Recursos para la predicación

14 Jul 2022
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Recursos para la predicación 07 AgostoAgo 2022

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Evangelio de Lucas 12.32-40

A primera vista, las diversas unidades y subunidades de Lc 12.1-53 constituyen una diversidad muy abigarrada y sobrecargada de dichos. Con todo, es posible descubrir una redacción propia de Lucas, con la cual el evangelista quiere dar a entender que los discípulos y discípulas conforman una suerte de grupo núcleo en medio de las masas de gentes, de perseguidores y perversos. El centro de esta estructura simétrica está localizado en Lc 12.32-34. Ello evidencia que el grupo núcleo no forma una comunidad segregada, tipo ghetto, sino que está abierto para quienes tienen interés en participar en la pequeña manada.

Veamos la estructura simétrica:

Lc 12:  1-12    A     Exhortación a la firmeza en la fe y a la confesión en medio de persecuciones
13-21   B         Advertencia ante la avaricia. El rico necio
22-31   C              Superación de las preocupaciones por la relación con el Reino de Dios
32-34   X                   La participación en el Reino mediante la práctica del compartir
35-40   C‘             La preocupación legítima: permanecer vigilante y preparado
41-48   B‘         El mayordomo fiel y el mayordomo necio
49-53   A‘    La relación de las divisiones y la persecución con la misión de Jesús

El v. 21 cierra la parábola del rico necio haciendo una oposición entre la acumulación de tesoros para sí mismo y el ser rico para con Dios. ¿Qué significa concretamente ser rico para con Dios? ¿Cómo se define el programa presentado con esta breve formulación? El rico necio vive acumulando tesoros para sí mismo; pero, ¿qué es lo opuesto a su pecado? El texto podría dejar abiertas varias alternativas: no preocuparse por nada, llevar una vida sencilla, optar por quedarse en la pobreza o por elegirla, renunciar a (casi) todo, compartir los bienes, llevar una vida austera.

La consideración del texto del cap. 12 como un planteo global permite ir aclarando la cuestión. En efecto, los dichos del centro de la simetría, 12.32-34, explican dos aspectos centrales de la síntesis del v. 21: la práctica de quienes son ricos para con Dios, y su futuro. Esta explicación construye un llamativo contraste con la figura central de la parábola, el rico necio o insensato.

Repaso exegético

Es posible que parte de Lc 12.33 reproduzca Lc 18.22. Con la formulación de Lc 12.33, el llamado al seguimiento “económico” de Jesús dirigido a un individuo singular queda transformado en un llamado generalizado que se dirige a toda la comunidad. Lc 12.34 contiene la valoración final de ambos tesoros y de los respectivos programas de acción. Con ello, el versículo remite a la oposición central del Evangelio de Lucas en lo que se refiere a riqueza, bienes y dinero: Dios o el Mamón, tal como luego queda expuesto en Lc 16.13.

Con los vs. 33-34 Lucas muestra cuáles son las relaciones entre el teocentrismo radical de Jesús y su opción por los marginados y los miembros más débiles del cuerpo social. El tesoro “adquirido” junto a Dios por la práctica de la solidaridad con los pobres se opone diametralmente a los tesoros materiales de este mundo, acumulados por el acaparamiento egoísta. Y la parábola del rico y Lázaro, el pobre, en cierta manera tiene los colores de una continuación de la parábola del rico necio de Lc 12.)

El v. 33 plantea una radicalidad impresionante que tiene su trasfondo en la llamada “piedad de los pobres”, presente en el EvLc, que fue un esquema de pensamiento de aquella época, con bases concretas en la situación social, económica y política de Israel; y lo cultivaban ciertos círculos de creyentes pobres. Consistía en la expectativa de una inversión socioeconómica escatológica, obrada por Dios.

El esquema fundamental de esta inversión se introdujo a algunos escritos de carácter apocalíptico de la época intertestamentaria y neotestamentaria; y a nivel del NT, sobre todo en el EvLc y en la Epístola de Santiago. Esta “piedad de los pobres” se expresa en el Magnificat, Lc 1.46-55; la contraposición de bienaventuranzas y ayes, Lc 6.20-26; y la inversión de las situaciones en la parábola del rico y Lázaro, el pobre, en Lc 16.19-31. En Santiago, el esquema aparece con nitidez explícita en St 1.9-11; pero también subyace a otros textos de la epístola que versan sobre la problemática de pobres y ricos.

En todos esos casos, se trata de una inversión escatológica de las estructuras y relaciones socioeconómicas; inversión ésta que traerá dignidad, salvación, satisfacción e identidad junto a Dios a los pobres, necesitados y perseguidos; mientras que producirá humillación, juicio y condenación a los ricos. La “piedad de los pobres” establecía una ecuación entre pobre y piadoso por un lado y rico e impío por el otro.

La “piedad de los pobres” debe ser comprendida como la expresión de una protesta “violenta” –a nivel literario– de los sectores más pobres del pueblo de Dios contra todos aquellos que los oprimían, tanto connacionales como extranjeros. Es una declaración decidida de que Dios no está de acuerdo con la brecha entre pobres y ricos ni con la explotación de sus hijos e hijas pobres por otras personas, y a la vez una afirmación vigorosa de que Dios mismo pondrá fin a ese estado vergonzoso de las cosas, invirtiendo al final de los tiempos drásticamente los destinos de ambos grupos socioeconómicos.

Lc 12.32-34 no plantea expresamente el esquema de “piedad de los pobres”, pero éste subyace a la propuesta, con la cual Jesús incluso sobrepasa el esquematismo que de alguna manera no deja de ser “quietista”, ya que no propone acciones concretas, sino que espera todo del desenlace apocalíptico.

El v. 32 es uno de los frecuentes dichos bíblicos que quieren transmitir paz, consuelo, seguridad; y cuyo fundamento es la intervención de Dios a favor de quienes confían en él. En esta ocasión, la exhortación a no temer tiene como base la decisión del Padre de otorgar el reino a su pequeño grupito de fieles. Directamente vinculada con esta atribución de seguridad viene el planteo de la venta de las posesiones y la entrega del dinero a los pobres (la condición de los destinatarios como tales se deduce del término limosna). Este trastrueque implica la formación de un tesoro imperecedero e inagotable junto a Dios.

La mención de las polillas es una referencia a las vestimentas caras que usaban y amontonaban los ricos de la época. La acción devastadora de esos insectos se relacionaba con la concepción del fin del injusto (cf. Is 50.9; 51.8; Os 5.12). Es probable que este versículo establezca también alguna relación con Lc 16:19, donde se mencionan la ropa superlujosa del hombre rico y sus banquetes diarios: Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Por su parte, los términos bolsas, tesoro y ladrón remiten al dinero, a monedas de oro y plata, joyas y otros objetos de valor, todos ellos representaciones de la riqueza.

Con la referencia a su envejecimiento, agotamiento, robo y destrucción, Jesús enfatiza que la fortuna no tiene valor alguno como fundamento para la vida de quienes forman la comunidad de seguidoras y seguidores. El cuádruple efecto anulador hace que los símbolos de la opulencia queden destituidos de todo valor. ¿Puede imaginarse alguien una miseria peor para los ricos que la pérdida total de todos sus capitales?

La exhortación a formar un tesoro imperecedero en el cielo se vincula estrechamente con la adhesión a Dios y al prójimo; y no tienen nada que ver con el ideal estoico de la renuncia, practicada por un individuo sin mayores relaciones con la sociedad. De la misma manera, la práctica de la solidaridad no es una opción por la pobreza, como si esta fuera un ideal para el perfeccionamiento propio; sino que se vincula más bien con la austeridad y con una opción comunitaria, que busca superar la pobreza de las hijas y los hijos de Dios. (Somos conscientes de las raíces protestantes de esta interpretación).

Jesús enjuicia a los ricos que prefieren acumular tesoros para sí mismos en vez de socorrer a sus hermanos y hermanas pobres; prefieren que las polillas les devoren los atuendos valiosos en vez de compartirlas con los desnudos. Al mismo tiempo, se cierra el círculo abierto por la parábola del rico necio, quedando esbozado el proyecto alternativo: En vez de hacerse tesoros en la tierra, donde el ladrón y la polilla los eliminan, socorran a sus hermanos y hermanas necesitados; compartan lo que tienen para que todos y todas puedan vivir. La acumulación egoísta no sustenta ninguna vida; el compartir da sustento eterno a todas y todos.

Breve reflexión teológica

A nivel hermenéutico se plantea la pregunta acerca del significado último de la propuesta. ¿Tiene ella un sentido literal y una validez perenne, como para que todas las generaciones de cristianos y cristianas la cumplan al pie de la letra?

Aún reconociendo la necesidad de la contextualización de toda palabra bíblica, la propuesta de Lc 12.32-34 sigue levantando un planteo enérgico que hace a la esencia misma de las relaciones socioeconómicas de toda comunidad humana. Despliega una aguda crítica a todo sistema que se basa en la acumulación egoísta de los bienes y el dinero; y propone un objetivo diametralmente opuesto: la preocupación activa por la vida del prójimo necesitado.

Posible esquema para la predicación

  1. Realizar un breve diálogo sobre los valores con los que se maneja el actual sistema socioeconómico y político.
  2. Hacer una reflexión sobre los efectos que tiene ese sistema sobre la sociedad, principalmente sobre los miembros más débiles del conjunto social: divisiones, marginación, exclusión, frustración, cierre de horizontes, pérdida de presente y futuro, desesperación, creciente violencia. Dios critica y condena este panorama sombrío.
  3. Introducir la propuesta de Jesús: a pesar de lo poco que podamos tener, vale la pena intentar una práctica alternativa, empezando con la acción de la pequeña manada. Estas alternativas han de apuntar a la solidaridad, el compartir, la preocupación activa por los marginados y excluidos. A esta práctica alternativa también pertenecen el animarse y consolarse mutuamente, frecuentemente, Jesús antepone a sus propuestas una palabra de ánimo.
René Krüger, pastor de la Iglesia Evangélica del Rio de la Plata, Argentina, en Estudios Exegético-Hermenéuticos, ISEDET, agosto 2001. Resumen de GB


Introducción al Profeta Isaías

Isaías es el texto del AT más citado o aludido en el NT (cerca de 590 referencias en 23 libros). Esta preferencia por el uso del libro de Isaías se halla, sobre todo, en las características literarias y teológicas de la obra. Una de sus cualidades más notables es el contenido del mensaje: el libro de Isaías expone una teología de la salvación que Dios realiza mediante sus intervenciones en los acontecimientos de la historia humana. Esta peculiaridad teológica se revela en las diferentes secciones del libro y hasta en el nombre mismo del profeta, ya que Isaías significa “la salvación es de YHWH (el Señor).

Otro factor que ha contribuido en forma notable a la difusión de la obra es su belleza poética y la universalidad de su mensaje profético… y en la actualización de grandes temas tradicionales (como el tema del éxodo) y en la creación de imágenes teológico-poéticas adaptada a las nuevas necesidades de los creyentes (p. ej., la consolación de Israel, superando los límites del tiempo).

A estas cualidades se suman el decidido compromiso a favor de los pobres y marginados de la sociedad (el “oprimido”, el “huérfano”, la “viuda”; 1.17) y el rechazo de las políticas expansionistas y colonialistas de los imperios, que confieren al mensaje de Isaías una indudable actualidad en el contexto de las realidades políticas, sociales y espirituales de América Latina.

Problemas de interpretación del libro de Isaías.

La considerable extensión del texto (66 capítulos) recoge tradiciones proféticas de varios siglos y hace que la obra presente una notable complejidad histórica, literaria y teológica. Según un conocido pasaje de los Hechos de los Apóstoles, un funcionario etíope convertido al judaísmo, mientras iba por el camino de Jerusalén a Gaza, leía un pasaje del libro de Isaías sin comprender claramente su significado. Y cuando Felipe se acerca a él y le pregunta: “¿Entiendes lo que lees?”, el etíope le responde: “¿Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica?” (Hch 8.30-31).

Numerosos intérpretes consideran que para comprender de manera adecuada el libro de Isaías es preciso dividirlo en por lo menos tres secciones, relacionadas cada una de ellas con distintos períodos de la historia de Israel.

La primera sección (caps. 1-39) se relaciona principalmente con el profeta Isaías de Jerusalén, que ejerció su misión profética en la segunda parte del siglo 8 a.C. La segunda (caps. 40-55) presupone un ambiente histórico diferente: el exilio en Babilonia durante los años 587-538 a-C., y por eso dirige a los exiliados un mensaje de consolación y de esperanza.

En la tercera sección (caps. 56-66), el mensaje se dirige nuevamente a la comunidad judía de Jerusalén, pero esta vez se trata de la comunidad postexílica. Los oráculos proféticos incluyen mensajes de juicio condenatorio y de esperanza.

El principal desafío que deben afrontar los intérpretes del libro de Isaías es analizarlo en su integridad tanto literaria cono canónica, para descubrir su sentido como un todo. Así, una vez que se saque a la luz el mensaje fundamental del libro, podrán interpretarse las partes que lo integran, sin perder de vista el objetivo central de la obra.

Isaías 1.1-31 – Una nación pecadora

Ver la Introducción al Profeta Isaías en los Recursos del domingo 19 de junio.

Este primer capítulo ser presenta como una especie de introducción a toda la obra, ya que anticipa los temas de juicio y salvación que van a desarrollarse después: mensajes contra la apostasía (v 2-9) y el culto superficial y externo (10-17); palabras sobre el “resto” o “remanente” (v 9); revelaciones en torno a la misericordia de Dios (v 18-20; cf 13.10-20). Estos temas dan un sentido de dirección teológica a todo el libro y anticipan algunos de sus temas más característicos: la experiencia religiosa realmente aceptable es la que tiene repercusiones en la vida; el culto que agrada a Dios va siempre acompañado de la práctica de la justicia.

La estructura temática del pasaje puede apreciarse en forma de quiasmo o en paralelo de ideas:

A. El desconocimiento del Señor (va 2-4)

B. Enfermedad y desolación de Jerusalén (vs 5-9)

C. El culto deshonesto y abominable al Señor (vs 10-15a)

D. La ciudad llena de crímenes y de injusticias (vs 15b-18a)

E. Posibilidad de perdón y bienestar (vs 18b-20)

D’. La ciudad sede de la opresión (vs 21-25a)

C’. La ciudad purificada será sede de la justicia (vs 25b-27)

B’. Destrucción de los pecadores (v 28)

A’. Rechazo de otros dioses y sus cultos (vs 29-31)

En esta estructura concéntrica, el centro temático y poético del pasaje se encuentra en los vs 18-20 (E), que ponen en clara evidencia el propósito teológico del mensaje: el Dios bíblico está interesado en el perdón y el bienestar de su pueblo.

El v 1, probablemente el título del libro, “visión de Isías” –con seguridad de un editor y recopilador posterior semejante al otros libros proféticos como Jr, Os, am, Miq– presenta mucho más que una “visión” del profeta como experiencia visual o momentánea, sino la profunda toma de conciencia, el descubrimiento, la comprensión y la presentación de la voluntad de Dios a su comunidad.

Y el vs sitúa además la actividad del profeta en su contexto histórico, social, político y geográfico. El Isaías de Jerusalén desempeñó su misión profética en Judá (ca. 740-701), durante los reinados de Uzías (conocido también como Azarías), Jotam, Ajaz y Ezequías, que gobernaron a Judá del 781 al 687 aC. El mensaje de Isaías se dirige principalmente a Judá y a Jerusalén, pero contiene además oráculos dirigidos a otros pueblos.

La línea inicial, “Oigan, cielos, y escucha tú, tierra” (1.2) es típica de los textos que denuncian la ruptura de la alianza. La infidelidad del pueblo se pone en relación con la alianza del Sinaí, y se alude implícitamente a la liberación de la esclavitud en Egipto. A la acción liberadora de Dios, el pueblo responde solo con ingratitud: ¡Los animales conocen a sus dueños, pero Israel no conoce a su Señor, el Dios Santo de Israel! El pueblo ha sido infiel a Dios no solo por haber rendido culto a las divinidades paganas, sino por haber dejado de cumplir sus mandamientos en las circunstancias concretas de la vida. El profeta da a entender que la justicia social debe ser un valor preponderante en la sociedad.

Uno de los títulos preferidos por el profeta Isaías para referise a Dios es “El Santo de Israel” que aparece unas 26 veces en libro ( p ej 5.16; 19.24; 10.20; 30.11). Este título afirma la santidad divina con sus connotaciones de majestad, bondad y poder. Pero el Dios santo no es Dios lejano, sino que está muy cerca de su pueblo, siempre dispuesto a manifestarle su misericordia. Y por ser un Dios santo, quiere para sí un pueblo santo (cf Lv 19.2).

El v 9 introduce por primera vez en el libro el tema del “resto” o “remanente”. El Señor no dejará que su pueblo sea destruido totalmente, sino que va a conservar una parte de él. A esos sobrevivientes, que son salvados únicamente por la misericordia de Dios, se les llama “resto”. Su salvación es una manifestación exclusiva de la misericordia divina, pues sus pecados se asemejan a los de Sodoma y Gomorra, símbolos de la perversidad moral y la injusticia (cf Gn 19).

El tema fundamental del mensaje es la verdadera adoración. La fe saludable es la que relaciona los actos de culto con la práctica diaria. Las “manos llenas de sangre“ (v 15) no aluden solamente a los sacrificios de animales, sino a las injusticias que producen dolor y muerte a personas inocentes e indefensas.

El profeta no se opone propiamente a las prácticas cultuales; lo que él reprueba son los sacrificios y actos religiosos que no tienen repercusiones morales ni lleva a un cambio de vida. De ahí la insistente exhortación a practicar la justicia, particularmente con los huérfanos y las viudas, representantes prototípicos de las personas pobres y marginadas de la sociedad (cf 8.21–9.5; 29.18-21; 58.6-7; 61.1-2).

En este punto el mensaje de Isaías coincide con el de Amós, que también relaciona el culto con la implantación en la sociedad de un orden justo y fraternal (Am 5.18-27). No tiene ningún sentido dar culto a Dios y oprimir al prójimo. Este culto exterior es incluso peligroso cuando se pretende obtener por medio de él el favor divino.

A continuación, el capítulo incluye uno de los pasajes más famosos de Isaías: “Vengan, dice el Señor, y hagamos la cuenta…” (vs 18-20). El Dios bíblico está siempre dispuesto a conceder el perdón, con tal que se dé un auténtico arrepentimiento. La conversión a Dios es la exigencia fundamental. La prosperidad se funda en el cambio radical de vida y en el compromiso con la palabra de Dios. Aquí los reproches divinos se expresan en el lenguaje típico de los procesos judiciales (cf Miq 6.1-8).

La parte final (vs 21-31) incluye una serie de amenazas divinas por la corrupción política y social del pueblo y de sus líderes. El huérfano y la viuda son los representantes típicos de la gente marginada y oprimida. A los malos gobernantes se los acusa de abandonar sus responsabilidades y de actuar en beneficio propio, en vez de proteger a los más necesitados. ¡Ellos recibirán el castigo divino en el crisol del sufrimiento! Un punto que merece destacarse es que el juicio divino tiene un propósito redentor, como la purificación de los metales por medio del fuego. Sión será purificada, la justicia será un valor fundamental en la transformación y redención de la ciudad.

Samuel Pagán, biblista puertorriqueño, Discípulo de Cristo, Isaías en Comentario bíblico latinoamericano, Verbo Divino, Navarra, España, 2007. Adaptación de GB del último párrafo.


Carta a los Hebreos 11.1-2, 8-16

La fe, anticipo de lo que se espera, prueba de lo que no se ve (vs. 1-2).

La definición de la fe como “anticipo de lo que se espera y prueba de realidades que no se ven” se combina bien con el contexto anterior y el siguiente. En el contexto anterior hay dos frases que preparan esta descripción. La primera se refiere a los fieles que, desposeídos de sus propiedades en la tierra, encuentran su fuerza en el hecho de tener ya una propiedad mejor y estable en el cielo (10.34).

La segunda frase es “El justo vivirá por la fe (10.38), que Hebreos toma de Hab. 2.4. El autor de Hebreos entiende “la fe” de esta frase como la fidelidad que por un lado tiene en vista el premio futuro (10.35) y por otro es una fuerza presente en el cristiano que lo mueve a actuar. Lo mueve a hacer la voluntad de Dios (10.36), la cual consiste en seguir a Cristo en el sufrimiento (12.1-3; 13.13). Lo mueve también a perseverar en la prueba (10.39) y alcanzan la salvación.

El contexto siguiente (11.3-38), como el anterior, se combina bien con la interpretación dada sobre el concepto de la fe que se lee en Heb 1.1. En efecto, en este contexto la fe es la fuerza que mueve a los héroes allí mencionados a tomar sus grandes decisiones; la fe les hace presente la realidad futura invisible por la cual empeñan sus vidas.

Este concepto de fe es semejante a la idea de esperanza, a la cual el autor se refirió en 6.19-20. Así como la fe anticipa la realidad de lo que no se ve y contiene una participación inicial de lo esperado, así la esperanza hace que tomemos la realidad celeste que se nos promete y nos aferremos a ella como a nuestra ancla de salvación, echada en el santuario del cielo, enraizada en la misma presencia divina.

La fe de los patriarcas, un fragmento: vs. 8-16)

El primer ejemplo muestra a Abraham obediente al llamado de ir a un lugar desconocido que se le promete como herencia. Por la fe el patriarca sigue el llamado sin saber adónde va. Hay que notar que Hebreos no nos da el itinerario de Abraham como hace la narración del Génesis. Los deja sin nombres para apuntar a un lugar de descanso que está más allá de la geografía del Génesis.

En el segundo ejemplo (11.9-10) el autor hace resaltar que por la fe Abraham, junto con Isaac y Jacob, vivió en carpas como forastero en la tierra de la promesa, dando a entender que buscaba algo mejor, buscaba la ciudad de fundamentos sólidos que Dios le había preparado.

(En el tercer ejemplo -vs. 11-12-, valoramos la mejor traducción de la Biblia DHH, ya que sigue siendo Abraham el protagonista de la fe y no Sara, como parece insinuar el texto clásico). Es en virtud de su fe que Dios le dio a Abraham vigor para que, más allá de su edad avanzada, pudiera superar la esterilidad de su esposa Sara y con ella producir una progenie que, usando las palabras de Gn 22.17, sería tan numerosa “como la arena incontable de la orilla del mar”.

Hebreos hace luego un interludio (11.13-16) con una reflexión sobre los que, como los patriarcas, fueron peregrinos en busca de una patria mejor. La anhelaron motivados por la fe, pero murieron sin alcanzarla…

Enrique Nardoni, Carta a los Hebreos, en Comentario Biblico Latinoamericano, Verbo Divino, Estella, España, 2003.Hemos hecho un extracto-resumen de este comentario, pp. 1079-1081.


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