Paz y bien amada hermandad.
Que la presencia amorosa del Espíritu sea con sus vidas y ministerios comprometidos y serviciales.
“Yo los amo a ustedes como el Padre me ama a mí; permanezcan, pues, en el amor que les tengo… El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos.”
Juan 15: 9,13
El Dios/amor no es solamente un Dios bueno, sino que es exclusivamente bueno. Es un Dios diáfanamente positivo, sin rasgo alguno de negatividad o tergiversación alguna.
El Dios únicamente bueno ama a la humanidad como es y se lo comunica dando a conocerse en el rostro de Jesús. Y este amor que comunica supone estima; Dios no ama simplemente a un ser miserable; ama a un ser que, aunque de momento pueda ser miserable, lleva dentro unas posibilidades y potencialidades cuyo desarrollo puede hacer de él un «hijo», es decir, uno semejante a él. Esta valoración profunda, a pesar de las miserias humanas, es la expresión de la fe inquebrantable de Dios en el hombre.
El Dios-amor que se da cita en Jesús difiere absolutamente de un Dios impasible e insensible. Porque Dios es amor es que no permanece indiferente ante la suerte de hombres y mujeres que padecen situaciones que se oponen a esta vocación del amor. El mal de la humanidad le afecta y se conmueve ante el mismo. El conmoverse es la sensibilidad de Dios en acción y posibilita desde esta profunda conexión, una nueva vida y un nuevo amanecer.
La esperanza en el Dios de Jesús no defrauda, por el contrario nos anima a seguir sosteniendo que nada ni nadie nos podrá separar de este amor que se da cita en Él.
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo
Suscribite al envío por email Suscripción