Semblanza sobre la trayectoria del Profesor Pedro Di Pentima
Alguien decía que la peor enfermedad de nuestro tiempo y la que origina los más graves conflictos individuales y sociales, es «LA POBREZA DE ESPÍRITU» o «LANGUIDEZ DEL ALMA». Cuando descuidamos la vida del espíritu no solamente éste languidece sino que somos arrebatados por los síntomas de la indiferencia, y por lo más grave aún, la falta de significación nuestras vidas.” Así comienza el prólogo del libro Abriendo Puertas, escrito por Pedro Di Pentima retratando el espíritu y objetivos de quienes le precedieron en su tarea de dirigir un colegio con características particulares en nuestra ciudad. Así como menciona en este libro, una “institución educativa en la ciudad de Rosario que todavía hoy intenta ser paradigma de una sociedad cuyas razones del corazón, la inteligencia y el espíritu se contradicen y nos confunden…”, brindando apoyo y guía a través del “lado angelical de su naturaleza orientado hacia el amor, el servicio y la confianza en sus hermanos de peregrinaje.”
La vocación docente, la sabiduría de poder reflexionar y ver el verdadero sentido de las acciones hicieron de la vida de sus alumnos una posibilidad única y diferente de enfrentar la vida. San Juan de la Cruz afirmó, lo que puede aplicarse hoy a nuestras vidas y las de las instituciones: «En el ocaso de la vida seremos examinados en el amor.”
«La nube de otoño, ya sin agua, le dice al viento: Mira mi plenitud en el arrozal maduro” Tagore.
Así la plenitud de Pedro está en los cientos de alumnos que han madurado, crecido y dado frutos a través de los años como resultado de su obra.
Sus inquietudes artísticas, que expresó desde su niñez, lo introdujeron en el estudio del dibujo y pintura, que luego ejerce como profesor en la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto.
Participó de encuentros con pintores del “Grupo Litoral”, que incluía nombres como Grela, Gambarti y Giacaglia entre tantos otros. Esta sensibilidad estética fue un aporte en su tarea como director del colegio, pues tuvo una mirada profunda de la realidad, permitiéndole captar el ser escondido de cada niño y adolescente. Siguió pintando y dibujando, así como se aventuró en esculturas hasta la actualidad. Ha recibido además diversos premios de Poesía y Cuentos cortos (33 Certamen Internacional de la Poesía, “Plaza de los Poetas José Pedroni”) y sus escritos se han difundido en publicaciones de editoriales como la Universidad Nacional de Rosario (Cuentistas Rosarinos, 1999), entre otras. Aún a los 89 años sigue participando de concursos literarios, considerado este año como “Autor Distinguido” por la editorial Pegaso por sus contribuciones en el género de poesía.
Su tarea educativa en el Centro Educativo Latinoamericano comienza en 1950, cuando ingresa como Profesor de Inglés, en aquel entonces Colegio Americano. Dos años más tarde, toma la Dirección del Departamento de Inglés. A solo cinco años de haberse iniciado en la Institución, asume como Director del Nivel Secundario. Durante estos años enseña filosofía a través de la cátedra “Introducción a la Ciencia del Hombre”.
Durante los siguientes años a sus tareas como director y profesor, se suman su propia formación como Ministro Laico en “Vanderbilt University” en Nashville, USA, y se transforma en Embajador del Colegio en América Latina, Estados Unidos y Europa.
Es nombrado Director General del Colegio Americano en el año 1970, cuando Miss Josephine Laskey, última misionera a cargo de la institución se jubila, siendo el primer argentino en ocupar este cargo. Durante su gestión, el colegio agrega nuevos niveles y actividades educativas. Entre ellos, el Centro de Estudios Terciarios de Administración de Empresas, entre otros y la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano.
Las características que marcaron su forma de concebir la educación se basaron en mantener principios ecuménicos, la libertad, el diálogo, la palabra como puente de encuentro y comprensión permanente. En esas épocas resultaban poco comunes las aulas abiertas, participativas, el estímulo por la vida al aire libre, los campamentos, la música, el arte. Cientos de hoy hombres y mujeres recuerdan con cariño los campamentos en Oliveros donde nunca faltaban las caminatas por el bosque y fogatas acompañados de historias mágicas. Así se crea en el año l973 la Banda, que permitía el aprendizaje de grupo, de armonía musical y personal. Esta Banda participa en actividades locales, colaborando en festejos de instituciones educativas, en eventos nacionales e internacionales, incluida la apertura del Mundial de Fútbol en 1978.
Su interés era el alumno, esa persona en crecimiento a la que se debía acompañar y exigir para un desarrollo pleno como ser íntegro. Por eso, el acompañamiento y las reflexiones son hoy el testimonio de todos aquellos que han cursado y experimentado su presencia y lo llaman «un maestro».
Convencido del rol social de la educación propició la posibilidad de ampliar las tareas educativas a barrios humildes. En el año 1958 dos misioneros de la Iglesia Metodista comienzan una tarea educativa en Villa Urquiza. En una casa de familia, enseñan a los niños las primeras letras. Es así como surge el proyecto de comenzar con un Jardín de Infantes, un Preescolar y una ayuda escolar permanente para nivelar los procesos de la escuela oficial. Luego de tres décadas con una presencia permanente en dicha comunidad, el Sr. Di Pentima a través del Centro Educativo Latinoamericano solicita continuar con el proyecto educativo acompañándolo de un proyecto de construcción edilicia. En el año 1990, con la correspondiente autorización ministerial se constituye en aula radial del mismo Centro. Comienza así la construcción y puesta en marcha de un proyecto pedagógico formal que en 1994 da nacimiento a la Escuela Particular Nº 1420 “Comunidad Educativa La Paz”. Hoy esta institución está reconocida como uno de los mejores centros educativos primarios y secundarios de Rosario.
En 1981, y ante la necesidad de proveer educación especializada a niños con dificultades de aprendizaje que requieren una atención diferencial, el Sr. Di Pentima con la ayuda financiera del Sr. Glauco Vásquez, funda la Escuela La Alborada, Institución que hoy es reconocida como escuela de educación provincial.
Dentro del Centro Educativo Latinoamericano creó un Centro Pedagógico que tenía como objetivo la formación permanente de sus docentes, lo cual implicaba investigación, análisis y propuestas áulicas, que son la riqueza personal que aporta valores como ciudadanos participativos, en los distintos ámbitos profesionales, sociales y religiosos de nuestra ciudad.
A través de una vida dedicada a los valores que marcan la filosofía grabada en el emblema de la Institución: “Amar, Servir, Confiar”, Pedro Di Pentima y con una visión de vanguardia de entender la educación y hacerla acto, representa a uno de los verdaderos formadores de una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa del otro.
Escrito por su hija Cecilia.