Cuarto domingo después de Pentecostés

Salmo 30; 2º Reyes 5:1-14; Gálatas 6:(1-6), 7-16; Lucas 10:1-11, 16-20

Lucas 10.1-9, 16-20: Jesús envía a 70 discípulos, de dos en dos, sin llevar nada por el camino. Digan que se ha acercado a ustedes el reino de Dios. El que a ustedes los oye, a mí me oye, pero alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en los cielos.

Segundo Libro de Reyes 5.1-14: El Señor había dado la victoria a Naamán, general del ejército de Siria. Pero estaba leproso. Una esclava hebrea le recomienda que vaya a ver al profeta que vive en Samaria. Y conforme a la palabra del varón de Dios, ¡sanó!

Gálatas 6.1-10, 14-15: Si alguno es sorprendido en alguna falta, restáurenlo con amabilidad. No se cansen de hacer el bien. Lejos está de mí el jactarme, a no ser en la cruz de Jesucristo. ¡Y lo más importante es una nueva creación!

Salmo 30.1-8, 11-12: Tú, Señor, me sanaste, me devolviste la vida. Tú cambias mis lágrimas en danza, me guitas la tristeza y me rodeas de alegría. ¡Siempre te daré gracias!