Un acercamiento al libro del Éxodo / Shmot
Reflexiones actuales desde el judaísmo y el cristianismo
LUZ… SIGNO VISIBLE DEL AMOR
Por Pastora Mariel Pons
Parashat Tetzave
Éxodo 27:20-30:10
“Mandarás a los israelitas que te traigan aceite puro de oliva molida para el alumbrado, para alimentar continuamente la llama. Aarónv sus hijos lo tendrán dispuesto delante de Yahveh desde la tarde hasta la mañana en Tienda del Encuentro, fuera del velo que cuelga delante del Testimonio. Decreto perpetuo será éste para las generaciones de los israelitas.»1
El pueblo se encuentra a mitad de su camino… a los pies del Sinaí: Moisés está en la montaña, en la presencia abrasadora del Altísimo, manifestada en el fuego, recibiendo las indicaciones para la construcción de una nueva sociedad, comenzando a escribir y vivir una nueva historia, una nueva organización, una nueva forma de ser pueblo: no ya desde la opresión, sino desde la libertad. No va de la larga noche de gemidos y miedos, sino desde el alba que anuncia un nuevo día.
Y es en esa mitad donde la presencia de la luz perpetua se hace manifiesta, la suave esencia del fruto de las olivas se hace necesaria e imprescindible.
Podríamos afirmar, a riesgo siempre de equivocarnos, que es la luz uno de los elementos fundantes del relato bíblico, juntamente con el amor de Dios a su creación.
Desde el mismo comienzo de la separación de la luz de las tinieblas. Dios nos va mostrando la necesidad de siempre buscar la luz. y al mismo tiempo ser luz.
La luz reflejada en un nuevo arco iris… (Génesis 9. 12 y 13)
a luz reflejada en un cielo cubierto de estrellas… (Génesis 22. 17)
a luz que irradia una zarza… (Éxodo 3, 4)
El fuego que acompaña al pueblo en sus noches de oscuridad… (Éxodo 13, 21-22)
Y la llama… la llama perpetua de aceite de olivas…
La llama que debe seguir encendida… el fuego debe seguir alumbrando… el signo visible del amor comprometido de Dios con su pueblo que será de generación en generación… para marcar el camino, para dar calor, para re-crear la esperanza en medio de las incertidumbres, para ser memoria v testimonio, promesa cumplida, verdad revelada, profecía de amor hecha historia de peregrinación y de un tiempo mejor.
Pero el texto no nos dice solamente que la llama debe brillar, sino que nos dice también que debe ser colocada afuera, porque es en el afuera de nuestra vida y de nuestras comodidades donde somos convocados y convocadas hoy a ser olivas que con su compromiso y obrar ayuden a Dios a según iluminando este mundo que tantas veces va caminando a tientas… en donde es el profeta Isaías quien nos dice en el cap 58:
8. Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahveh te seguirá.
9. Entonces clamarás, y Yahveh te responderá, pedirás socorro, y dirá: “Aquí estoy». Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad,
10. repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía.
Porque luz y amor siempre van juntos, porque la luz es lo que nos permite reconocer en el rostro del otro y de la otra nuestra propia imagen.
Porque la LUZ PERPETUA indica la fidelidad de Dios en medio de su pueblo y su mirada de amoroso cuidado.
Se pregunta el teólogo japonés Koyama:
¿Cuál es el ámbito del amor si no es todo el mundo habitado? La esperanza es una historia de amor ardiente. Pero ¿qué es el amor si permanece invisible e intangible? “El que no ama a su hermano o hermana a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto” (Un 4:20). Visible es la anonadante pobreza en que viven millones de niños. Visible es el racismo. Visibles son las ametralladoras. Visibles son los tugurios. Visibles son los cuerpos famélicos. Y cegadoramente visible es el foso que separa a los ricos de los pobres. Nuestra respuesta a esas realidades tiene que ser visible. La gracia no puede actuar en un mundo de invisibilidad. Existe una relación entre invisibilidad y violencia. Las personas, a causa de la dignidad de la imagen de Dios que hay en ellas, tienen que permanecer visibles. Fe, Esperanza y Amor no son vitales excepto en “lo que se ve”.2
Creo que a ninguno de nosotros o nosotras nos ha llamado Dios desde una zarza… ni tampoco creo que hayamos subido al SINAÍ, pero sí creo que somos invitados a ser pueblo… el pueblo que espera, el pueblo que trae el fruto del olivo, el pueblo que no se queda a mitad de su camino, el pueblo que a la luz del amor de Dios mira su propia historia con confianza en el porvenir.3
En cierta forma nuestras existencias son un largo caminar, no para andar en soledad… si no para ser comunidades visibles en solidaridad y misericordia. “Déjate quemar si quieres alumbrar… no temas contigo estoy”.4
1 Éxodo 27, 20-21 Biblia de Jerusalén 1975
2 http://wwwoikouneme.org
3 Canción «Tenemos Esperanza». Obispo Federico Pagura.
4 Canción «Testigo Soy». Juan Damián.