Recursos para la predicación

04 Mar 2022
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 20 MarzoMar 2022

Morado


  • ¿Los que murieron en las guerras en Irán o Irak o en cualquier otro cataclismo, eran más culpables que nosotros? La propuesta de Dios no es señalar a los culpables sino apuntarme a mí mismo para buscar al Dios que espera que lo encontremos. Volverse o no volverse a Dios, recibir el perdón y perdonar a quienes nos deben o nos ofenden…
  • Dios nos da siempre nuevas oportunidades, setenta veces siete nos vuelve a perdonar, en las setenta veces siete que volvemos a él, nunca se le endurece el corazón. A no ser que juguemos a dejar que se nos endurezca el corazón, por la bronca o por los afanes, por las heridas de la vida o por buscar en fuentes sucias...
  • Las crisis personales o comunitarias pueden ser las oportunidades de Dios para buscarlo, para buscar la vida y no la muerte, para buscar al hermano y hermana que nos necesita y que descuidamos. Las crisis pueden ser los bautismos frente a los cuales resucitamos a una nueva actitud, a una más profunda comprensión de Dios y a una más profunda comunión.


Lucas 13.1-9

La sección de Lucas 13.1-9 es una exhortación a la conversión que sigue la línea de los pasajes precedentes sobre la interpretación, la urgencia y el cumplimiento de los tiempos: exhortación a la vigilancia (vv.12.35-48); la hora de la decisión (vv.12.49-53); las señales de los tiempos (vv.12.54-59). El verso 13.1a hace la conexión con los pasajes anteriores indicando que en aquel mismo momento que Jesús estaba enseñando se presentaron algunos y le contaron lo sucedido a varios galileos.

El pasaje se divide en dos partes que se complementan y articulan sobre el eje temático de la invitación a la conversión. La primera (vs 1-5) ofrece una interpretación a propósito de dos acontecimientos trágicos que causaron gran conmoción y quedaron grabados en la memoria de la gente; y la segunda (vs 6-9) presenta una variante de la parábola sobre la higuera estéril.

La primera parte se introduce con la historia trágica que le refieren a Jesús sobre unos galileos cuya sangre Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Según el sentido obvio del texto esto significa que Poncio Pilato, procurador de Judea (26-36 d.C., ver Lc 3.1) hizo matar a algunos galileos en el momento que estaban realizando el sacrificio de sus animales en el atrio del Templo de Jerusalén. La ocasión es seguramente la fiesta de pascua, única oportunidad para los laicos de tomar parte en los sacrificios; y estos galileos se manifiestan como personas piadosas que emprendían un largo peregrinaje hasta Jerusalén para venir a ofrecer sus sacrificios. El crimen es escandaloso en sí mismo, y se ve agravado por lo inoportuno de la situación en que se mezcla la sangre de los sacrificios con la sangre de los propios sacrificantes, provocando la profanación del culto y del Templo. No queda claro si éste es un episodio reciente o no, y no se conoce ninguna otra referencia al mismo.

Jesús utiliza este episodio para hacer una reflexión que tiene como marco de referencia la doctrina farisea de la retribución (v.2) y lanzar un llamado a la conversión (v.3). Luego él mismo enfatiza la idea trayendo a colación otro episodio de características similares (v.4a), cuyo esquema literario guarda un paralelismo estricto con el anterior (episodio trágico – reflexión – llamado a la conversión). El segundo episodio recuerda la muerte de dieciocho habitantes de Jerusalén cuando ocurrió el derrumbe de una torre (seguramente parte de la muralla que rodeaba la ciudad) de Siloé (estanque que se encontraba al sudoeste de la ciudad y cerca de la muralla), hecho sobre el cual tampoco se cuenta con otro testimonio. En este caso las víctimas son de Jerusalén y la desgracia parece accidental.

Los dos tipos de desgracia (un acto deliberado del gobierno o una catástrofe accidental) sirven a un mismo objetivo: advertir y llamar la atención a toda la población (sean galileos o de Jerusalén) sobre el destino que les espera si no se convierten, ya que los que murieron no eran más culpables que todo el resto. Esto implica responsabilidad colectiva sobre pecados e injusticias señalados anteriormente: hipocresía e injusticia de los religiosos (11.37-44); la acumulación de riquezas (12.19-21); opresión y lujuria (12.45-48).

La parábola de la higuera estéril (vs 6-9) tiene puntos de contacto con el episodio de la maldición de la higuera estéril en Mt 21.19 y Mc 11.12-14, pero es diferente y en cierta manera opuesta. La ocasión recuerda una costumbre típica en Palestina de plantar árboles frutales en medio de las viñas y hacer trepar sus sarmientos en ellos. El dueño ha venido reiteradas veces (los tres años podría ser una referencia a la duración del ministerio de Jesús) y no ha encontrado frutos, por lo cual le ordena al viñador que la corte bajo el argumento que cansa la tierra inútilmente. Pero el viñador intercede ante el dueño, para probar con un cuidado especial y darle al árbol su última oportunidad. La higuera (y también la viña) es una metáfora conocida para representar a la casa de Israel (ver Os 9.10), y también hay antecedentes sobre la esterilidad de la planta como figura de la infidelidad e injusticia del pueblo de Yavé (ver Jr 8.13; Mi 7.1). Esto coincide con la referencia a galileos y habitantes de Jerusalén en el texto anterior.

Pero ahora no se trata de la maldición a una higuera estéril o un anuncio de castigo (como en Mateo y Marcos), sino que es más bien una parábola sobre la paciencia del Señor con su pueblo al cual le brinda una última oportunidad, remarcando la urgencia y el cumplimiento de los tiempos. La parábola complementa así el llamado a la conversión de la primera parte (vs 1-5) y deja un final abierto.

Para la reflexión teológica

Merecen una mayor reflexión algunos aspectos de la doctrina farisea sobre la retribución que aparece implicada en la primera parte (vs 1-5). Según esta doctrina, que también tiene antecedentes en el AT, todo sufrimiento (o calamidad) sería un castigo por el pecado, ya sea de la comunidad (ver Jue 2.6-23) o de los individuos (ver 1 Re 11.11; 13.34; Jer 31.29). Este esquema simple de méritos (premios y castigos) asegura el castigo para los impíos, y la prosperidad y el bienestar para los justos y piadosos (ver Pr 12.21; 13.21), pero se revela insuficiente para comprender lo que sucede en la misma realidad, y ya podemos intuir las dificultades y contradicciones que se encuentran para abordar la espinosa cuestión del sufrimiento humano (opresión, guerras, pobreza, enfermedad).

En los mismos textos bíblicos encontramos diversas reacciones y protestas que cuestionan la creencia dominante de la retribución y su correlato en lo que concierne a la justicia divina (ver libro de Job; Salmos 37 y 73; Jr 12.1). Y encontramos, también en el AT, algunas otras aproximaciones con una valoración más positiva del dolor en las que aparece como un medio divino de formación, prueba y purificación (ver Sal 66.10-12; Pr 17.3; Is 48.10), y el concepto del sufrimiento vicario o en sustitución de otro (ver 2 Macabeos 6.12; 7.37; y la figura del siervo de Yavé en Isaías 52.13–53.12). En el NT Jesús mismo impugna la teología de la justa retribución, mostrando que no es el sufrimiento o el dolor lo que hace que el ser humano se pierda, sino antes bien su pecado y obras impías (ver la parábola del rico y Lázaro, Lc 16.19-31).

¿Hay algún responsable por los sufrimientos? ¿Qué tipo de relación se puede establecer entre responsabilidad individual y responsabilidad colectiva frente al pecado y las injusticias? ¿De qué manera el cambio de actitud (conversión), aún en pequeña escala, puede ser un factor de transformación de estructuras injustas, y llamado de atención para amplios sectores de la sociedad permeados por la corrupción?

Samuel Almada, biblista bautista, asesor de la traducción de la Biblia al Qom, en Estudio Exegético Homilético 12, marzo 2001.


Isaías 55.1-13

Is 55.1-13 es el epílogo al libro del Deuteroisaías, el último poema. Propongo tratar el canto completo y no cortar en el v. 11, como marca el leccionario. El texto se divide en las siguientes secciones: a) invitación a comprar sin dinero (1-3a); b) relectura de las promesas a David (3b-5); c) buscad a Yavé! (6-9); d) la palabra de Yavé genera salvación (10-11); e) la marcha de los liberados (12-13). Otros autores lo dividen en 1-5, 6-11 y 12-13, o 1-5 y 6-13.

V. 1-3a. Llama la atención la cantidad de imperativos. Los gritos de llamado (v. 1) han sido interpretados de distinta manera: a) como la invitación a la mesa de Proverbios 9, donde la Sabiduría invita (Prov 9.5, 11; Eclo 24.19); b) imitando los gritos de los vendedores ambulantes en el mercado (¿vendedoras también?); c) como una “propuesta de liberación política y social, y por tanto económica”: Yavé y ningún otro Dios, puede dar pan o agua en lugar de la fatiga vana de trabajar para después no poder adquirir nada. La paradoja está en comprar sin dinero.

V. 3b-5. El tema de estos vs. es la fidelidad de Yavé a Israel, manifestada en términos típicos: berit ‘olam hasede david hane’emanim (un pacto eterno, las firmes/seguras misericordias a David). La antigua promesa a David de un descendiente para siempre en el trono de Jerusalén (2 Samuel 7), obviamente perimida al tiempo del exilio, se relee (véase Salmo 89). De haber estado dirigida a un hombre y una institución (la monarquía), ahora pasa a una nación. Israel (v. 4) será caudillo de las naciones. ¿En sentido político? Quizás. Pero también se lo puede leer en sentido religioso: para que sean posibles la liberación y el retorno que el Deuteroisaías anuncia como inminentes desde el capítulo 40, Israel tiene que buscar al pueblo disperso entre las naciones. En los términos de uno de los comentarios, Yavé llama a Israel a salir de sus compromisos diarios con Babilonia y a volver a su propia tierra. El v. 5 termina con la glorificación de Yavé por parte de las naciones; el v. 13 retomará el tema. En ambos casos lo que causa las loas a Yavé es su acción en favor de Israel.

Vs. 6-9. Estos vs. tienen varios temas importantes. Por un lado, buscar a Yavé mientras se deja encontrar, no dejarse tentar por esos otros Dioses que no ofrecen nada, animarse a dar el paso de la liberación de la mano de Yavé. El v. 7 se toma muchas veces como un agregado; y de hecho, si se tomaran las exhortaciones de este versículo en un sentido moral, habría que decir que no tienen nada que ver con el resto del capítulo. Pero también se los puede tomar no como exhortación moral, sino religiosa: (busquen a YHWH y no a otros Dioses!

Pero la cercanía no significa equiparación; la estructura concéntrica del v. 9 (Croatto, p. 303) lo muestra muy claro:

A “porque mis planes no son vuestros planes,
B ni vuestros caminos son mis caminos.
X PORQUE CUANTO MÁS ALTOS SON LOS CIELOS QUE LA TIERRA, ASÍ SON MÁS ALTOS
B’ mis caminos que vuestros caminos,
A’ y mis planes más que vuestros planes”.

Vs. 10-11. En vez del quiasmo, como en el v. 9, este oráculo usa el paralelo (ABCA’B’C’) y mantiene la comparación (“como... así...”) y la fundamentación (“porque”). El tema de la preferencia de Yavé sobre cualquier otro Dios sigue estando presente, esta vez asegurando la eficacia de la palabra de Dios. Aunque lo primero que nos viene a la mente es Génesis 1 (Dios dijo y se hizo), pensando en los temas de este libro y en las experiencias de Israel, parece mejor asociar la eficacia de la palabra divina con el testimonio de Israel de que Dios había prometido bendición y monarquía davídica siempre que Israel fuese fiel a su parte de la alianza, y de la misma manera, castigo y exilio si Israel no obedecía y en esto fue eficaz la palabra divina, y de ello es testigo Israel ante las demás naciones y ante los demás Dioses.

Vs. 12-13. Estos vs. cierran todo el Deuteroisaías, y no sólo el capítulo, ya que retoman Isaías 40: del “consuelen” a la alegría, del “preparen el camino” a la salida en seguridad y sin pasar necesidades. La creación participa de esa fiesta que comienza con la salida (ya antes de regresar a la tierra). El v. 13b pone un gran broche: todo esto será para renombre de Yavé, y de ningún otro Dios, y será una señal eterna. Aquí vale la pena notar la similitud en vocabulario con el pacto sellado entre Dios y Noé (Génesis 9).

¿Qué predicar?

  1. Un tema posible es el traspaso de las promesas de bendición, de prosperidad, de Shalom de David al pueblo; cuanto más de Jesús a sus seguidores y seguidoras. Israel fue testimonio/testigo de que Dios también cumple su promesa en cuanto a rechazar el pecado y la desobediencia, pero que no deja de amar a su pueblo por eso.
  2. Otro tema posible es el de la señal eterna (regreso del exilio, batir de palmas de la naturaleza) y sus manifestaciones contemporáneas.
  3. Un tercer tema posible es el de la enorme distancia entre los pensamientos de Dios y los humanos, entre los caminos de Yavé y los nuestros.
Mercedes García Bachmann, biblista luterana argentina (IELU) en Estudios Exegético-Homiléticos 1, ISEDET, Buenos Aires. abril 2000


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