Pensar y dejar pensar: nuestra identidad evangélica

02 Sep 2020
en Artículos CMEW
Pensar y dejar pensar: nuestra identidad evangélica

La identidad evangélica en el movimiento cristiano va mucho más allá del hecho de decir: “somos evangélicos”. “Evangélico” se ha convertido en una palabra que genera diversos interrogantes a partir de la visibilidad pública de este sector del cristianismo en nuestra sociedad.

En algunos casos se ha usado el término para distinguir a todo lo que no es católico, pero hoy los medios de comunicación distinguen con más precisión, en comparación al pasado, las diferentes expresiones religiosas no católicas.

Lo que denominamos “evangélicos” abarca en nuestro continente diferentes expresiones como pentecostales, protestantismo histórico, movimientos evangélicos de renovación…y así podemos enumerar diferentes rostros que tiene la iglesia evangélica.

Las iglesias metodistas que hoy componen “El Consejo de Iglesias Evangélicas Metodistas de América latina y el Caribe” (CIEMAL) tuvieron procesos de autonomías casi simultáneos hace cincuenta años atrás aproximadamente con excepción de Brasil que lo tuvo veinte años antes.

Resulta interesante este dato, todas las iglesias incorporaron la palabra evangélica como algo fundamental en su nombre, así tenemos la Iglesia Evangélica Metodista de Argentina, Iglesia Evangélica Metodista de Perú, Iglesia Evangélica Metodista de Bolivia… y podemos mencionar a cada una. Lo mismo hicieron los movimientos posteriores de iglesias evangélicas que se unieron a CIEMAL, con alguna excepción en la que no se usó la palabra evangélica.

Creo que es un tema para seguir conversando e investigando a través de la documentación de la época. Pero una de las razones fue porque el metodismo latinoamericano marcaba su particularidad. Decidió no quedarse sólo con el nombre de metodista como era en Estados Unidos e Inglaterra. Este proceso de autonomía desafiaba a ser una iglesia en misión en el contexto latinoamericano como dice en su reglamento CIEMAL referido a los fines cuando en el artículo 1 tiene algunos incisos con estas afirmaciones que comparto:

“Participar de la Misión de Dios dando testimonio solidario en la proclamación, educación y servicio a través de las iglesias miembros, a los pueblos latinoamericanos y caribeños, dando prioridad a los pobres y excluidos (1) Estimular y promover la conciencia y la práctica bíblica teológica en el contexto latinoamericano y caribeño (5) Desarrollar las relaciones de cooperación con el metodismo mundial y el movimiento ecuménico.” (4)

El metodismo de América latina se concebía a sí mismo como un puente de dialogo entre los evangélicos históricos, provenientes de la reforma, y los movimientos evangélicos de reavivamiento. Aceptó la ambigüedad de ser evangélico y que pone en tensión diferentes posturas. El ser evangélico implicaba también una actitud ecuménica y abierta al dialogo a partir de la misión que Dios nos convoca.

Podríamos discutir hasta donde se llegó con este proceso que sería materia de otra reflexión.

No han faltado oportunidades en algunas situaciones particulares, en las que se intenta hablar en nombre de todos los evangélicos en declaraciones o comunicaciones públicas, cuando en realidad no todos pensamos igual. Nunca podemos arrogarnos hablar en nombre de todos, si podemos ser una voz de referencia de un amplio o pequeño sector que piensa de una determinada manera sobre un tema en particular como las actuales polémicas que genera la educación sexual, aborto, etc. La decisión personal de seguir a Jesucristo implica una autonomía del creyente en su pensamiento.

La libertad personal en la tradición evangélica es una de nuestras características que no podemos perder. No hay una sola voz en todo. Wesley decía unidad en lo esencial y lo demás amor y un profundo respeto.

Se hace necesario no abandonar este espacio si no recuperar el sentido de lo que significa ser evangélico que nos une con otros que son diferentes.

La iglesia evangélica abogó por la separación de la Iglesia y el Estado, acceso a la educación para todos, etc. Su compromiso por las Derechos humanos partió de un sector minoritario de iglesias pero trascendió e impactó su testimonio en nuestra sociedad.

Hoy es necesario recuperar el sentido evangélico que implica un camino recorrido que comienza con la llamada Reforma Protestante con sus postulados básicos:

  1. Supremacía de Jesucristo: con quién nos podemos comunicar en forma directa sin intermediarios.
  2. La Gracia y la Fe: la seguridad del perdón de Dios nos hace sentirnos libres como personas. Nos invita a vivir esta libertad anticipada en Cristo. El protestantismo no ve la salvación como un castigo a evitar sino una liberación a obtener.
  3. La autoridad de la Biblia: es el medio por el cual llegamos a conocer a Jesucristo y relacionarnos con él. Esa lectura que pone como centro a Jesucristo en la perspectiva de la Historia de la Salvación para leer el Antiguo y el Nuevo Testamento. Que se diferencia de una lectura fundamentalista que hace perder el sentido del mensaje liberador.
  4. El sacerdocio universal de los creyentes: el ser humano tiene el derecho y el privilegio de acercarse directamente a Dios, sin la intervención de otros.
    Un concepto de igualdad ante Dios que aún necesita ser profundizado.
  5. La comunidad Cristiana (la iglesia): su organización varía muchísimo de acuerdo a diferentes tradiciones. La fe cristiana es para vivirla en comunidad, no solo y aislado. No somos meros asistentes a una iglesia, se espera construir relaciones de hermandad inspiradas en nuestra fe para misionar.
  6. Principios éticos: creemos en la autonomía del individuo para tomar decisiones a partir de esta experiencia de conversión que renueva su vida.

Estos principios de la reforma revolucionaron la religiosidad medieval cristiana con un impacto que tuvo consecuencias sociales y económicas, no solo religiosas.

Todo esto nos hace evangélicos, inspirados en la vida de Jesús tal como lo atestiguan los evangelios, una buena nueva que nos libera para amar y servir.

Cuando nos preguntamos por el sentido de seguir llamándonos evangélicos creo que la pregunta es ¿Cuál es la misión que tenemos como iglesia por delante?

Seguramente es un tema para seguir conversando, sólo planteo algunos ejes de sentido sobre un tema que es bueno reflexionar. Me parece que un aporte interesante para la discusión de este tema es el libro que escribiera el Doctor y pastor José Miguez Bonino titulado “Rostros del protestantismo Latinoamericano” que aborda el tema con sencillez y profundidad.


Obispo Emérito Frank De Nully Brown para CMEW
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