Mujeres, afrodescendientes, esclavas y pastoras

23 Jun 2021
en Artículos CMEW, Mujeres
Mujeres, afrodescendientes, esclavas y pastoras

El Metodismo después de Wesley


El título describe cuatro características de dos protagonistas del metodismo de fines de siglo XVIII y comienzos del XIX. Hablamos de Sophía Campbell y Mary Alley, cuya historia, a pesar de las precisiones esquivas, se resiste a ser olvidada. Hoy la contaremos.

Necesitamos remontarnos unos años atrás, promediando el siglo XVIII, Wesley registra en su diario:


“Viajé a Wandsworth y bauticé a dos negros que pertenecían al Sr. Gilbert, un caballero que había venido recientemente de Antigua. Uno de ellos estaba completamente convencido del pecado; se regocijaba en Dios como su Salvador y es el primer cristiano africano que había conocido. ¿Pero no será que nuestro Señor en su debido tiempo también tenga a estos paganos en el pueblo que él escogió como heredad para sí?” (Diario 11, 29 de noviembre de 1758).


Una aclaración es indispensable, ya que la traducción narra en masculino, pero en inglés, si bien el género puede resultar confuso, hay una expresión que claramente pone todo el párrafo en femenino. Se trata de dos mujeres. Más adelante, cotejando documentación de la época, particularmente correspondencia entre Antigua y Londres, conocimos el nombre de estas dos mujeres, cuya historia de fe no termina en su bautismo, por el contrario, allí comienza. Ellas son Sophía Campbell y Mary Alley.

Nathaniel Gilbert poseía una plantación de azúcar en la isla Antigua, al norte de las Antillas menores. Llegó a sus manos un tratado de Wesley y quedó tan impactado que tan pronto viajó a la metrópoli invitó a Wesley a su casa y allí sucede lo que el fundador del metodismo registra en su diario.

Así comenzó la obra metodista en América fuera del continente.  La documentación de la época da cuenta de una comunidad compuesta por veinte británicos y más de doscientos afrodescendientes. La temprana muerte de los dos hermanos Gilbert, Nathaniel y Francis, hizo que Sophía y Mary asumieran roles de liderazgo en la congregación. Ellas llevaron a cabo las tareas de pastoreo del rebaño. Sí, mujeres, afrodescendientes, esclavas y ahora pastoras.

En el presente, la congregación mantiene el libro de Wesley que llegó a manos de Gilbert. Un tesoro que orgullosamente conservan. Lo curioso es que no se conocen las tumbas de Sophía y Mary. Llevaron el evangelio a la isla y mantuvieron fiel a una comunidad de fe. El Pastor Pablo Andiñach retrató este dato en su obra “Libro de las gratitudes”.


“El Espíritu dispuso que no hubiera tumba para Sophia y Mary. Sus restos están en algún lugar de la isla, ya integrados con la nueva vida. Son caña de azúcar, son la madera de un púlpito, son la arena infinita. Casi como un reflejo, en un lugar del mundo donde la belleza lo inunda todo, podemos imaginar la inmensa hermosura de Sophia y Mary.” (Andiñach, op.cit. p. 211).


Wesley, al final de su vida, luchó contra la abominable estructura esclavista del imperio británico. Los años de trabajo misionero, su experiencia fugaz en las colonias de América, los bautismos en el hogar de los Gilbert y, seguramente, la correspondencia posterior que lo tuvo al tanto del progreso de la obra misionera en Antigua, colaboraron en la consciencia de Wesley a favor del abolicionismo.

Aunque sea indirectamente, Sophía y Mary, colaboraron en la conciencia metodista que perdura hasta el presente para luchar contra toda esclavitud y explotación del ser humano. También para romper las barreras de las supremacías raciales, de género y de cualquier índole. Estas hermanas, fruto del trabajo misionero, son memoria y presente que sigue desafiándonos a llevar el evangelio hasta todas las fronteras, no sólo geográficas, sino sociales y culturales.


Claudio Pose para CMEW



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