17 – Colaboradores sinceros
Guías Metodológicas
Esta jornada no cuenta con Libro de Actividades
Mateo 6:1-4
Estamos frente a textos que nos enseñan sobre la práctica de la piedad.
El evangelista Mateo fiel en enseñar lo que Jesús había mandado, cuenta en el Sermón de la Montaña un completo programa para la vida cristiana. La limosna, la oración y el ayuno eran práctica muy fuertes dentro del pueblo fariseo por eso el evangelio dice cómo observarlas para los discípulos de Jesús.
En este encuentro nos ocuparemos de “Cuando ayudes a los necesitados…” y da la pauta de que sólo se debe dar a la vista del Padre celestial.
Niños y mayores debemos aprender esto. El único que tiene que “ver” esto es Dios, por lo tanto no demos nuestra ayuda para que los demás nos alaben, sino para vivir claramente por el camino del Reino de Dios.
Si nosotros lo tenemos incorporado, se lo podremos enseñar a los niños.
Pidamos a Dios que nos muestre la mejor forma de llegar, con sus condiciones de vida, a nuestros niños y adolescentes.
¿Qué queremos lograr?
- Valorar y practicar la ayuda a los demás sin necesidad de ser “aplaudidos”.
Índice
./ niñas/os no lectores
Jugamos a poner las manos en la espalda.
A algunos les ponemos un caramelo en las manos que tienen atrás y les pedimos que así con las manos atrás se lo entreguen a otro niño que también tendrá las manos atrás.
Seguramente que a algunos se les va a caer y probarán levantarlo con las manos atrás (los ayudamos).
Luego repetimos el juego con los que dieron su caramelo para que lo reciban.
Relatar:
Una aventura mojada.
Un grillito salió a pasear por el campo. La mañanita estaba serena y tibia, pero de pronto, cuando estaba muy lejos de su casa, unas gruesas gotas de lluvia comenzaron a caerle alrededor.
-¡Uh! Se va a mojar mi guitarra y no voy a poder cantar -dijo preocupado, mientras miraba apurado dónde refugiarse. Por suerte encontró enseguida un hongo con forma de sombrerito y saltó a esconderse debajo.
-Este lugar es muy chiquito. Alcanza justo para mí ¡Qué suerte!
Estaba allí protegido cuando vio una pobre mariposa que ya no podía volar porque se le habían mojado las alitas.
-Vení, escondete conmigo.
-Gracias -dijo la mariposa-. Si me seguía mojando no iba a poder volar nunca más. ¡Qué suerte este lugar alcanza justo para los dos!
Estaban presentándose cuando vieron un pichoncito que se había caído del nido y se estaba resfriando con la mojadura.
-Vení, vení- dijeron los dos, y el pichoncito a los saltitos se metió debajo del paragüitas del hongo.
-¡Qué suerte este lugar alcanza justo para los tres! -dijo el pichoncito agradecido aunque tenía un poco de frío.
Fueron conociendose, conversando, durmiendo una siesta… hasta que vieron que la lluvia iba parando. Cuando comenzó a salir el sol los tres nuevos amigos salieron de su refugio. El grillo estaba sorprendido. El hongo le alcanzaba justo, cuando llegó la mariposa, se apretaron bien y les alcanzó, pero el pichoncito era bastante más grande y había podido entrar bajo el techito del hongo. ¿Cómo pasó esto?
Pero al salir se dieron cuenta. La lluvia había hecho crecer al hongo, que se estiró para cubrirlos y se había hecho mucho más grande.
Comentar: Así como el grillo y la mariposa, si compartimos lo que tenemos sin buscar que nos estén aplaudiendo, se multiplicará lo que tenemos y ganaremos nuevos amigos.
El grillo, la mariposa y el pichoncito siguieron encontrándose todas las tardes cerca del hongo-casita para jugar.
Y les decimos que así es como Dios quiere que hagamos cosas buenas para nuestros amigos, “sin que nadie vea”, pero dándoles la seguridad de que Dios los ve y se pone feliz cuando lo hacen.
Les repetimos parafraseando el versículo: “Cuando ayudes a los que necesitan, no se lo cuentes a nadie y Dios se alegrará”.
./ niñas/os lectores menores y mayores
Jugamos a poner las manos en la espalda.
El líder hace el gesto como que les entrega un caramelo a cada uno pero se los pone a algunos en las manos que tienen atrás.
Cada uno tiene que decir a quién les parece que les dio un caramelo (no puede decir su nombre).
Les pedimos que así con las manos atrás, los que tienen el caramelo se lo entreguen a otro niño que también tendrá las manos atrás. Quien tiene el caramelo va pasando por varios niños pero se lo entrega a uno.
Volver a preguntar quién les parece que tiene el caramelo. Terminar el juego con caramelos para todos.
ORAMOS.- Por la alegría de Jesús cuando ayudamos a los que nos necesitan.
Leemos Mateo 6.3 -4
Comentar que así como entregamos los caramelos sin que nadie se dé cuenta, es como Dios quiere que ayudemos a los demás, sin que nadie nos vea; que sólo Dios sepa a quiénes ayudamos.
¿Ayudamos en la casa sin que la mamá lo pida? ¿Y sin decirle a mi hermano/a: ¿viste como ayudé hoy? ¡Hoy limpié yo los pisos, mañana te toca a vos! (permitir que los niños den sus ejemplos) ¿Cómo ayudan ustedes a sus compañeros? ¿Se lo cuentan al resto del curso o se lo callan? Dar tiempo para que los niños cuenten sus experiencias.
¿Pueden leer lo que dice La Biblia en el Evangelio de Mateo 6 los versos 3 y 4?
¿Qué me dicen? ¿Lo podrán hacer?
Comentar: Esto es lo que Jesús nos pide.
¿Podemos hacer el compromiso de cumplir con lo que dice Jesús?
Permitir que cada uno de los chicos diga por cuánto tiempo se compromete a cumplir con la Palabra de Dios (dos días, una semana, quince días),
ORAR.- para que ayudemos a los otros de la manera que Jesús quiere que lo hagamos.
./ adolescentes
Leer Mateo 6.3-4, 1 Pedro 4.11
Tener en cuenta el versículo 3 (de Mateo 6). (Si es posible, leerlo de la versión Reina Valera también).
¿Están ayudando a alguien en particular? (amigos, familia) ¿Están ayudando con sus manos? (En algún trabajo especial, en las tareas de la casa). ¿Están ayudando con sus pequeños ahorros a que otros tengan algo o puedan comprarse algo?
Leer el cuento:
La calumnia.
Había una vez un hombre al que un amigo que estaba en problemas, le pidió ayuda y le dijo también que por favor no contara a nadie por lo que estaba pasando, después de todo, eran amigos y pensaba que así tenía que ser.
Este lo ayudó a salir de sus problemas, pero también le contó a todos lo que había hecho y calumnió grandemente a este amigo suyo, y todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que había alcanzado con su propia ayuda.
Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo: “Quiero arreglar todo lo que hice. ¿Cómo puedo hacerlo?”, a lo que el hombre sabio respondió: “Toma una bolsa llena de plumas ligeras y pequeñas y suelta una por donde quiera que vayas”. El hombre, muy contento por aquello tan fácil, tomó la bolsa llena de plumas y al terminar el día las había soltado todas. Volvió donde el sabio y le dijo:
“Ya he terminado”, a lo que el hombre sabio contestó: “Esa era la parte fácil… ahora debes volver a llenar la bolsa con esas mismas plumas que soltaste, sal a la calle y búscalas”. El hombre se sintió muy triste pues sabía lo que eso significaba, y no pudo juntar casi ninguna. Al volver, el hombre sabio le dijo: “Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste”.
Comentar: Por suerte sabemos que si hay verdadera voluntad de cambiar las cosas, casi siempre es más fácil que juntar plumas. Hagámoslo y no volvamos a cometer el mismo error.
¿Podemos hacer muchas cosas buenas? ¿De qué manera las hacemos? ¿Por qué las hacemos? ¿Es sólo para ayudar a alguien que lo necesita? ¿Es por nuestra propia tranquilidad?
Leer el texto de 1 Pedro 4.11 y pensemos si es fácil o difícil lo que Dios nos pide..
ORAR.- para que siempre nuestra ayuda sea en el nombre del Señor y en lo posible que sólo Él la conozca.