Memoria y celebración de la Reforma Protestante: paz con Dios y conciencias renovadas
«Así que, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo».
Carta a los Romanos, 5:1
Martín Lutero, de pie ante la Dieta de Worms convocada por la Iglesia Católica Romana y el Emperador, se niega a ir en contra de su conciencia y afirma: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa. Así que, ayúdame, Dios”.
Cada 31 de octubre se recuerda y celebra el día de la Reforma Protestante, movimiento que tuvo lugar en el siglo XVI, siendo justamente Martín Lutero una de sus figuras fundamentales al exhibir en esa fecha del año 1517, en la puerta del castillo de Wittenberg, las “95 tesis” que iniciaron la discusión pública sobre la salvación por el pago de las indulgencias o por acogerse por la fe a la gracia de Dios.
Una idea basal de Lutero –desde su redescubrimiento de las Escrituras– es la de que podemos ser justificados por la fe, efectivamente perdonados y con ello restablecidos en nuestra relación con Dios, provocando la paz, aquella que sobrepasa todo entendimiento, al alcance de todos y todas sin depender ya de ningún dogma ni de ninguna jerarquía religiosa. La Reforma restituye la valía de la gracia como don gratuito para la salvación por medio de la fe y por obra de Jesucristo.
Al hacer memoria y celebrar la Reforma siempre nos desafiamos y nos llamamos a ser libres, guiados y guiadas por el Evangelio en sencillez y en humildad, para llevar la buena noticia de esperanza y vida nueva a nuestros pueblos.
La teóloga protestante Dorothy Sölle afirma con gran agudeza y profundidad:
“Hace demasiado frío en el mundo para que creamos que se puede vivir sin estar abrigados bajo el manto de Dios. La gracia nos da calor, pero al mismo tiempo nos ayuda a tejer conjuntamente el manto de Dios.”
Mi hermana y hermano, vivimos y somos testigos de un tiempo cuando la codicia y el amor por el poder gestan y acrecientan la violencia institucionalizada. La exaltación y el endiosamiento del ser humano provocan la profanación y la degradación contra la vida, la agresión y la crueldad. ¡Y así vamos hacia una humanidad desgarrada en su mismo interior!
¿Cómo construimos otro mundo necesario y posible desde la libertad en fidelidad a la Palabra de Dios?
Como iglesias herederas de la reforma, nuestra tarea será “acuerparnos”, construirnos como cuerpos solidarios, como comunidades proféticas profundamente ecuménicas y justas, en donde no se encarne la violencia, afirmando que sigue teniendo relevancia esta confianza: que todas las personas, grupos y comunidades pueden reconciliarse con Dios, y que todos y todas pueden vivir en comunidades libres y solidarias, en fe, esperanza y amor. Y todo esto en un tiempo de crisis ecológica, de crecientes migraciones forzadas, del escandaloso abismo social entre pobres y ricos, de peligros sobre la alimentación, la energía, las finanzas y los terribles espirales de violencia y guerras contra los pueblos.
A más de 500 años de la reforma, sigue siendo pertinente y relevante el pronunciamiento de que Ecclesia reformata semper reformanda est secundum verbum Dei: “La Iglesia reformada siempre se está reformando de acuerdo a la Palabra de Dios”.
Hermandad lectora, te comparto la siguiente profunda oración, esperando te resulte de inspiración y edificación, y un impulso en tu camino de fe y renovación de la esperanza:
Liturgia del siglo XXI
Señor, has escuchado el clamor del pueblo.
Claman por pan, claman por refugio, claman por sanidad, claman por empleo.
Ves a las madres que se desvanecen mientras hacen fila en el banco de alimentos,
por la pérdida de su dignidad.
Secas las lágrimas de los ojos de los bebés hambrientos.
Escuchas las angustiosas oraciones del padre desempleado en un despotricar sin dormir.
En tiempos como estos siempre has levantado profetas.
Moisés, en el desierto para los niños cautivos.
Juan Huss, ardiendo en la hoguera para compartir la copa de la gracia.
Jeremías en medio de la caída de Jerusalén.
Martín Lutero, cuando la Palabra de Dios estaba encadenada.
Amós, gritando contra los ricos en favor de los pobres.
John Wesley, llevando la luz de Dios a la oscuridad social de los mineros.
Joel, prometiendo el don de Dios de visiones y sueños.
Martin Luther King Jr., soñando sueños.
En tiempos como estos siempre has levantado profetas.
Señor, hazlo de nuevo. Señor, hazlo de nuevo.
Escucha nuestro clamor, nuestra hambre, nuestro deseo de vivir.
Escúchanos, oh Dios, envía tu Palabra.
Que la voz de Dios se escuche en la tierra una vez más.
Rev. Nathan Decker
Abrazo fraterno y sororal,
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo