Tiempo de Oración – Propuesta semanal para el 7 de febrero
Encuentro con Dios
Alabad al Señor
Jesús, Jesús,
Enséñanos cómo amar y servir
A toda tu creación.
Te arrodillaste a los pies de tus amigos, Señor;
Se los lavaste en señal de tu amor.
Pobres y ricos serán, de toda raza y color,
De todo pueblo y nación también.
Hoy les queremos servir; hoy les queremos amar;
Somos iguales, Jesús, en ti.
Nos capacita el amor, humildemente a servir;
Hemos así de vivir así en ti.
Lectura del día
Juan 13:12-17. Reina Valera Contemporánea (RVC)
Después de lavarles los pies, Jesús tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Saben lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Porque les he puesto el ejemplo, para que lo mismo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan. De cierto, de cierto les digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si saben estas cosas, y las hacen, serán bienaventurados.
Cuando Jesús tomó la toalla y la palangana para lavar los pies de sus discípulos, no solo asumió el humilde papel del servidor, sino que evidenció seguridad psicológica y esencial de un conductor. El estilo de vida y las lecciones de Jesús establecen el modelo para una nueva clase de conductor: El servidor-conductor cumple sus funciones seguro de sí mismo, esto es, sabiendo lo que Dios le ha confiado, y descansando en la confianza de que la mano de Dios ordena su destino personal. El conductor creyente es aquel que se inclina para ayudar a otros; es quien considera a los demás por encima de sí mismo, que pone su vida por otros, que busca servir antes de ser servido. Mientras una persona no esté dispuesta a lavar los pies a otros, no está calificada para ser un conductor del reino.
Por otro lado; muchas veces queremos enseñar el amor por medio de palabras, definiciones complicadas e intelectualoides… No nos damos cuenta que Jesús propone otro camino; más difícil y comprometido, pero también más efectivo y cercano al sentir de Dios. Fijémonos que Jesús lava los pies de sus discípulos en el marco de la Última Cena. Podemos interpretar que este acto de amor de Jesús hacia sus discípulos es parte de una comida, lo que nos hace pensar que el servicio es parte de nuestras acciones cotidianas que se equiparan al Sacramento de la Cena, símbolo máximo de nuestra fe y de la entrega amorosa de Jesús hacia las personas por lo cual; el servicio es el sacramento cotidiano que lo realizamos por amor a Jesús y a las personas… ¡Vaya que privilegio y responsabilidad…! ¿No es cierto?
Oración de la mañana
Haz que nada más en mi alma habite, ¡solo tu amor, puro en paz! Que tu amor me posea en mi totalidad. Mi gozo, mi tesoro y mi corona; fuegos extraños remueve lejos de mi corazón: cada acto, palabra, pensamiento, ¡sea amor! Amén
Juan Wesley (1703-1891)
Oremos por
- Por todos aquellas que sufren el desamparo y el olvido.
- Por las que son víctimas de toda clase de violencia.
- Para que vivamos guiados por la justicia, verdad y la paz.
- Por los campamentos de jóvenes que se realizan en este mes.
- Por nuestras familias.
- Por la sanidad de los enfermos.
- Por el encuentro de presbíteros/as, pastores/as y laicos/as que se realizará este fin de semana.
- Por nuestras congregaciones y sus trabajos de misión.
- Agreguemos más motivos para orar en la semana…
Oración Nocturna
Al finalizar este día, te pedimos, oh creador de todas las cosas, que veles sobre tu pueblo y lo guardes en tu misericordia. Aléjanos de los sueños malos y protéjanos de nuestros enemigos. Concédenos esta gracia, oh Padre misericordioso y tú, Hijo único igual al Padre, con el Espíritu Santo, que reina por todos los siglos. Amén.
Breviario Romano (s. XI)
Salmo 100
¡Canten alegres al Señor, habitantes de toda la tierra!
¡Sirvan al Señor con alegría! ¡Vengan a su presencia con regocijo!
Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y de él somos. Somos su pueblo. ¡Somos las ovejas de su prado!
Entremos por sus puertas y por sus atrios con alabanzas y con acción de gracias; ¡Alabémosle, bendigamos su nombre!
¡El Señor es bueno! ¡Su misericordia es eterna! ¡Su verdad permanece para siempre!