¿Por qué son tan caros los alimentos? La vigencia de Wesley en un tema tan actual
En enero de 1773, es decir hace casi 250 años. Juan Wesley escribió un breve ensayo titulado “Reflexiones sobre la presente escasez de alimentos”. Una primera pregunta que puede asaltarnos a todos es ¿Por qué el fundador del metodismo incursiona en un tema, aparentemente tan alejado de las cuestiones de fe?
Para respondernos la pregunta es necesario recordar un asunto fundamental de la experiencia de fe de Wesley y que tiñó todo el movimiento metodista: una fe en Cristo que sea capaz de involucrarse en la totalidad de los asuntos que tienen que ver con las personas, la familia y la sociedad. Una fe encarnada de tal modo que nos permita vivir la vida en plenitud.
Wesley, como gran observador y agudo analista de la realidad, comienza a indagar acerca de algunos problemas que aquejan a la sociedad y particularmente, a los sectores más vulnerables. Ya hemos hablado en meses anteriores de la preocupación en la salud pública y el acceso de los humildes a terapias curativas o paliativas. En esta ocasión, la preocupación gira en torno a la falta y aumento de precios de los alimentos básicos. Esto atenta contra la dignidad misma de la vida.
Wesley no se contenta con denunciar la situación, se lanza a describirla, analizarla y a proponer medidas para modificar la situación. El tratado comienza planteando la cuestión y el estado del debate, lo hace con rigor académico, pero a la vez en un lenguaje accesible. No cree que las cuestiones económicas sean sólo para entendidos y en lenguaje técnico que casi nadie comprende. Transcribimos el primer párrafo del texto aludido:
“Muchas cosas se publicaron en los últimos tiempos por personas experimentadas y reflexivas acerca de la presente escasez de comestibles y de las diversas causas que la provocan. ¿Pero acaso no puede advertirse que hay algo ausente en la mayoría de las publicaciones? Un autor insiste en atribuirlo a una causa, otro a una o dos más. ¿Pero quién da cuenta de todas las causas que manifiestamente concurren a producir este triste efecto? ¿Y al mismo tiempo señalando cómo cada causa particular afecta al precio de cada tipo particular de alimento?”
Este párrafo introductorio deja claro el estado de la cuestión y propone un horizonte más amplio, no sólo para la comprensión del fenómeno, sino también para su superación. Wesley adelanta un tema que atravesará a los siguientes tres siglos: la distribución de la riqueza. Este texto es anterior a “La riqueza de las naciones” de Adam Smith y de “El Capital” de Karl Marx. No deja de sorprender la agudeza analítica y la vigencia del pensamiento de Juan Wesley.
El tratado consta de dos partes: la descripción de la escasez y lo que la origina. La segunda parte son propuestas concretas para superar la situación. Es llamativo el método, tan acertado como pedagógico, que utiliza el autor para pasar de lo particular a lo general; de lo doméstico que vive cada persona a las cuestiones macroeconómicas que dan origen a la cuestión.
En la próxima entrega resumiremos las dos partes que componen el tratado. Para quienes gusten de leer el texto completo, se encuentra en las Obras de Wesley, Tomo VII, páginas 87-97.
Segunda entrega
¿Por qué es tan cara la comida esencial de cada mesa familiar? Este asunto preocupa a Wesley y le resulta tan espiritual como cualquier asunto teológico, porque también lo es. Aquello que afecta la vida de los seres humanos, atenta contra la imagen y semejanza de Dios en nosotros y por ello es tema de la fe y de la iglesia.
Tal como describimos en la nota anterior, la cuestión de la escasez de alimentos no es para Wesley una mera descripción de una situación dada, sino la posibilidad de analizar en detalle las razones que llevan a esa situación, que afecta principalmente a las familias asalariadas y con menor poder adquisitivo.
Es llamativa la minuciosidad con que se identifica cada caso y los motivos que originan el cuadro de escasez. El método que escoge Wesley, y que a continuación presentamos, es claro, sencillo y contundente.
La observación de la realidad lo lleva a formar el cuadro de situación. Citamos textualmente lo que el autor veía en las calles:
“Lo que conozco lo he visto con mis propios ojos, en cada rincón del país. He conocido a gente que sólo podía comer una comida ordinaria día por medio. Conocí a una persona en Londres (que pocos años antes tenía todas las comodidades para vivir) que recogía sobras de un basurero maloliente, llevándolas a casa para sí misma y sus hijos. Conocí a otra que recogía de la calle los huesos abandonados por los perros, para hacer sopa y poder prolongar una vida desgraciada.”
Entonces las dos preguntas que propone Wesley para dar inicio a su investigación son: “¿Por qué miles de personas están hambrientas, pereciendo de necesidad en cada lugar de la nación?” y “¿Pero por qué no tienen trabajo?” El hambre es producto de la falta de trabajo y la falta de trabajo es el resultado de quiénes empleaban mano de obra y ahora no lo pueden hacer porque sus productos no tienen salida al ser muy alto el valor de venta. Aquí es donde Wesley comienza a desgranar las razones del alto precio de productos esenciales para la alimentación de las personas.
El trigo, un elemento esencial para la producción del pan, es utilizado cada vez en mayor medida para la destilación de alcohol.
La avena, que también se utiliza para alimentar caballos, ha aumentado su demanda porque ahora hay cuatro veces más caballos en los volantes y carruajes de los ricos, además de su cría para la exportación a Francia de caballos domesticados.
La carne de res y de cordero encareció porque los terrenos utilizados para la cría de ovinos y vacunos se desplazaron para criar caballos, tal como se explicó en el punto anterior.
La carne de cerdos, aves y huevos aumento su precio porque las pequeñas granjas han tenido que vender sus tierras a grandes dueños de enormes parcelas que acaparan la producción y sólo producen para su propio uso y fijan precios muy altos.
El lujo. Wesley afirma que la otra causa por la que son tan altos todos los precios de los alimentos esenciales es el lujo de los sectores altos de la sociedad. Hace responsable al Estado de esta situación, ya que existe una presión tributaria abusiva para solventar gastos innecesarios de la nobleza y a la vez, los grandes destiladores no tributan por la mayoría de su producción de alcohol.
Un párrafo saliente de la encendida pluma de Juan Wesley acerca de la responsabilidad de la realeza, la nobleza y los grandes propietarios de tierras en la distribución de la riqueza, es el que transcribimos a continuación. Tan actual y vigente que sorprendería a cualquier analista político nacional e internacional.
“’Sin embargo, lo pagado produce un importante rédito al Rey’. ¿Eso paga por la vida de sus súbditos? ¿Su Majestad vendería anualmente unos cien mil súbditos a Argelia por cuatrocientas mil libras? Seguramente no. ¿Entonces los venderá por esa suma para ser cruelmente muertos por sus propios compatriotas? ‘Pero de otra manera los cerdos para la Marina no podrían alimentarse’ ¡No, a menos que sean alimentados con carne humana! ¡Oh, que no digan en Constantinopla que los ingleses reúnen los réditos de la corona mediante la venta de la carne y la sangre de sus compatriotas!”
En la próxima nota, hablaremos de los “remedios” (así les llama Wesley) para “tan doloroso mal” que el ensayo propone.
Claudio Pose
(Texto completo de Wesley: Reflexiones sobre la presente escasez de alimentos”, Obras de Wesley, Tomo VII, p.p. 89-97)
Tercera entrega
“Para resumirlo todo: Miles de personas a lo largo del país perecen por necesidad de alimentos. Esto se debe a varias causas; pero sobre todo a la destilación, los impuestos y el lujo. (…) ¿Qué remedio hay para este doloroso mal? ¡Muchos miles de gente pobre están muriéndose de hambre! Encuéntrenle trabajo y hallarán comida. Entonces ganarán y comerán su propio pan.”
En estas frases se resume la introducción que realiza Juan Wesley al capítulo final de este tratado, en el que presenta las soluciones a cada uno de los problemas enumerados (ver nota anterior).
Para que las personas afectadas por la escasez de alimentos logren obtener empleo es necesario que los productores puedan vender el resultado de sus labores. De esta manera se logrará hacer descender los precios de los comestibles y, por lo tanto, la gente tendrá dinero para acceder a otros consumos.
Wesley, de esta manera, logra destrabar esta cadena que tiene como víctimas últimas a los más humildes: producir, generar empleo y consumo. A continuación, presentamos las respuestas puntuales a cada uno de los males que dieron origen a la situación.
Bajar el precio del trigo y la cebada. Esto se logra poniendo fin a la destilación de los granos para la producción de alcohol.
Reducir el precio de la avena. Para ello se requiere de la decisión de limitar la producción de caballos e imponiendo tributos a la exportación de los mismos a Francia y de los usos suntuarios de equinos (carruajes de los caballeros).
Baja en los precios de las carnes vacuna y ovina. Incrementando su producción y recuperando el terreno para la misma, a partir de la disminución de la explotación de caballos (ver párrafo anterior).
Reducción de los precios de cerdos y aves. Limitando la extensión de las granjas y reprimiendo el lujo.
Producir una baja en el precio de las tierras. Aplicando las medidas anteriores y “restringiendo el lujo, el cual es la fuente más grande y generalizada de la escasez.”
Una nueva política impositiva. “¿Cómo pueden reducirse los impuestos?” se pregunta Wesley y su respuesta textual nos exime de mayores comentarios: “Desprendiéndose de la mitad de la deuda pública y ahorrando…”. Nuevamente vuelve a los gastos superfluos que generan las clases acomodadas y cuyos costos pesan sobre toda la población.
No deja de sorprendernos la agudeza y profundidad, como también la vigencia de Juan Wesley. Temas que hoy son debatidos en todo el mundo, como la distribución de la riqueza, la necesidad de poner límites a la concentración económica en pocas manos, la injusta distribución de la carga pública, poniendo en los hombros de los más humildes los costos de los gastos que los ricos producen. De igual manera, Wesley advierte de los riesgos de la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos y el direccionamiento de recursos esenciales para la alimentación en producciones que sólo generan rédito para unos pocos.
La vigorosa crítica de Juan Wesley al sistema económico naciente en aquel tiempo y que continuará imperando en el mundo hasta nuestros días, es una voz profética para las naciones y los gobernantes de hoy: “¿Qué bien podemos esperar (…) de una nación como esta, donde no existe temor de Dios, donde hay un profundo, reconocido y completo desprecio por toda religión como jamás he visto, ni oído o leído de ninguna otra nación, sea cristiana, islámica o pagana? Pareciera como si Dios debiera surgir de inmediato para defender su propia causa.”
Claudio Pose
(Texto completo de Wesley: Reflexiones sobre la presente escasez de alimentos”, Obras de Wesley, Tomo VII, p.p. 89-97).