Partida del presbítero Alberto Lucas Barrault
Felices los que se conducen sin tacha y siguen la enseñanza del Señor.
Salmo 119: 1
La obediencia sencilla
El Salmo 119 comienza destacando dos actitudes ante la vida: la felicidad y la obediencia a la voluntad de Dios. La primera es consecuencia de la segunda. La elección de este versículo bíblico para despedir a Alberto Barrault tiene una explicación que intentaré ofrecer a continuación.
La obediencia en las Escrituras es la respuesta humana al amor que nos ofrece Jesús. No se trata de una imposición, tampoco de un discurso, sino de una actitud de vida. Dietrich Bonhoeffer eligió adjetivar la obediencia para que quedase más nítido el sentido de tan profundo concepto bíblico, la llamó “obediencia sencilla”.
La tradición wesleyana, de la cual Alberto se nutrió por partida doble: el Ejército de Salvación y la Iglesia Metodista, también tiene como eje esa obediencia sencilla del amor a Dios y el amor al prójimo.
Alberto fue un practicante de la obediencia sencilla, de pocas palabras, más bien de las palabras necesarias. Durante la inesperada experiencia de la pandemia, en varias ocasiones le pregunté qué más debía hacer en mi rol pastoral por la comunidad y la respuesta de él fue siempre la misma: “Seguí predicando el Evangelio”.
El día anterior a su partida, sin saber que lo sería, lo visité en su hogar y al término del encuentro le pregunté ¿Qué le dirías a los jóvenes que comienzan el ministerio pastoral? Y Alberto, sin dudar me respondió: “Que sigan la voluntad de Dios”. Éstas fueron las últimas palabras que le escuché decir y nuevamente, confirmé la obediencia sencilla en su vida.
Alberto nos dejó la “vara alta” con su ejemplo. Damos gracias al Señor por su vida y afirmamos en las palabras del Apocalipsis:
Entonces oí una voz del cielo, que me decía: «Escribe esto: “Dichosos de aquí en adelante los que mueren unidos al Señor.”»
«Sí—dice el Espíritu—, ellos descansarán de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.»
Pastor Claudio Pose