. La primera afirma tanto la inmanencia como la trascendencia divinas, tanto la cercanía como la distancia “espacial, temporal, cúltica y salvífica” (Lemke); la segunda afirma el alcance del poder o la sabiduría divina: ¿Puede un hombre esconderse en un lugar secreto y no lo vería? Respuesta: Sí, lo vería. La tercera, la gloria de Yavé: ¿No lleno cielos y tierra? Respuesta: Sí. Por tanto, nada escapa a su mirada o juicio, no hay cómo engañar a Dios, no hay dónde esconderse. Vistos a la luz de todo el pasaje, la advertencia es contra los falsos profetas que creen que pueden esconderse o encontrar un ámbito de predicación donde Dios no los vea ni escuche. Frente a estos sueños (¡esos sí que son sueños!), Yavé les advierte que sus mentiras no prosperarán.

Reflexiones hacia la prédica

Yavé se presenta como Dios tanto de cerca como de lejos, que protege pero que también castiga (v. 23), cuya presencia es para vida y salvación, pero sin la debida “acreditación” también puede serlo para muerte. La gran preocupación detrás de este texto es: ¿cómo saber quién está profetizando fielmente y quién está profetizando engaño (Hebreo: šeqer), a quién se ha revelado Dios y quién anuncia sus propios inventos? No es una cuestión fácil, ni antes ni ahora. Siempre abundaron los profetas que seducen al pueblo para llenarse los bolsillos y tener quién los siga...

Un criterio posible (que aparece en Deuteronomio) es el del cumplimiento de su palabra; pero claro, la desventaja del mismo es que puede llegar a tardar mucho para acreditar a quien la dijo como enviado o enviada de Dios. Otro criterio posible es el del principio ético de su mensajero: Jeremías no predicó a su favor, ni tuvo una vida fácil (al contrario) ni se llenó de dinero a costa del pueblo. Su mensaje fue fiel a la palabra de Dios, no a la propia.

El EvLc para este domingo retoma el mismo tema: Jesús no vino a traer paz sino espada. Esto entendido en el sentido de que la palabra de Dios cuestiona, corta lo que no debe quedar, no nos deja cómodos/as en nuestros asientos, sino que nos desafía constantemente. Eso mismo se percibe en Jeremías.

Propongo para el sermón:

  1. Revisar brevemente la época de Jeremías, con el conflicto inminente con Babilonia y Egipto, los partidos, etc.
  2. Revisar brevemente las características de la vocación profética de Jeremías: plantar pero también desenterrar, construir pero también tirar abajo, vivir en su propia vida el conflicto anunciado pero sabiendo que Dios no lo dejó.
  3. Releer el texto para hoy a la luz de estas experiencias…
  4. Releer el Evangelio a la luz de Jeremías: ¿qué significa la palabra de Dios donde se quiere escuchar y donde no?
Mercedes García Bachmann, biblista luterana argentina (IELU) en Encuentros Exegético-Homiléticos 53, ISEDET, Buenos Aires, agosto 2004.


Carta a los Hebreos 11.29-36; 12.1-2 - Continúa la presentación de los héroes de la fe

La fe hace maravillas salvadoras: el cruce del Mar Rojo, la destrucción de los muros de Jericó y la salvación de Rahab, la prostituta. La mención del último caso llama la atención. El autor parece destacar que la fe es tan poderosa que puede hacer que una mujer despreciable, no perteneciente al pueblo de la alianza sinaítica, pueda llegar a ser parte del pueblo de Dios.

La comparación de las temáticas de los dos conjuntos paralelos, el de Abraham y el de Moisés, da una lección que no hay que perder. La primera temática exalta la obediencia y la segunda la valentía. El paralelismo de las dos temáticas da a entender que la obediencia elogiada no significa apocamiento, timidez y servidumbre. Antes bien, la auténtica obediencia a Dios crea un gran sentido de dignidad y genera fortaleza y valentía para testimoniar los valores del mundo invisible.

Un mensaje sobre la perseverancia, que comienza en 12.1-2.

Esta sección retoma el ejemplo de los antepasados y se refiere a ellos como si fueran una nube que circunda a los lectores y oyentes alentándolos a mantener la fe en medio de las vejaciones y sufrimientos por parte de la sociedad ambiente (vs.4). Apoyado en el motivo alentador de la presencia espiritual de los antepasados, el autor exhorta a correr la maratón de la fe (v. 1). Con esta exhortación, introduce una imagen atlética en la    que los participantes se someten a un entrenamiento duro y extreman todos sus esfuerzos para ganar el premio.

Los participantes de la competición son cristianos invitados a correr la carrera en el plano de la vida cristiana. Es digno de notarse que la imagen atlética aplicada a la vida cristiana en el NT es característica de la tradición paulina (p ej., 1 Tes 2.2; Flp 1.30; 1 Tim 6.12; 2 Tim 4.7). Hebreos se hace eco de esta tradición y en este capítulo, a diferencia de otros en este mensaje, el autor personifica el pecado, pero identificando el pecado fundamentalmente con la apostasía.

El autor invita a participar en una competición que exige deshacerse de toda carga que moleste para la carrera. En este contexto, el pecado es descrito como un personaje que se pega fácilmente al ser humano y pone en peligro la fidelidad del creyente. De allí que el autor urja a los fieles a desprenderse de élpara correr exitosamente la maratón de la fe. La exhortación apunta a un desprendimiento de toda actitud o sentimiento que ponga en compromiso la lealtad cristiana.

Enrique Nardoni en Carta a los Hebreos, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, Estela, 2003. Hemos hecho un extracto-resumen de este comentario, pp. 1081-1083.


Agonía, del griego agonía, quiere decir lucha

Agoniza el que vive luchando, luchando contra la vida misma. Y contra la muerte. Es la fervorosa oración de Santa Teresa de Jesús: “Muero porque no muero”.

Lo que voy exponer aquí, lector, es mi agonía, mi lucha por el cristianismo, la agonía del cristianismo en mí, su muerte y resurrección en cada momento de mi vida íntima (…)

La vida es lucha, y la solidaridad para la vida es lucha, y se hace en la lucha. No me cansaré de repetir que lo que más nos une a los hombres unos con otros son nuestras discordias. Y lo que más le une a cada uno consigo mismo, lo que hace la unidad íntima de nuestra vida, son nuestras discordias íntimas. Sólo se pone uno en paz consigo mismo, como Don Quijote, para morir.

Miguel de Unamuno, La agonía del cristianismo, Espasa-Calpe, Bs. As., 1944. Introducción.


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