Recursos para la predicación

05 May 2022
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 22 MayoMay 2022

Blanco


Después que hayamos blasfemado
con la razón enfurecida,
hay que dejar abierta la loca ventana de los sueños,
porque ocurre que hay días que el hombre quiere engañarse y que le engañen…
y él mismo se embarca en la primera playa
y en el barco más frágil
para buscar a las sirenas.

León Felipe, Las sirenas, en El ciervo, México, Grijalbo, 1958, p. 111.


Juan 14.23-29 – Repaso exegético

La perícopa que nos corresponde es parte del discurso de Jesús llamado “de despedida” (14.1-31). Buscando las oposiciones en el texto, mediante la referencia al Paráclito (vv. 15-16, 25-26), proponiendo 15-26 como una unidad, con correspondencia entre los siguientes elementos:

A: Secuencia 1

14,15 > Amor a Jesús
14.16-17a > Recompensa
14.17b-c > Oposición entre el mundo y ustedes

B: Secuencia 2

18-20 > Oposición entre el mundo y ustedes
14.21a > Amor a Jesús
14.21b > Recompensa

C: Secuencia 3

14:22 > Oposición entre el mundo y ustedes

D: antítesis

14:23a > Amor a Jesús
14.23b > Recompensa
14.24a > No amor a Jesús
14.24b > Recompensa

En este cuadro se pueden apreciar tres secuencias, cada una girando alrededor de una oposición básica: reconocer a Jesús (= amarlo = guardar sus mandamientos o su palabra) o no reconocerlo. La equiparación entre los temas /guardar los mandamientos de Jesús/ (que son los del Padre) y /guardar su palabra/ está justificada en Jn 14.15 –que sirve de estribillo– y 14.21, 23, 24.

En cada secuencia hay una recompensa para quienes lo reconocen, a las que se agrega en la secuencia III una recompensa (en negativo) para quienes no lo reconocen. Esta oposición /reconocer = amar/ contra /no reconocer = no amar/ está también presentada en términos de la oposición /ustedes/ contra /mundo/: si el mundo no reconoce a Jesús ni a Dios, no puede obedecer sus mandamientos/Palabra, y por ende, no puede acceder a la recompensa. De hecho (v. 19), el mundo ni siquiera podrá reconocer a Jesús cuando éste ya no esté presente, mientras que quienes creen/obedecen/permanecen en su amor, sí podrán.

En cuanto a los restantes versículos de nuestra perícopa, 27-29 (también se podrían incluir 30-31a y terminar el discurso), éstos retoman el principio, la pronta partida de Jesús, el mundo que lo rechaza y la donación de la paz para que la comunidad sepa que no quedó sola.

Breve reflexión teológica

El cuadro reproducido arriba permite superar la impresión de que Jn “siempre dice lo mismo”. En efecto, usa los mismos temas y a menudo el mismo vocabulario, pero dándole cada vez un acento particular. ¡Podríamos decir que le da otra “vuelta de tuerca” a la teología! ¿Cuáles serían esos temas tan importantes para Juan y para su comunidad?

Primero, el tema de la relación entre la revelación o entendimiento obtenido gracias al Espíritu y la ascensión/salida de Jesús. En este sentido, es pertinente la pregunta sobre la relación entre Jesús y el Espíritu.

¿Cuál es la diferencia de énfasis entre las tres secuencias? ¿Qué las hace necesarias? Propongo que nos concentremos en las recompensas que Jesús promete.

Secuencia I. En 14.15, la promesa del parákletos, “uno llamado para que esté al lado, para que asista”, de ahí “valedor” (Mateos-Barreto), está ligada a la ausencia física de Jesús que muy pronto sucederá. Ese valedor será el Espíritu de la verdad o de la lealtad, a quien reconocerán y quien permanecerá siempre con la comunidad. El Espíritu lo enviará el Padre a pedido de Jesús (v. 16).

La presencia de Dios en medio de su pueblo no es novedad cristiana; la encontramos en el AT, desde un viento o espíritu moviéndose sobre el caos creacional (Gen 1.2), hasta los profetas (por ej., Joel 3.1 o Ageo 2.4-5).

Secuencia II. En 14.21b, la promesa está ligada directamente a la presencia divina (“mi Padre le amará y yo también le amaré y me manifestaré a él” y a ella…

Secuencia III. En 14.25-26, la función del Espíritu para con la comunidad cristiana se define más explícitamente: la de explicar, abrir el entendimiento a las enseñanzas y obras de Dios. La obra del Espíritu no es tema exclusivo de Jn; Lc-Hch y las cartas paulinas, para citar algunos ejemplos, van también en esta línea.

En mi opinión de biblista, la discusión sobre prioridades de Dios Padre, de Jesús o del Espíritu o viceversa (“el Padre es mayor que –o más que– yo”, dice Jesús, 14.28) está mal planteada. La obra de Dios es de Dios; si Jesús es Dios (como lo afirma Jn 1.1 tan explícitamente) y si el Espíritu es el Espíritu Santo, enviado por Dios, entonces la pregunta no debe ser sobre prioridades o jerarquías (quién es mayor), sino sobre maneras en que Dios se hace presente y la comunidad es equipada para su misión.

Otro tema que surge de esta perícopa es: ¿por qué la revelación de Jesús está limitada o circunscripta a los/as creyentes (la pregunta de Tomás en el v. 22, que origina nuestra perícopa como respuesta)? Jesús no da una respuesta directa. Se podría deducir de sus palabras que no se trata de que Dios limite su oferta; pero el mundo no está capacitado para verla y aprovecharla, está ciego a los dones de Dios y, por tanto, no puede recibirlos.

Pistas para la predicación

¿Por qué reflexionar sobre el Espíritu Santo sólo para Pentecostés? En Juan no hay un Pentecostés como el de Lucas. No nos olvidemos, de paso, que tampoco en los otros evangelios lo hay; que el leccionario, con su uso de los cuatro evangelios, no nos haga perder de vista la particularidad de cada uno de ellos.

Reflexionar sobre el Espíritu Santo es, en el fondo, reflexionar sobre las obras de Dios, la misión de Dios, el acercamiento de Dios al ser humano, desde siempre. Como no queremos establecer una jerarquía de Dios mayor que Jesús o Jesús mayor que el Espíritu, sugiero trabajar sobre la estructura propuesta y mostrar cómo, en realidad, las promesas de las tres secuencias están interrelacionadas: el Espíritu de verdad/lealtad, la presencia de Jesús en la comunidad y la comprensión de los planes divinos, tanto acerca de Jesús cuanto acerca de nuestra misión hoy, gracias al Espíritu.

Mercedes García Bachmann, en Estudios Exegético-Homiléticos 14, mayo 2001, ISEDET, Bs As


Hechos de los Apóstoles 15.36–16.15 – Conflictos, nuevas orientaciones, nuevas decisiones

Seguimos proponiendo ampliaciones de los textos sugeridos en el Leccionario sobre el libro de los Hechos, a fin de aprovecharlos en la predicación o en los estudios bíblicos.

15.36-40. Ruptura entre Pablo y Bernabé.

En Antioquía, después de algunos días, Pablo toma la iniciativa y propone a Bernabé visitar las comunidades ya evangelizadas. Bernabé acepta, pero propone llevar a Juan Marcos. Pablo se opone, pues se había separado de ellos en Perge y no los acompañó en la obra (13.13). Como cada uno insiste en su propósito, se produce la ruptura entre Pablo y Bernabé. ¿Quién tiene razón? Siempre se salva a Pablo y se culpa a Bernabé y Marcos. ¿No es posible pensar lo contrario?

Pablo quiere volver a las ciudades ya evangelizadas para consolidarlas y para entregarles las decisiones tomadas por los apóstoles y presbíteros en Jerusalén (16.4-5). La voluntad del Espíritu Santo, sin embargo, es la evangelización de los gentiles de Macedonia y Grecia (16.6-10). Esa es

también posiblemente la intención de Bernabé (y de Lucas). Marcos no es un inconstante como lo presenta Pablo, sino por el contrario un helenista radical, en la línea misionera del Espíritu Santo. Por eso Bernabé quiere llevarlo a toda costa.

En esta discusión es Pablo el que falla. Lo que aquí interesa es ver la intención del autor, el sentido de la narración tal cual aparece en Hch. En la trama de Hch, según 15.41–16.15, es Pablo el que no está en la estrategia misionero del Espíritu. Bernabé y Marcos sí lo están. Cuando Bernabé decide tomar a Juan Marcos (v 39), el texto lo llama únicamente por el sobrenombre Marcos, para destacar su condición de Helenista.

Bernabé parte a Chipre, para dirigirse probablemente después a Macedonia y Grecia, que es el lugar hacia donde el Espíritu quiere llevar la misión. En el inicio de la misión de la iglesia de Antioquía en 13.1-4 es muy diferente la situación: es el Espíritu Santo el que toma la iniciativa y el que elige directamente al equipo misionero, y es toda la Iglesia la que interviene. Ahora Pablo toma la iniciativa y se rompe el equipo el equipo del Espíritu, configurado por Pablo y Bernabé. Se rompe, porque Pablo no actúa conforme a la estrategia del Espíritu.

Silas, el misionero elegido por pablo, en vez de Juan Marcos, era dirigente y profeta en la Iglersia de Jerusalén (cf 15.22 y 32).

 16.1-3. Pablo elige a Timoteo y lo circuncida.

Pablo llega a Listra, donde vive un discípulo llamado Timoteo. Su abuela Loida y su madre Eunice eran judías que habían abrazado la fe (según 1 Tim 1.5). Su madre se había casado con un griego no cristiano. Un matrimonio de una judía con un griego era posible en la diáspora. La madre no había circuncidado a Timoteo posiblemente por el ambiente social del padre. Pablo lo circuncida y así revela que su intención es trabajar en la misión con los judíos. Pablo no podía llevar como asistente en la misión a los judíos, a uno considerado por ellos como un apóstata, hijo de una madre apóstata (por no haber circuncidado a su hijo), que se había casado con un no judío. Todo este escándalo se soluciona con la circuncisión de Timoteo.

Pablo no está traicionando sus principios, sino resolviendo un problema práctico de la misión. Lo más importante en esta circuncisión de Timoteo es que se revela en ese momento histórico la intención estratégica de Pablo de trabajar a fondo y en serio con los judíos, lo que no era en ese momento la intención del Espíritu Santo (ni tampoco la de Lucas).

15.41 y 16.4-5. Pablo en su recorrido consolida las Iglesias.

El resumen que nos da Lucas en 16.5 forma una inclusión con 15.41. En ambos casos se hace mención de “las iglesias”. Por el contexto se trata de iglesias judeocristianas. Llama la atención esta descripción de Pablo, no como misionero de los gentiles, sino cumpliendo la función de consolidar las Iglesias, entregando por las ciudades la decisiones de la asamblea de Jerusalén, para que las observaran. Pablo se hace así portador de la tendencia más “conservadora” de dicha asamblea, en contraste y casi en contradicción con la posición radical de Pedro.

Además, las decisiones de la asamblea estaban dirigidas a los hermanos e Antioquía, Siria y Cilicia. Ahora Pablo está llevando las decisiones, además de esas localidades, también a Derbe y Listra, más allá de lo necesario y planificado. El decreto de Jerusalén además iba dirigido a “los hermanos venidos de la gentilidad” (15.23); en el recorrido de consolidación de Pablo ni se menciona a estos hermanos.

El efecto de la acción de Pablo es que las iglesias se afianzaban en la fe y crecían en número de día en día (16.5). En 19.20, al final de los viajes de Pablo, tendremos el texto: “La palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente”, que ciertamente refleja mejor la intención y el entusiasmo de Lucas.

16.6-10. Las intenciones del Espíritu

Según el relato de Lucas, Pablo ha partido de Jerusalén con intenciones y acciones que no responden a la estrategia misionera del Espíritu Santo. En el contexto de lo narrado por Lucas sobre la circuncisión de Timoteo y a la misión de Pablo de consolidar las iglesias judeocristianas, imponiendo los decretos de la asamblea de Jerusalén, queda más claro aún por qué Bernabé y Juan Marcos se aparten de Pablo. El que no responde al Espíritu no es Bernabé o Juan Marcos, sino Pablo.

Se hace por lo tanto necesaria una intervención directa del Espíritu Santo es la misión de Pablo. En 16.6-10 Pablo aparece luchando con el Espíritu, directamente y en visiones nocturnas. Nos dice el relato que Pablo quería dirigirse a Asia, casi seguro a Éfeso, posiblemente para predicar a los judíos en dicha ciudad, pero el Espíritu santo se lo impidió. Cuando Pablo ya está cerca de Misia, intenta dirigirse hacia el norte, a Bitinia, y otra vez no se lo consintió el Espíritu. El Espíritu no le dejó otra alternativa que dirigirse directamente a Tróade. Esta ciudad es un puerto importante en el sistema de comunicaciones del Imperio romano y es el puerto natural para dirigirse a Macedonia.

En el v 7 se dice “el Espíritu de Jesús”, lo que no es usual, aunque aquí sí tiene bastante sentido; se refiere a Jesús resucitado, que promete su Espíritu para que sus discípulos sean testigos “hasta los límites de la tierra” (1.8). En Tróade Pablo tiene en la noche una visión: una habitante de Macedonia de pie le suplica que pase a su región y ayude a su pueblo (v 9). Otra manifestación del Espíritu, que Pablo sigue ahora sin vacilar. ¿De qué manera el Espíritu Santo o Espíritu de Jesús impidió a Pablo dos veces seguir su camino y después lo orientó por medio de una visión? No lo sabemos, pero es una realidad de fe incuestionable, que aparece a menudo en los relatos proféticos.

Esta fidelidad de Pablo al Espíritu ya se había dado en el contexto de la iglesia de los helenistas de Antioquía, cuando el Espíritu separó a Bernabé y Saulo para la misión de la Iglesia (13.1-4). Ahora se produce el reencuentro de Pablo con el Espíritu, el cual ha logrado finalmente someter a Pablo y a Silas a su propia estrategia. Este reencuentro de Pablo con el Espíritu, y en consecuencia con la estrategia misionera del mismo Lucas, puede explicar el misterioso “nosotros” que aparece desde el v 10. La explicación más corriente es que Lucas se habría juntado con Pablo en el puerto de Tróade, para seguir después juntos. Otra explicación es que ahora, después de esta nueva “conversión” de Pablo (cuando dos veces se somete al Espíritu), Lucas se identifica con él y lo acompaña –física o literariamente– en su nueva misión.

16.11-12. Pablo llega a Filipos. El puerto de Filipos era una ciudad  importante de la provincia de Macedonia. La capital de la provincia era Tesalónica, pero Filipos debía su importancia a que fue transformada en colonia romana el 42 aC, para albergar a militares romanos licenciados. Filipos, como colonia romana, era una pequeña Roma en otro lugar. Sus habitantes tenían los mismos derechos que si vivieran en Roma.

16.13-15. Conversión de Lidia y de toda su casa. El sábado Pablo y Silas salen fuera de la ciudad, a la orilla de un río, donde suponían habría un sitio para orar. No hay una sinagoga, sino un lugar informal de oración donde se reunían judíos y adoradores de Dios (griegos simpatizantes del judaísmo). Pablo habla a las mujeres que habían concurrido. Es interesante resaltar aquí esta comunidad más o menos establecida de mujeres fuera de la ciudad. Una de ellas es Lidia, originaria de la ciudad de Tiatira, situada en Asia Menor. Ella no es judía, sino gentil, adoradora de Dios. Su profesión era vendedora de púrpura. Lidia era cabeza de familia.

Muchos comentaristas afirman que era una persona de dinero. Por el contrario, lo más probable es que su situación fuera modesta o pobre. Como mujer sopla debía trabajar arduamente para poder subsistir. Los artesanos y pequeños comerciantes tenían que llevar una vida de mucho trabajo para lograr apenas sobrevivir. Así Pablo, como artesano, debe trabajar día y noche para no ser gravoso a nadie (1 Tes 2.9). El hecho de que Pablo se aloje en su casa no quiere decir necesariamente que tuviera una gran casa y que fuera rica. También los pobres reciben huéspedes en sus casas.

Lidia recibe a los misioneros apelando a su fidelidad al Señor (v 15) y no a sus riquezas. Lidia se convierte al escuchar las palabras de Pablo y Silas. Su fe es por la Palabra, no porque viera milagros u otras cosas extraordinarias. Convertida al Señor, se bautizó ella y toda su casa (v 15). Lucas da mucha importancia a la casa como espacio de la pequeña comunidad cristiana.

Reflexión pastoral sobre Hechos 15.36–16.15

  1. El conflicto de Bernabé con Pablo, por causa de Juan Marcos, tal como lo hemos interpretado, fue un conflicto positivo en beneficio de la misión a los gentiles. No todos los conflictos que se viven hoy en la Iglesia son necesariamente negativos. ¿Qué criterios de discernimiento nos ofrece Hch?
  2. ¿Cómo podemos interpretar positivamente la acción de Pablo de consolidar las iglesias, aunque por el momento no responda al objetivo misionero del Espíritu según Hch?
  3. ¿Cómo podemos representarnos en la realidad actual de la Iglesia la lucha de Pablo con el Espíritu, y su posterior sometimiento, tal como aparece en Hch 16.6-10? ¿Cuál es el género literario de este relato y cuál es su significado actual?
  4. En el texto analizado aparece el trabajo de consolidación de las Iglesias en oposición a la estrategia misionera del Espíritu Santo. Los dos trabajos son necesarios, pero Lucas en Hch pone todo el énfasis en la fidelidad al Espíritu. ¿Cómo vivimos esta tensión hoy en la Iglesia entre la consolidación de lo ya construido y fidelidad al Espíritu que nos empuja a la creatividad y a la misión? ¿No ponemos hoy en día más énfasis en la consolidación de las Iglesias que en la fidelidad al Espíritu y a la misión, en contra de la visión de Hch?
  5. Lidia y los de su casa aparecen al comienzo en los vs 14-15 y al final en el v 40. Tenemos aquí una pequeña comunidad cristiana, una Iglesia doméstica, dirigida por una mujer. También aparece una comunidad de mujeres que se reúne fuera de la ciudad (v 13) y luego una muchacha esclava explotada en su capacidad espiritual (vs 16-18). Reflexionemos sobre estos textos desde la perspectiva de la mujer y sobre su importancia para nuestra Iglesia hoy.
Pablo Richard, biblista católico chileno, 1939-2021, Hechos de los Apóstoles en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, Navarra, España, 2003.


Apocalipsis 21. 10-27 - Una esperanza abierta a todos y todas

Las imágenes nos hablan de la presencia gloriosa, luminosa, la dimensión inabarcable de la majestad divina. La ciudad tiene una muralla, cuyos accesos son custodiados por ángeles. Lo que se ve es la ciudad amurallada de la antigüedad, condenada al anatema en Josué (el caso de Jericó, por ej., Jos 6.17-19), pero ahora gobernada por Dios.

Los nombres de las tribus y luego de los apóstoles mostrarán la dimensión de continuidad histórica entre el pacto de ayer, la promesa de hoy, la realidad de mañana. Los nombres que fueron camino de salvación en la historia –el Israel originario, los apóstoles de la nueva misión de Dios- están escritos en las puertas. No son la puerta, son los letreros que las indican.

Los accesos están abiertos a los cuatro puntos cardinales. Esto sería muy extraño en una ciudad amurallada, que generalmente habilitaba pocos caminos de acceso y orientados hacia el lugar  que mejor podía defenderse. La ciudad de la esperanza, por el contrario, está abierta para recibir habitantes de todos lados y de todos los pueblos.

El nombre dado a los cimientos con los cuales fue posible construir la ciudad divina apunta a la iglesia histórica.  Son la memoria de un tiempo heroico que ya no es necesario, pero que ha quedado en la base de la ciudad gloriosa. La ciudad de la esperanza se construye con sus cimientos en la historia.

En la ciudad de Dios no hay diferencia entre santo y profano: no es necesario el templo con sus patios discriminatorios para gentiles y mujeres, y altares vedados, porque la gloria de Dios es tal que arrasa con esos símbolos y motivos que finalmente alejan al hombre de Dios en lugar de significarlo.

¿Qué significa para nosotros hoy hablar de la gloria de Dios? Ireneo –un obispo  mártir cristiano del siglo III– decía que la gloria de Dios es que el hombre viva. ¿De qué manera estas imágenes nos hablan de vida plena? Los signos de la grandiosidad y la abundancia (dimensiones absurdamente enormes, calles de oro cristalino) se  mezclan con los nombres de humanos con defectos y padecimientos.

La ciudad es a la vez amurallada y accesible. Los que la custodian son a la vez anunciadores del mensaje que invita a entrar en ella (ángeles = mensajeros). La gloria de Dios es para sus criaturas, no para su propio solaz. Por eso está entre ellos como santuario y luz. Pero todas las naciones podrán llegar a ella (v. 26).

Néstor Míguez, biblista metodista argentino


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