Cuaresma y Metodismo: Una confusa relación

26 Mar 2024
en Artículos CMEW
Cuaresma y Metodismo: Una confusa relación

Esta es la época en la que cristianos en todo el mundo han comenzado una temporada marcada por un tiempo más intenso de ayuno, oración, búsqueda de las Escrituras, participación en el culto público y reflexión personal y grupal, confesión de pecado y penitencia. Los metodistas estamos entre estos millones.

Pero no siempre fue así para los metodistas.

John Wesley, quien le dio a los metodistas en América su primer libro de oración y ritual, decidió sacar la Cuaresma del libro.

No alteró las lecturas de la temporada del Libro de Oración Común. Ni siquiera alteró las oraciones (colectas) destinadas a cada domingo. Pero sí cambió lo que se llamaban los domingos. El Primer domingo de Cuaresma se llamó “El undécimo domingo después de Navidad”. “Los domingos después de Navidad” continuó hasta que sus compañeros anglicanos en ese momento y la mayoría de nosotros ahora llamáramos al quinto domingo de Cuaresma, seguido del “domingo siguiente a Pascua”. ”Viernes Santo, y luego día de Pascua. El Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo también fueron eliminados.

Una pregunta obvia es: “¿Por qué?”

John Wesley nunca dio una explicación completa de todos sus cambios editoriales del Libro de Oración Común. Pero en su introducción al Servicio Dominical de los Metodistas en América del Norte, dio una explicación general que puede aplicarse. “La mayoría de los días santos (los así llamados) se omiten, ya que en la actualidad no tienen un fin valioso”.

Wesley no explica por qué no tienen un fin valioso… Así que podemos intentarlo nosotros…

Hay que tener en cuenta las prácticas básicas de los primeros metodistas.

La tercera Regla general llamó a todos los metodistas a practicar y recomendar a otros a practicar la “abstinencia o el ayuno” de manera regular y continua.

Los metodistas que formaban parte de las “bandas” se reunían para confesar sus pecados a cada uno y orar uno por el otro cada semana, semana tras semana.

Las fiestas de amor, llenas de testimonios del amor de Dios derramados en el corazón de las personas y cambiando sus vidas, fueron un elemento básico de las reuniones de la Sociedad durante todo el año.

La formación para vivir el voto de bautismo ocurría cada semana en las “bandas de prueba” y en las reuniones de clase en las que se esperaba que participaran todos los metodistas (o metodistas aspirantes). Y las noches especiales de observación y las ceremonias de renovación del pacto durante todo el año reunieron a cientos de metodistas en un momento de intensa oración, autoexamen y re dedicación a vivir el pacto bautismal.

En resumen, casi todo lo que se debía hacer en Cuaresma, el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo era, de hecho una práctica mucho más regular y frecuente por parte de los Metodistas, no como un “tiempo especial”.

Entonces, ¿por qué sería hoy necesaria la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza o el Jueves Santo, cuando lo que se suponía que promovían estos tiempos especiales se estaba logrando mejor y con más frecuencia por otros medios ya en uso por parte de los Metodistas en ese momento?


Y si Wesley pensó que “en este momento” no responden a “un fin valioso”, ¿por qué volveríamos a ellos ahora?

Quizás la frase clave sea “en el presente”.

Tal vez deberíamos aplicar esa frase clave a los primeros metodistas. La mayoría de ellos habían sido anglicanos, después de todo. De manera que, hasta 1784, la mayoría de los metodistas nunca tuvieron que depender únicamente de sus propias prácticas para lograr lo que la “Semana Santa” estaba diseñada para hacer. Porque la tercera Regla general les exigía que asistieran al culto público, y para la mayoría de ellos eso era en las parroquias anglicanas, donde ya se celebraba la Cuaresma, Miércoles de Ceniza y Jueves Santo, año tras año.

Así que quizás John Wesley sobreestimó el valor y el poder de permanencia de las prácticas anglicanas en el metodismo, ya que la mayoría de los primeros metodistas celebraban la Semana Santa junto a sus compañeros anglicanos. Tal vez el naciente metodismo en América todavía necesitaba un poco más del ritual anglicano para mantener esas prácticas vivas. Pero eso no pasó.

El metodismo en América Latina heredó esa ausencia de Cuaresma hasta bien pasado la mitad del siglo 20. Esto se debió principalmente porque el metodismo latinoamericano se constituyó en oposición a las prácticas y simbologías católicas, al estar influenciado por un profundo anticatolicismo lo llevó a rechazar tales prácticas por considerarlas “romanas”, perdiendo así, la riqueza litúrgica y espiritual que este tiempo posee.

De manera que el metodismo se privó de valorar la Cuaresma durante casi toda su trayectoria en América del Norte primero y en sus misiones en América Latina, después. Ya no era, ni una liturgia heredada de la Iglesia Anglicana, ni una práctica de reflexión comunitaria que se desarrollara regularmente en las clases y ágapes metodistas.

Porque en la actualidad, es raro ver sociedades metodistas. Las reuniones de clase casi no existen. Las Fiestas de amor (Ágape) hoy no pasan de ser “cenas o almuerzos a la canasta”, o un extraño reemplazo de la Sagrada Comunión, ya no es algo que la comunidad deba practicar de vez en cuando para expresar los testimonios del amor transformador.

En este momento, vivimos en un contexto metodista, generalmente sin prácticas complementarias que logren reemplazar lo que la Cuaresma logra.

Así que, en este momento, tal vez nosotros, los metodistas, nos encontremos necesitando realmente la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza y el Jueves Santo, para que los fines valiosos para los que fueron creados tengan alguna oportunidad de echar raíces en nuestras vidas.


Extractado de Taylor Burton-Edwards de Disciples Ministries de la UMC

Ed. Daniel Bruno para CMEW


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