Historia y presente del racismo argentino
Las tentativas de aniquilar a los grupos autóctonos quedaron evidenciadas en la llamada “Conquista del Desierto”, que no fue más que un título para esconder un genocidio atroz.
El racismo se vincula con ideas y acciones que denigran a determinadas personas, puesto que afirma la existencia de razas humanas, y dentro de esta clasificación racial, establece que algunas de ellas son superiores a otras. Es decir, sostiene que hay grupos raciales y que además algunos poseen características físicas o formas de vida que resultan inconvenientes o problemáticas para los demás. En las ideas racistas se incluyen desde las teorías de ciertos intelectuales, hasta los prejuicios extendidos en las sociedades. Entre las prácticas asociadas al racismo, se encuentran la discriminación, la segregación, la violencia física y el exterminio.
El racismo atravesó distintas regiones y épocas, aunque siempre benefició a algún grupo minúsculo de dirigentes. Si bien luego los pensamientos y las acciones racistas se extendieron a muchas personas, la mayoría de las veces continuaron favoreciendo con más poder económico y político exclusivamente a un reducido puñado de empresarios, políticos y militares. Círculo al que también, en determinados casos, se sumaron religiosos.
El racismo presente en Argentina tiene su origen en Europa. Desde el siglo XV en el “viejo continente” y en otras partes del mundo, se postula y disemina un pensamiento racista que ubica a las “razas europeas” sobre todas las demás. Estas ideas dieron sustento a prácticas violentas, tales como genocidios sobre millones de niños, mujeres y hombres, con apariencias físicas o formas de vida particulares en América, África, Asia y Oceanía. A su vez, este tipo de nociones también afectó a los propios europeos en su continente durante el siglo XX, cuestión que se observó claramente cuando el nazismo asesinó en campos de concentración a millones de judíos, gitanos e individuos pertenecientes a otras minorías, invocando argumentaciones racistas.
En el territorio argentino se apela a nociones y prácticas racistas desde antes de la fundación del país, cuando todavía aquí dominaba el poder colonial español. Más tarde, la inicial dirigencia argentina continuó el racismo heredado de Europa y le agregó nuevos elementos. Así con el control de los aparatos gubernamentales y de comunicación que ellos mismos habían fundado, los primeros dirigentes argentinos asumieron el postulado de la inferioridad racial de los colectivos originarios de Sudamérica, por lo que decidieron realizar un reemplazo poblacional fomentando la desaparición de los nativos y la llegada de europeos.
Las tentativas de aniquilar a los grupos autóctonos quedaron evidenciadas en la llamada “Conquista del Desierto”, que no fue más que un título para esconder un genocidio atroz. No existía un territorio que estuviese completamente despoblado, estas tierras estaban habitadas por millares de seres humanos que fueron violentados hasta la muerte mediante cruentas campañas militares. Apelando a la fuerza, se exterminó a miles de personas originarias, mientras que a las sobrevivientes se las redujo a la servidumbre y al trabajo forzado, alejándolas de sus lugares y medios de subsistencia habituales. La avidez por la propiedad de la tierra y el dinero resultante de la misma, motorizaron los atropellos sobre vidas humanas. Es pertinente señalar que los miles de kilómetros cuadrados arrebatados a los nativos, se repartieron casi exclusivamente entre los militares homicidas, las personas vinculadas al poder político y los empresarios de aquel momento. Así, pocos de estos inmensos terrenos se cedieron o vendieron a los recién llegados de Europa, por lo que fueron escasos los inmigrantes que pudieron trabajar su propia porción de tierra.
El racismo sigue muy presente en Argentina, lo que implica que mediante ideas y acciones diversas se mantiene una franca oposición a los pueblos originarios y se intenta evitar cualquier revisión sobre lo actuado durante el período de conformación de la nación, cuando las tierras indígenas fueron apropiadas con extrema violencia. Este panorama de larga data en Argentina se encadena hoy con tendencias internacionales que buscan la criminalización de las minorías de cada sociedad. En distintos países, determinados sectores económicos, políticos y judiciales, en complicidad con los medios de comunicación, exacerban el desprecio y el odio a los grupos desfavorecidos para mantener sus privilegiadas posiciones.
Por Adrián Suárez
Bachiller en Teología, Lic. En Sociología
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PRIMER CUATRIMESTRE 2018
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