Paz y bien amada hermandad.
Que la vida de Jesús obre y se manifieste es sus vidas y ministerios.
«El Señor resucitó, ¡Aleluya!
Muerte y él tumba venció, ¡Aleluya!
Su poder y su virtud, ¡Aleluya!
Cautivó la esclavitud. ¡Aleluya!»
La fuerza de la Resurrección marca a la Iglesia naciente desde su origen y también a nosotros y nosotras hoy. La Resurrección es el dato culminante de nuestra fe en Cristo. Por la Resurrección se confirman todas las promesas del Antiguo Testamento y se confirman las ansias y búsquedas de todas las generaciones. Dios ha sido fiel a su amor y se ha dado sin límites, con sobreabundancia.
Por la Resurrección se confirma la divinidad del Mesías: verdadero Dios y verdadero hombre. La Resurrección nos enseña que Dios es amor y que nos regala plenitud de vida.
Somos llamados y llamadas a dejar totalmente la vieja manera de vivir, a resucitar con Cristo para buscar las cosas de arriba y no permanecer, ni ser cómplices, ni dejarnos someter por las estructuras pecaminosas y opresoras.
¡Jesucristo resucitó!. ¡Jesucristo vive!. ¡Jesucristo está presente! Nadie, nada, hará que ocultemos este mensaje Lo anunciaremos, confesaremos, cantaremos, a voz en cuello lo proclamaremos.
¡El Señor Resucitó! Y por ello nuestros cuerpos se hacen semillas que fecundan la historia para que nazca el futuro. Reafirmamos la vocación inquebrantable de ser testigos alegres de la vida que hay en Jesús.
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo
Suscribite al envío por email Suscripción