Los Mineros de Kingswood y el renacer profético del movimiento metodista – Segunda entrega
Este posteo es la continuación de https://iglesiametodista.org.ar/los-mineros-de-kingswood-y-el-renacer-profetico-del-movimiento-metodista-primera-entrega/
Como plantea Maia, la sugerencia de Heitzenrater parece aún más válida a la luz de esto: a los pocos días de su primer contacto con los campos abiertos de Kingswood, Wesley estaba pensando la predicación en el campo, como un medio de gracia. Asi las cosas, el cambio de Wesley hacia una comprensión más «pública» de su ministerio o su segunda conversión –como lo llaman algunos- lo colocó inmediatamente en medio de las profundas tensiones sociales de Inglaterra. La predicación de campo no era ilegal en Inglaterra, pero sí irregular y gran parte de la oposición a la predicación de campo expuso el sesgo de clase contra el Metodismo originario. A esos “caballeros y damas” acostumbradas a ver en las asambleas de la clase trabajadora un signo de rebelión, las multitudes reunidas por el avivamiento metodista parecían solo otra amenaza para las autoridades establecidas. Pero si invertimos la visión podemos pensar no solo que aportó el metodismo a la revuelta de la clase obrera inglesa sino como ésta y mejor dicho como esa sinergia impactó al metodismo.
En palabras de Maia:
“Sin embargo, es no solo que los trabajadores encontraron su lugar en el avivamiento metodista, sino fundamentalmente que el avivamiento metodista encontró su lugar en el espacio común ya abierto por los disturbios políticos de la clase trabajadora emergente. Kingswood tenía un lugar para los predicadores metodistas porque los campos abiertos había sido el lugar de los mineros. Lo que muchos perciben como la señal de que los mineros se acomodaron al statu quo, bien puede haber sido su continua resistencia al mismo, mientras continuaban reclamando los campos abiertos como su campo de acción. Lo que algunos ven como el éxito del metodismo en domesticar a los mineros podría haber sido el éxito de los mineros en hacer de la teología wesleyana una verdadera forma de política teológica de los comunes: una teología de los campos abiertos. ( F. Maia, op. Cit. trad. propia, p.14)
Parecen evidentes algunos desafíos teológicos- misioneros para nuestro contexto actual, de esta conversión profética del movimiento metodista de masas inglés.
Uno de ellos es el clásico relacionado con la predicación del evangelio y relacionado con estrategias de evangelización. Wesley se alejó de un púlpito, salió de la iglesia y predicó al aire libre a aquellos que no tenían el tiempo o el dinero para sentarse en un banco y escuchar las buenas nuevas del amor y la gracia divinos. Así también hoy una nueva generación de cristianos se está convirtiendo en predicadores de “campo” del siglo XXI, pasando de iglesias establecidas a barrios, vecindarios, pubs y lugares digitales en todo el mundo donde escuchan profundamente las historias del pueblo de Dios y proclaman las buenas nuevas en esos contextos. Esto nos hace pensar en la oportunidad -que la pandemia profundizó- del espacio virtual como campo público actual, donde las iglesias salen al encuentro de otro/as. Pero también implica una reflexión sobre qué convierte a la predicación del evangelio en un acontecimiento misionero, como “su carácter dialógico y relacional, su relevancia existencial- social y su pertinencia a cuestiones transversales del contexto latinoamericano (ver Emilio castro, las preguntas de Dios, La predicación evangélica en América latina, Kayros, 2004, p.6ss). Y también de que no toda predicación misionera es evangelio ya que para ello, debe tener en cuenta “la praxis existencial, el contexto y la fe –ese proceso -dinámica de fe, cotidianeidad y contexto- sino que nos obliga a la pregunta de cómo comunicamos el testimonio de la fe y de cómo se recibe ese testimonio, tanto para los de la comunidad de fe como para los de la comunidad más amplia “(Cardoza Orlandi, Una Introducción a la misión, Ab. Press-N.V, 2003, p.100. ).
El otro es el relacionado a la dimensión profética de la misión y a cómo nuestra espiritualidad y vida cristiana se encarna en la cultura y en los desafíos éticos, socio-políticos y ecológicos de nuestro tiempo. Asi como los mineros de Kingswood – siguiendo la tesis anterior- transformaron el metodismo originario en un movimiento de masas profético, asi también podríamos preguntarnos como el caminar junto a los movimientos de mujeres en su lucha por la vida, la igualdad y su emancipación del patriarcado pueden estar trasformando a nuestras comunidades de fe en hogares de luz y de sal, para no ser cuevas de oscuridad – al decir del Obispo Pagura. Lo mismo podríamos pensarlo para los múltiples desafíos de inclusión ante la creciente exclusión que genera el vigente sistema-idolátrico financiero mamónico, como las consecuencias políticas y ecológicas, entre otros.
Como bien dice T. Jennings:
“Creo que en el surgimiento de otra democracia global el pueblo llamado metodista puede desempeñar un papel importante. Esto se debe a que nuestra tradición wesleyana nos alienta a pensar en el mundo como una sola parroquia, como un solo vecindario, en donde los sufrimientos de alguien son los sufrimientos de todos. Compartimos una tradición común de oponernos a los deseos del imperio y de construir la solidaridad con todos los explotados . Esa es nuestra herencia. Tal vez nos hemos deslizado en la falta de conciencia cuando nos hemos entregado a la falsa comodidad de la respetabilidad y prosperidad. Pero otra vez Dios nos está llamando a obedecer el mandato bíblico y wesleyano de anunciar y establecer el reino divino de la justicia, misericordia y gozo para toda la tierra” ( en Desafíos para la teología wesleyana en el siglo XXI”, en Revista Evangélica de Historia V.6, 2010, BsAs, p.100.)
El acontecimiento de los mineros de Kingswood creo que nos muestra caminos proféticos para los desafíos actuales. Nos debemos dejar cuestionar por el Espíritu que nos llama hoy como antes lo hizo el maestro: “Ve y haz tu lo mismo” Lucas: 10:37.
Pablo Oviedo para CMEW