Tiempo de Oración – Propuesta semanal para el 16 de agosto
Encuentro con Dios
Alabad al Señor
El señor es mi fuerza, mi roca y salvación (bis)
Tú me guías por sendas de justicia,
Me enseñas la verdad.
Tú me das el valor para la lucha,
Sin miedo avanzaré.
Iluminas las sombras de mi vida,
Al mundo das la luz;
Aunque pase por valles de tinieblas
Yo nunca temeré.
Yo confío el destino de mi vida
Al Dios de mi salud;
A los pobres enseñas el camino,
Su escudo eres tú.
El Señor es la fuerza de su pueblo,
Su gran libertador;
Tú le haces vivir en confianza,
Seguro en tu poder..
Juan Antonio Espinosa
Lectura del día
Mateo 8: 23 – 27. Reina Valera Contemporánea (RVC)
Luego subió a la barca, y sus discípulos lo siguieron. En esto se levantó en el lago una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca, pero él dormía. Sus discípulos lo despertaron y le dijeron: « ¡Señor, sálvanos, que estamos por naufragar!» Él les dijo: « ¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, reprendió al viento y a las aguas, y sobrevino una calma impresionante. Y esos hombres se quedaron asombrados, y decían: « ¿Qué clase de hombre es éste, que hasta el viento y las aguas lo obedecen? »
El evangelio de Mateo está escrito para las comunidades de judíos convertidos de los años 70 que se sentían como un barco perdido en el mar revuelto de la vida, sin mucha esperanza de poder alcanzar el puerto deseado.
El texto nos dice que, Jesús parece que duerme en el barco, porque ellos no veían ningún poder divino que los salvara de la tempestad. Mateo recoge diversos episodios de la vida de Jesús para ayudar a las comunidades a descubrir, en medio de la aparente ausencia, la acogedora y poderosa presencia de Jesús vencedor, que domina el mar, que vence y expulsa el poder del mal y que tiene poder de liberar todo tipo de opresión.
En otras palabras, Mateo quiere transmitir esperanza y sugerir que las comunidades no deben temer nada. Este es el motivo del relato de la tormenta calmada del evangelio de hoy. Por otro lado; nuestra situación puede ser desesperada y podemos estar a punto de perecer; sin embargo, Jesús no parece darse cuenta, y sigue durmiendo a pesar que gritamos: “Señor, ¡sálvanos! Que estamos pereciendo». El evangelio nos dice que el sueño profundo de Jesús no es sólo señal de cansancio, es también expresión de confianza tranquila en Dios. ¡Este es un contraste grande entre la actitud de Jesús y de los discípulos; y por qué no, en ciertos momentos, también nuestro.
En Mateo 8,26, vemos la reacción de Jesús: “¿Por qué tienen miedo? Hombres de poca fe” Jesús se despierta, no sólo por las olas, sino también, por el grito desesperado de los discípulos. Luego, él se levanta, amenaza los vientos y el mar, y todo queda en calma.
La impresión que se tiene es que no era necesario aplacar el mar, pues no había ningún peligro. Hemos dicho, oportunamente, que tener miedo no es malo, incluso puede ser saludable. Es como cuando uno llega a casa de un amigo, y el perro del dueño de la casa, empieza a ladrar frente a nuestra presencia, pero… No es necesario tenerle miedo, porque el dueño está presente y controla la situación.
El episodio de la tormenta calmada evoca el éxodo, cuando la multitud, sin miedo, atraviesa las aguas del mar (Ex 14,22). Jesús rehace el éxodo. Evoca al profeta Isaías, que decía al pueblo: “Cuando atravieses las aguas, ¡yo estaré contigo!”¡Que hermoso y extraño testimonio, el nuestro…! En momentos de mucho miedo podemos sentir la presencia de Jesús que calma nuestra tempestad con su poderosa presencia. ¡Gracias Jesús por estar…!
Oración de la mañana
Dame Señor, manos puras, palabras y pensamientos que sean puras. Ayúdame a luchar por la justicia, aunque se difícil, contra la perversidad humana aunque sea fácil. Sálvame de todo lo que daña. Enséñame a trabajar activamente y a luchar tan lealmente cuando estoy tan solo en tu presencia como si el mundo entero me mirara… Dame siempre disposición para ayudar a los demás, aún que me cueste; y concédeme, en este día, la oportunidad de hacer algún bien, a fin de acercarme así, más y más a Jesucristo. Amén.
GUILLERMO DE WITT HYDE (1858 – 1917)
Oremos por
- Por todos Por todos aquellas que sufren el desamparo y el olvido.
- Por las que son víctimas de toda clase de violencia.
- Para que la justicia sea real y esté presente en todo momento de nuestras vidas.
- Por la construcción de una paz verdadera.
- Por nuestras familias.
- Por la sanidad de nuestros enfermos.
- Para estar más atentos a las necesidades de quienes nos rodean.
- Por nuestras Iglesias en la que sus edificios están sufriendo problemas edilicios.
- Por las congregaciones que están presentando proyectos de misión, para seguir siendo testimonio en sus barrios y que sus edificios puedan ser sostenidos y preservados por sus comunidades.
- Por la XXV Asamblea General de la IEMA que comenzará el Viernes 18 de agosto 19hs hasta el lunes 21 de agosto 17hs.
- Agreguemos más motivos para orar en la semana..
Oración Nocturna
Oh Padre omnipotente y lleno de misericordia. Quita de nosotros las tinieblas de muerte en el nombre de tu Hijo, nuestro Señor. Y tú Jesucristo, Hijo de Dios que has muerto por nosotros a fin que nosotros vivamos, ven en nuestra ayuda. Una cosa te pedimos de inmediato, como tú mismo nos enseñaste: que tu nombre sea santificado, que tu reino empiece y que tu mismo, oh Señor, vengas a nosotros. Amén.
MIGUEL SERVET (1509-1553)
Salmo107: 1 – 3, 23 – 29.(RVC)
¡Alabemos al Señor, porque él es bueno;
porque su misericordia es constante!
Que lo afirmen los redimidos por Dios,
los que salvó del poderoso enemigo,
los que reunió desde lejanas tierras,
Del oriente y del occidente,
Del norte y del sur.
Los marinos, que conocen el mar,
con sus naves comercian en muchos lugares.
Allí, en lo profundo del mar,
han visto las maravillosas obras del Señor.
Él habló, y se desató un viento tempestuoso,
y gigantescas olas se encresparon.
Se levantaban hacia el cielo, o se hundían en el mar;
y ellos se desanimaban y temblaban de miedo.
Inseguros, daban traspiés, como ebrios;
¡de nada les servía toda su pericia!
Pero en su angustia clamaron al Señor,
Y él los libró de su aflicción:
convirtió la tempestad en bonanza,
y apaciguó las amenazantes olas.
Ante esa calma, sonrieron felices
porque él los lleva a puerto seguro.
¡Alabemos la misericordia del Señor,
y sus grandes hechos en favor de los mortales!
¡Que lo exalte el pueblo congregado!
¡Que lo alabe el consejo de ancianos!