Primer domingo después de Epifanía

Bautismo del Señor

Salmo 29; Isaías 43:1-7; Hechos 8:14-17; Lucas 3:15-17, 21-22

Evangelio de Lucas 3.15-16, 21-22: La gente estaba con expectativa y se preguntaba si Juan sería el Mesías. “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que los bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Jesús también fue bautizado y el Espíritu bajó sobre él, y una voz del cielo dijo “Tú eres mi Hijo amado”…

Profeta Isaías 43.1-7: No temas, yo te di tu nombre, Israel, yo te redimí de Egipto, yo pagué tu rescate, yo te amo, yo soy tu salvador. No temas, que yo estoy contigo. Del oriente y del occidente volveré a juntarte, de todos los confines de la tierra.

Hechos de los Apóstoles 8.14-17: Los apóstoles oran por los creyentes de Samaria que recién habían aceptado el mensaje de Dios, les imponen las manos y así reciben el Espíritu Santo.

Salmo 29: Alaben el poder y la gloria del Señor. La voz del Señor resuena sobre el mar, imponente, y desgaja los cedros del Líbano. El Señor da fuerza a su pueblo y lo bendice con paz

El bautismo de Jesús. Al presentarse para recibir el bautismo de Juan, Jesús se somete a la voluntad del Padre (Mt 3.14s) y se sitúa humildemente entre los pecadores. Es el Cordero de Dios que toma sobre sí mismo el pecado del mundo (Jn 1.29,36). El bautismo de Jesús en el Jordán anuncia y prepara su bautismo “en la muerte” (Lc 12.50; Mc 10.38), encuadrando así en dos bautismos su vida pública.

Xavier León-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, España, 1978.

¿Tiempo de expectativas o tiempos de desencantos? En nuestros pueblos pasamos por tiempos de expectativas abiertas, o por tiempos de desencantos en otros casos. Para el evangelio cada tiempo nuevo es un tiempo de oportunidades y de desafíos: el bautismo es expresión de disponibilidad delante de Dios y delante de la comunidad humana, ejerciendo con Jesús la calidad de hijos de Dios.

Tiempos de espera confiada. La historia bíblica es la historia de las distintas y sucesivas vocaciones personales y comunitarias, llamados de Dios a personas, pueblos y comunidades, y en todos los casos subrayadas por el “yo estaré contigo” de la promesa de Dios. Cantamos “en tus manos, Señor, siempre estamos”, o “Castillo fuerte es nuestro Dios”…

¿Escuchamos la voz de Dios? El Salmo 29 nos invita a escuchar la voz de Dios en medio del temporal y también en el pequeño templo que nos cobija, en el desierto o en medio del viento que sacude los cedros del Líbano. Y siempre, siempre el Señor “da fuerza a su pueblo y bendice a su pueblo con paz”.

Que podamos escuchar la voz de Dios en medio de nuestros tiempos y viviendo su paz, en la plenitud del Espíritu de Jesús.