Canten todos: El lugar del canto congregacional en el metodismo

24 Ago 2021
en Artículos CMEW
Canten todos: El lugar del canto congregacional en el metodismo

En las “Direcciones para el canto congregacional” Juan Wesley comienza con la frase del título de esta nota: “Canten todos” y aclara, “Procura reunirte con la congregación tan frecuentemente como te sea posible.” La fe vivida en la comunión fraternal, proclamada y anunciada por medio del canto comunitario, son una marca distintiva del metodismo.

Si bien el canto congregacional fue uno de los aportes más significativos de la Reforma Protestante a la Iglesia, el metodismo logró dotarlo de una función importante tanto como transmisión de los contenidos de la fe, como la expresión de la experiencia comunitaria cristiana, a la que Wesley denominaba “santidad social”.

Vamos a ubicarnos en el contexto histórico en el que se abre paso el metodismo. La iglesia oficial, la anglicana, no lograba ocuparse de grandes sectores de la población, cuya única posibilidad era adecuarse a una liturgia que, si bien sólida y rica, era estática y con poca participación comunitaria. Ese culto tampoco daba cuenta de la cotidianeidad de la gente común, era una liturgia que no hablaba el lenguaje de la gente y no incorporaba sus experiencias diarias. A esto se le agrega que entre el sesenta y el setenta por ciento de la población era analfabeta, por lo cual no era suficiente tener acceso a material escrito, se requería un proceso de alfabetización de las personas. El metodismo se ocupó de ello, pero a la vez, ofreció varias herramientas que permitían que las personas accedieran a contenidos de la fe mientras se alfabetizaban.

En las reuniones semanales en grupos, se escuchaban lecturas de las Escrituras y su aplicación en la vida, también se compartían las experiencias personales, era un proceso de oralidad que ampliaba los horizontes de la fe y posibilitaba el acceso a las Escrituras.

La otra herramienta, complementaria de la anterior, ha sido el canto congregacional. Tanto Carlos como Juan Wesley se ocuparon de que la teología se explicara por medio de himnos, casi siempre con melodías que fueran cantables para la gente que no tenía cultura musical de academia.

Asimismo, un dato que no debería pasarnos inadvertido es el hecho que el metodismo nace de la Iglesia-institución y desde personas del ámbito académico (egresados de Oxford). Un elemento “genético” del movimiento es que naciendo de ámbitos alejados del día a día de los sectores sociales más bajos, el metodismo descubrió pronto el gran obstáculo a vencer: cómo llegar a compartir la fe en las capas sociales que no estaban contenidas en la iglesia oficial y que jamás accederían a los beneficios de la educación formal superior.

Les invitamos a realizar un ejercicio en casa. Tomaremos algunos himnos metodistas conocidos que forman parte del Cántico Nuevo y de otros himnarios de uso habitual en las iglesias metodistas de América Latina y EEUU (Por ejemplo, Mil voces para celebrar). La propuesta es analizar sus letras y descubrir de qué modo aparecen los grandes temas de la fe cristiana y la manera en que son abordados.

Algo similar puede hacerse con las melodías, aunque haciendo la salvedad de que es necesario sumergirnos en la cultura británica del siglo XVIII para apreciar la accesibilidad de la música y cómo se conjugan la música elaborada con la música popular que la gente conocía, ¡incluso las que se cantaban en las tabernas!

A continuación, ofrecemos algunos ejemplos de himnos y sugerimos un tema teológico a rastrear en él.


Oíd un son en alta esfera:  es un desarrollo básico de cristología, especialmente del misterio de la encarnación.

Mil voces para celebrar: nos dice, porque los cristianos nos reunimos a alabar a Dios.

¡Oh amor que excede a todos!: es un breve tratado sobre la gracia divina.

Cariñoso Salvador: es acerca de la confianza en Dios.

Cristo ya resucitó ¡Aleluya!: significa de la resurrección de Cristo, motivo de la adoración.

Su gloria celebrad: nos habla de la Ascensión de Cristo a los cielos, como continuidad de la resurrección.

Ven, Santo Espíritu de Dios: es una invocación al Espíritu Santo con apreciaciones sobre su acción en la vida de los creyentes y la Iglesia.

Padre Dios, en ti viva todo ser: es una enseñanza sobre la Trinidad.

La comunión de los santos: significa la comunión universal de la iglesia.

Con júbilo tocad: nos muestra una sencilla cristología básica.

Evidencias del perdón: es la seguridad en el perdón de Dios.

En tu nombre realizaré mi deber: es la obediencia y seguimiento a Cristo.


Puede observarse en esta breve selección de himnos metodistas, como aparecen todos los temas fundamentales de la fe cristiana: la Trinidad, cada persona de la Trinidad, el sentido de la venida de Cristo, la gracia, el perdón, la iglesia y el discipulado.

Cada himno permitía reforzar un concepto de la fe, las reuniones y cultos eran acompañado con una melodía accesible y cantable por la gente. La repetición de estas en el trabajo, el hogar o en el camino, permitía que las personas internalizaran los contenidos esenciales de la fe. Un verdadero ejercicio de educación popular y ejemplo de discipulado cristiano.

Dos siglos más tarde el metodismo, en algunas experiencias en el mundo, convierte estas herramientas de educación popular en un signo distintivo de “lo culto”, como si los himnos fueran expresión no sólo de la fe sino de una estética que remite a identificar el canto congregacional con determinadas expresiones culturales. Pero este fenómeno escapa al humilde propósito de esta nota.


Claudio Pose para CMEW



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