La fuente wesleyana del pensar y dejar pensar: el amor de dios

05 Ago 2020
en Artículos CMEW
La fuente wesleyana del pensar y dejar pensar: el amor de dios

En todo este recorrido de estas semanas hemos podido reflexionar juntos, acerca de como nuestra tradición wesleyana nos ilumina ante los desafíos de la tolerancia y más aún en el desafío actual de la convivencia en la diversidad. El Pastor Claudio Pose nos dio pistas claras hace quince días sobre cómo administrar las diferencias y el Pastor Daniel Bruno, hace una semana, nos ofreció una excelente introducción a la síntesis del pensamiento teológico wesleyano.

Como bien se ha afirmado en todas estas semanas la teología wesleyana es una construcción que brota de la práctica misma de la fe que obra por el amor. En otras palabras, como han dicho varios teólogos: que la buena teología nace del contexto donde la fe tiene vitalidad, y que toda teología tiene su fundamento en la praxis de las comunidades cristianas en su determinado contexto.

Hemos intentado compartir en estas semanas palabras y lecciones de Wesley que nos iluminan sobre el desafío de “pensar y dejar pensar” y sus implicancias. Otro de esos escritos en los que Juan Wesley nos enseña sobre esto es en un pequeño tratado titulado A un protestante (Tomo VII, OBRAS DE WESLEY). Allí, luego de esclarecer que es lo que diferencia a un protestante de un católico, ya casi al final Wesley afirma:

“Teniendo sustento y abrigo, debes estar satisfecho, no desees nada fuera de Dios. Escucha hoy su voz que permanentemente te pide: «Hijo mío, entrégame tu corazón.» Entrégale tu vida a Aquel que se entregó por ti. ¡Que puedas amar a Dios así como él nos amó! Deja que Dios sea tu gozo y tu porción, tu único deseo y felicidad aquí y en la eternidad. Si amas a Dios, también amarás a tu hermano; estarás dispuesto a dar tu vida por él y abandonarás por completo todo deseo de quitarle la vida o de lastimar ni un solo cabello de su cabeza. Luego dejarás su conciencia en libertad, ya no querrás obligarle a que adopte tus opiniones así como él tampoco puede obligarte a que juzgues según sus criterios. Antes bien, cada uno dará cuenta de sí delante de Dios.” (p.278-279)

Es clarísimo el llamado que hace a la fe que ama. Sin otro dios fuera de Dios, la persona que ama a Dios (porque Él nos amó primero), también ama a su hermano, incluso hasta dar su vida. Abandonando por completo el deseo de lastimarlo o asesinarle. Por el contrario, ese amor genuino debe respetar la libertad de conciencia de uno mismo y de los demás.

Y prosigue al final, en el punto 14:

“Es cierto que si él está mal informado tú deberías procurar darle mejor información. Pero cualquier cosa que hagas, hazlo con amor, con afecto fraternal y humildad. Defiende la causa de Dios, pero recuerda que la ira del hombre no obra la justicia de Dios (Sant. 1:20). El celo que se manifiesta como ira, aunque se oponga al pecado, es su servidor; el verdadero celo no es otra cosa que la llama del amor. Este debe ser tu auténtico celo como protestante: aborrecer todo tipo de persecución y hacer que tu corazón se encienda de amor hacia toda la humanidad: amigos y enemigos; vecinos y extranjeros; cristianos, paganos, judíos y turcos; católicos y herejes; ama a cada alma creada por Dios. Haz que así alumbre tu luz delante de los hombres, para que glorifiquen a tu Padre que está en los cielos.” (p.279)

El verdadero celo no es otra cosa que la llama del amor, dice Wesley. Podemos y debemos procurar compartir “mejor información” (¡que casi siempre creemos que es la nuestra!), pero esto debe ser motivado por el amor de Dios. Es a partir de esta experiencia del amor de Dios (para Wesley en y desde la gracia previniente, justificante y santificante), que somos motivados para compartir este amor. De esa manera, la convicción y la tolerancia, la firmeza en nuestras opiniones y la celebración de la diversidad de opinión, pueden mantenerse juntas, porque la fuente de ambas es el amor. Y a la vez es su límite de tolerancia, ya que cualquier opinión o ideología que procura explícita o implícitamente la destrucción o persecución del otro, es contraria al amor de Dios por toda criatura. (humana o no, agrego. Ya que Wesley fue un gran defensor-con las limitaciones de su tiempo- de la creación toda, pero este es otro tema muy relevante hoy, que abordaremos más adelante.)

Toda saludable teología brota –como decíamos – de la experiencia del amor de Dios en la práctica de la fe que obra por el amor. Esto trae implicancias y desafíos en nuestros contextos latinoamericanos atravesados por la pandemia actual y por las “pandemias estructurales e históricas de la desigualdad y la injusticia”. Por eso les invitamos a pensar (…y a dejar pensar) cuales son esos desafíos en nuestros contextos locales más próximos y cuáles son los de la patria grande, nuestra Abya Yala, nuestra América Latina.


Pablo G. Oviedo para CMEW
Tiempo de pandemia, pero de resurrección


Y les invitamos a interactuar en el PANEL VIRTUAL “PENSAR Y DEJAR PENSAR EN TIEMPOS DE POST VERDAD” EL 11 DE AGOSTO A LAS 18 HS. MAS ADELANTE LES HAREMOS LLEGAR EL ENLACE. ¡RESERVE LA FECHA!


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