Paz y bien amada hermandad.
Que el soplo de Espíritu esté con ustedes, dándoles sabiduría visionaria y fuerzas renovadas en la tarea cotidiana, para el ejercicio de cada uno de sus ministerios, amorosos y serviciales.
“Pero el que beba del agua que yo le daré, nunca volverá a tener sed. Porque el agua que yo le daré se convertirá en él en manantial de agua, que brotará dándole vida eterna”. Juan 4:14
El agua, el símbolo más evidente y claro de la vida. «Dame de esa agua», es el pedido de la mujer confrontada con su insatisfacción. Jesús cree en el ser humano y en su capacidad de superar la propia chatura. Todo parece indicar el necesario sinceramiento con nuestra propia vida, para acceder a esa agua de Vida Plena. De ésta manera, Dios se hace epifanía, se manifiesta en nuestra mismísima vida, rompiendo toda barrera, que impide el encuentro con nuestra humanidad, y con la de los y las demás.
Dejar y abandonar el cántaro para que el agua se haga en cada uno/a fuente de vida eterna. Y salgamos a compartir en alegría de vivir, despojados/as de esquemas viejos, por haber encontrado el pozo de la vida.
«Dame de esa agua…»
Abrazo cálido y sereno.
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo